lunes, 27 de noviembre de 2023

Truffaut, el amor es alegría y sufrimiento

DENEUVE. Sobre el escenario, durante una función teatral cuyo montaje y representación es el núcleo de El último metro (1980), él le dice a ella: "Eres bella, Hélène, tan bella que mirarte es un sufrimiento". Ella le contesta: "Ayer me dijiste que era una alegría". Él concluye: "Es una alegría y es un sufrimiento. Eso pensaba François Truffaut, y así lo mostró en sus películas propensas al triángulo amoroso. El personaje de Hélène está interpretado por Marion, una actriz metida a empresaria teatral en 1942, durante la ocupación nazi de París. Se supone que su marido, judío, director y dueño del teatro, ha tenido que huir de la ciudad. Marion está interpretada por Catherine Deneuve. Once años antes, la Deneuve interpretó a otra Marion en su primera película con Truffaut, La sirena del Mississippi. Y esa otra Marion mantenía entonces idéntico diálogo con el personaje de Jean-Paul Belmondo. En El último metro, Truffaut recuperó a la Deneuve para su cine y con ella resucitó toda la melancolía de su encuentro anterior. Deneuve -tenía 25 años- y Truffaut se enamoraron durante el rodaje de La sirena del Mississippi, y su relación duró dos años. Deneuve abandonó a Truffaut de improviso, y el director se pilló una depresión morrocotuda. Se recuperó y amó a otras muchas bellas mujeres. Pero supo desde entonces, si es que no se había enterado antes, que el amor es eso, alegría y sufrimiento.

IRREPETIBLE. Filmin dispone de veintiún películas de François Truffaut, un director que se me antoja algo olvidado por las nuevas generaciones de cinéfilos españoles. No por Fernando Trueba: Dispararon al pianista -el título- suena a homenaje a Disparen al pianista (1960), el primer noir truffautiano. Uno espera que el año que viene, cuando se cumplan los cuarenta años de su muerte -un 20 de octubre-, la figura de Truffaut vuelva a la palestra. Nos parecía una persona mayor entonces, pero Truffaut murió, de un tumor cerebral, ¡con solo 52 años!. Nos quedamos sin ver las quince o veinte películas que todavía podría haber hecho. El caso es que, tan a propósito, se me cruzó El último metro, una película que no había vuelto a ver por tenerla injustamente -pienso ahora- infravalorada. Su película de más alto presupuesto fue un gran éxito, pero, tal vez por eso, cierta crítica le reprochó haberse entregado a las maneras del cine comercial. ¡Falso! El último metro, tiene, es verdad, la musculatura del cine industrial, pero es una maravilla comprobar, por debajo, su frescura, su ligereza a lo Renoir. Su sencillez. En particular, su atención a los numerosos personajes secundarios que, con unas pocas pinceladas, están definidos y viven sus propias historias.

LIBROS. El hombre que amaba a las mujeres (1977) fue el título de uno de sus filmes. Le iba como anillo al dedo. Truffaut amó, sí, a muchas mujeres -de Jeanne Moreau a Julie Christie y más, con frecuencia, sí, las hermosas protagonistas de sus películas- y amó, además del cine, a los niños y los libros, que aparecen por doquier en sus películas: bibliotecas, librerías, libros que se leen o se muestran... Buen escritor y lector compulsivo, adaptó a muchos escritores e hizo ese gran  homenaje a la literatura que sigue siendo Fahrenheit 451 (1966). Pero al volver a ver El último metro, he pensado que ningún otro director ha hecho de una forma tan natural y accesible un díptico como el que componen, en contextos muy distintos, este filme y La noche americana (1973). un díptico sobre cómo se engarzan -entre el amor, la alegría y el sufrimiento- las vidas de quienes se suben a un escenario y de quienes ruedan. Sobre cómo hacer teatro y hacer cine es vivir.

Manuel Hidalgo. El Cultural, 27-10-2023.

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