P.- ¿Vivió como un trauma su historia familiar?
R.- Es algo que siempre me ha preocupado, pero no lo he vivido como un trauma, sino como una historia heroica, algo positivo. Somos parte de ese mito de que todo francés luchó en la resistencia en la Segunda Guerra Mundial aunque no fuera así, como sabemos. Y luego estaba mi otro bisabuelo, más próximo al régimen de Vichy, mi bisabuela judía sin que nadie lo supiera. Y sus hijos, todos en la resistencia.
P.-Un pasado que ha marcado su investigación.
R.- Siempre me he preguntado cómo entrar o no en movimientos de resistencia, cómo se soporta la violencia, cómo se actúa en situaciones extremas en las que hay que elegir qué hacer y cómo se vive en una sociedad donde no hay libertad y sí violencia.
P.- ¿Se puede afirmar que la Transición en España fue violenta, pero se vendió como pacífica? En su libro registra 700 muertos, entre 1977 y 1982: 376 a causa de ETA, 178 de los cuerpos de seguridad y el resto de grupos de extrema izquierda y derecha.
R.- Hubo un ciclo de violencia que empieza un poco antes de la muerte de Franco, que toma impulso con su muerte y baja después en los años ochenta. La violencia saltaba por todas partes. Pero el discurso hegemónico de la época era que se trataba de una transición ejemplar, consensuada y pacífica. Hubo violencia pero también voluntad de contenerla, de impedir que fuera una manera de hacer política. Fue un éxito, en pocos años se transformó una dictadura en una democracia similar a las europeas, pero no podemos decir que fuera pacífica. Tampoco fue una revolución como la portuguesa, donde los oficiales no quisieron participar en una empresa colonial, en un proceso que obedece casi a otra época, la de las utopías y revoluciones de los años sesenta. En España, no...Es la muerte de la utopía de la revolución y se impone la idea de la reforma frente a la ruptura. (...)
P.- ¿Hay en estos momentos una escalada en violencia de masas que se está dando internacionalmente?
R.- Hemos llegado a un momento de cambio de orden internacional, atrás queda la utopía de la democracia, la hegemonía de la utopía universalista occidental. Ahora es contestada por todas partes por el discurso poscolonial... No soy apocalíptica, pero sí hay un tema esencial que tendría que ser el centro de todo el futuro de nuestro planeta...
Ferrán Bono. Ideas. El País, domingo 5 de noviembre de 2023.
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