lunes, 8 de abril de 2024

"Sur les chemins noirs"/ "Mi camino interior"

La película Mi camino interior responde a una estructura narrativa conocida: seguimos a un personaje mientras nos va intercalando escenas de su pasado. El título ya contribuye a esta idea: alguien , motivado por un trauma , se propone un viaje  con un fin emocional, y quizá terapéutico. Sylvain Tesson  (París, 1972) es un viajero, geógrafo, alpinista, aventurero y escritor muy popular en su país (Francia), que además es lo que allí llaman un stégophile -y en inglés, rooftopper-, que es algo así como un adicto a caminar por los tejados, en particular de iglesias y catedrales.

Viene a cuento todo esto porque en 2014, con una curda de mil pares, se le ocurrió escalar diez metros de fechada del chalé de un amigo en Chamonix-Mont-Blanc, y la caída le produjo importantes lesiones de las que logró, con mucha paciencia y trabajo, recuperarse. En consecuencia, se hizo la promesa de caminar en solitario, desde París hacia el norte, para llegar al mar después de recorrer 1.300 kilómetros por rutas poco o nada transitadas en busca de libertad. De aquella peripecia de casi cuatro meses, Tesson publicó en 2019 Sur les chemins noirs, que sirve de base a un filme que se adivina un desafío en cuanto a producción.

Con la ayuda de títulos a pie de cuadro, el espectador va marcando varias de esas etapas -al tiempo que sirven para indicarnos los espectaculares parajes en donde el equipo plantó sus cámaras- y mientras acompañamos al caminante Jean Dujardin, que además es coproductor del largometraje. Ganador del Óscar en 2011 por su papel en The Artist  (Michel Hazanavicius, 2011). el actor asumió el riesgo de una obra bastante contracorriente para lo que se estila en las salas comerciales y aprovecha las posibilidades de un registro alejado de la comedia y la acción que dominan en buena medida su filmografía.

El espectador asiste a su tránsito, reforzado con reflexiones en off sobre su situación personal pero también en torno a la naturaleza -en particular a las alturas, a la montaña- como el mejor tónico para superar los traumas, sin olvidar pinceladas sobre la Francia vaciada, el despoblamiento, el olvido del mundo rural -sin dotación de servicios públicos-...

En fin, que la película puede no aportar mucho a lo ya sabido, tanto en su armadura dramática como en el aspecto espiritual, pero la fotografía saca un gran partido al paisaje y el resultado conjunto luce un agradecido valor tonificante.

Miguel Anxo Fernández. La voz de Galicia, domingo 7 de abril de 2024.

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