François Junod en su taller de Sainte-Croix. Foto: AFP
En su versión más esencial, sus ingenios caben en la palma de la mano. Son mecanismo de cuerda con discos de latón, alambres y trozos de madera o cartón que, al girar la llave, evocan un movimiento aparentemente sencillo: el aleteo de unas alas, unos ojos que se abren y se cierran, una boca que parece hablar. En su versión más sofisticada, las creaciones de Junod son tan extraordinarias que resulta casi imposible verlas en directo. Desde 2022, la casa de joyería y relojería Van Cleef & Arpels instala algunas de las que desarrolla junto a él en el salón anual Watches and Wonders, en Ginebra. Allí el público puede contemplar estos objetos que un encargado activa cada 15 minutos. Por ejemplo, una fuente con nenúfares donde se encuentran dos pájaros enamorados, un ciclamen del que emerge un colibrí o una mariposa. Todo se mueve, desde la superficie del agua hasta los ojos de los animales.
Loa autómatas que Junod crea para Van Cleef & Arpels llevan a gran escala las prohibitivas técnicas de joyería y esmaltado de la casa. De hecho, estas piezas son las únicas de toda la feria cuyo precio no llega a hacerse público. Son objetos de coleccionismo de los que apenas se producen un par de modelos al año. Desde la firma confirman que varias de ellas se han vendido, pero no dan más detalles. En su taller, frente a una maqueta en cartón del cilamen presentado en 2023, el artesano cuenta que el punto de partida siempre es el exterior: el diseño final y la historia que cuenta. "Las proporciones son importantes. Si hay un pájaro, debe de tener el tamaño y el peso adecuado. Hacemos muchas pruebas y prototipos. Después creamos las maquetas definitivas y, por último, el mecanismo que va en el interior, y se adapta a la estética, nunca al revés".
Junod no es solo un maestro de la complejidad. También posee sentido del humor y una fina sensibilidad surrealista. Cuando comenzó, en los años ochenta, la mayoría de los constructores de autómatas se limitaban a replicar conceptos del XIX francés: arlequines, escribientes, músicos. El suizo llevó el oficio a otro nivel. Una de sus obras es un homenaje a Alexander Pushkin de 80 centímetros de altura. Recuerda a los autómatas más famosos del mundo que creó Jaquet Droz a finales del XVIII y que hoy se conservan -un clavecinista, un escritor y un dibujante, aún en funcionamiento- en el Museo de Neuchâtel. El Pushkin de Junod, presentado en 2010 y adquirido por un misteriso coleccionista, es un escritor capaz de redactar a mano poemas dadaístas con tinta y papel gracias a un sistema de cientos de discos que se combinan aleatoriamente para generar casi 1.500 combinaciones distintas. Es una proeza elaborada con materiales humildes, como madera, cartón, tejido, alambre y latón...
Carlos Primo. El País Semanal, 1 de marzo de 2024.
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