Su lucha constante contra el cáncer no le impidió rodar algunos filmes memorables. Su último trabajo, Arthur Rambo (2021), era un buen ejemplo de saber tomar el pulso a la realidad y de reflejar ambientes a priori alejados de él, un chaval criado en Melle, ciudad en el oeste de Francia, hijo de dos profesores que influyeron decisivamente en su humanismo. Arthur Rambo es el seudónimo de Karim, un veinteañero de origen magrebí criado en una banlieue que triunfa en el elitista ambiente literario parisiense, y que justo cuando roza la fama ve cómo su carrera se trunca por su historial en Twitter, por unos mensajes que su nombre de guerra ya señalaba como irónicos. "Soy consciente de la importancia de las redes sociales", explicaba en el estreno, "pero tengo la impresión de que en Twitter uno se expresa de cualquier modo: tienes que reaccionar muy rápido, no reflexionas antes de escribir. Creo que esa tendencia a pensar en eslóganes forma parte de la cultura contemporánea. Y esa simplificación del pensamiento me asusta".
Cantet estudió fotografía en la Universidad de Marsella, y luego cine en el Istitut des Hautes Études Cinématographiques (IDHEC) en París, donde se graduó en 1986. En sus clases coincidió con Dominik Moll y Robin Campillo, con quien escribió en varias ocasiones y a quien animó a dirigir 120 pulsaciones por minuto. Justo con Campillo acababa ahora de escribir el guion de su próximo proyecto, Enzo, que planeaba rodar a finales de este 2024.
Tras colaborar en varios documentales y dirigir varios cortos, la cadena Arte le invitó a desarrollar un proyecto y así debutó en el mediometraje en 1999 con Les Sanguinaires. Lo compaginó con el que sería su espectacular debut en largo, Recursos humanos (1999), un drama centrado en el choque entre un chaval que comienza a trabajar en el departamento de recursos humanos de una fábrica y su padre, veterano trabajador en esa empresa. Ganó en el Festival de San Sebastián en la sección Nuevos Directores y obtuvo dos premios César, los Óscar del cine francés.
Su segundo largo, El empleo del tiempo (2001), estaba inspirado en el caso real de Jean-Claude Romand -el mismo que Emmanuel Carrère en El adversario- que engañó a su familia y amigos haciéndoles creer que trabajaba en Ginebra en la Organización Mundial de la Salud y tras lustros de vivir pidiéndoles dinero, acabó asesinando a su esposa y a sus hijos. Cantet lo centró otra vez en las relaciones laborales, en el aplastamiento del ser humano por la maquinaria profesional: "No me interesa si existe el mal. Lo que me interesa es intentar entender los mecanismos de las personas y para conseguirlo lucho por no entrar en juicios morales. Como dice Renoir, cada uno tiene sus razones. Y son esas razones las que quiero estudiar"...
Su cuarto filme le consagró. La clase ganó la Palma de Oro en Cannes en 2008. En ella jugó a mezclar realidad y ficción al adaptar un libro biográfico que François Bégaudeau, un profesor de un colegio de París, que aparecía en pantalla junto con otros profesores y alumnos interpretándose a sí mismo. Cantet creó un taller de trabajo con los alumnos antes de seleccionar a los que formarían el equipo definitivo y rodar lo que ocurría entre ellos y Bégaudeau. "Buscaba los momentos de tensión dentro del aula y ver como se resolvían. Al provocarles les permite pensar. Aunque yo no diría que es agresividad lo que aplica con ellos, sino ironía y verdad", insistía en su estreno...
Hacia el final de La clase, una alumna le dice al profesor al acabar el curso: "Yo no he aprendido nada. No entiendo lo que hacemos". Con Laurent Cantet, aprendemos del cine y dela vida.
Gregorio Belinchón. El País, viernes 26 de abril de 2024.
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