El por qué de este blog y su título.
En este septiembre de 2024 se han cumplido 13 años del nacimiento de este blog al que en su día le di el nombre de Leer y tejer. A lo largo de estos años el número de lectores no ha dejado de crecer, si bien ha sido en este 2024 cuando los números se dispararon de un modo sorprendente. Veamos algunos números y cifras. El blog cuenta hoy, 18 de octubre, con 3.433 entradas y 168.162 visitas. Antes de nada, mi gratitud a los lectores que lo visitan, en un número tan reconfortante.
Verme tan acompañada significa que aquellas razones que me movieron a escribir han sido acertadas. Mi necesidad de abrir una conversación que me ayudase a sobrellevar la soledad que supuso la muerte de mi compañero de vida, mis hijos ya fuera de casa, en Madrid, viviendo sus propias vidas. Esa fue la primera razón, sin duda.
Pero, ¿de qué hablar? Algo que conociese, me gustase y que tuviese interés para los demás. Si mi vida profesional se había construido en torno a Francia de un modo tan satisfactorio como fue, podría compartir mis experiencias al mismo tiempo que seguir aprendiendo sobre ese país, su cultura y sus habitantes. Luego surgieron las imágenes en torno a dos de mis actividades preferidas: Leer y tejer. Leer sobre Francia, no solo literatura, seguir también su actualidad cultural y social. De ahí la idea de crear un periódico, un journal de noticias, publicadas en diarios españoles sobre Francia. Así, descubrí que las relaciones entre los dos países son mucho más estrechas de lo que creemos, siempre hay algo en la prensa sobre nuestros vecinos. Cada día. ¿Tejer? Siempre me ha gustado el crochet que me ha servido para ir uniendo a muchas de mis amigas y amigos; ahora, desde que soy abuela, en particular, niños y niñas. ¿ Servirían esos textos que aparecen en Leer y tejer para iniciar una red de lectores sobre el país amigo? A la vista de lo números parece que sí. Al mismo tiempo, esos fragmentos escritos, unidos entre sí, serían los hilos sueltos que con la ayuda del crochet acaban formando un tapiz... Hay, entre ellos, algunos que revelan otra de mis aficiones, menos a la vista que las otras dos: escribir, un total hasta ahora de 193 entradas firmadas con mi nombre que aparecen en el blog, según mi tiempo disponible o mi estado de ánimo que de cuando en cuando me pide silencio. Son esos artículos que aparecen en la página principal o portada del blog. Agrupados según los temas que tratan: cuadernos de viaje, lugares no comunes, leer y pensar, ser y sentir... Son los hilos fuertes que unen a los otros, los que cumplen la función del crochet, los que dan sentido al blog. Los últimos que he escrito son del año 2022: Tiempo de viajes: ¿Marruecos o Colliure?, julio de 2022 y Cuando muere un escritor, octubre de 2022.
Los hilos del retorno
Desde hace unas semanas se mueve algo en mi entorno ¿pueden ser hilos sueltos de pequeños acontecimientos que me piden que los transmita en el blog ya que los tres vienen de Francia? Así lo interpreto y así se los cuento. Son los hilos del retorno.
Me jubilé en 2018 y desde entonces, sobre todo, gracias a este blog, he seguido unida a lo que ha sido uno de los pilares que me sostienen. Aunque los viajes a Francia han disminuido, conservo casi todas mis amigas, salvo mi querida A. D., y amigos que allí viven. Un cambio en mis costumbres, en mis desplazamientos desde mi casa, a unos seis kilómetros de Santiago, fue el primer signo de aires nuevos en mis relaciones con Francia. Poco a poco voy sustituyendo mi pequeño y ya viejo coche por un autobús. Un autobús también pequeño que no tiene número al que los usuarios llamamos autobús del Polígono, debido a algunas de sus paradas en una zona industrial. Lo que más me sorprendió, cuando inicié mi etapa de otra pasajera más, fue la cortesía y la humanidad que se respira en ese vehículo. La responsable es sin duda la chófer, Nelly, una mujer joven que con su simpatía y su profesionalidad convierte el breve viaje en un paseo matinal estimulante para empezar la jornada de trabajo de la mayoría de los pasajeros. Si han visto la película El 47, El autobús del Polígono podría ser un descendiente suyo. Cerca de la parada hay un parking para caravanas. En septiembre del año pasado tuvieron lugar mis primeros encuentros en esa parada con parejas de franceses que querían conocer Santiago y así me voilà convertida en guía e intérprete del autobús para esos visitantes que me proporcionan momentos agradables alimentando mi otro yo, mon double je. Con los últimos de la temporada, procedentes de Saint-Étienne, compartí un petit café antes de despedirnos.
A finales de agosto le tocó a mi hija enganchar un nuevo hilo que pedía a voces volver al lugar de donde había salido. En el otoño de 1970 me incorporé, como assistante de español, en el Lycée Camille Jullian de Bordeaux. Aunque mi llegada no se desarrolló como yo esperaba, pronto me dejé atrapar por la ciudad y sobre todo por las personas que me rodeaban, en particular por los profesores de español del instituto y mis colegas assistants de otros países. Ellas y ellos me ayudaron a descubrir no solo la ciudad, también su rica vida cultural: museos, librerías, conciertos...No recuerdo con exactitud el nombre de la librería, probablemente, la librería Mollat, donde con uno de mis primeros "salarios" compré dos serigrafías de Picasso, un toro y su torero, en una, un bailarín y la cabra en la segunda, negro sobre blanco, que me acompañaron a lo largo de mi vida: primero, en Orense, en la casa de mis padres, luego, me fueron siguiendo en las distintas casas y lugares donde viví, Vigo, Padrón, Santiago y donde vivo hoy, Viduido. Hace unos años, no muchos, un día, mi hija, me sugirió que "esos picassos" ya llevaban mucho tiempo con nosotros y que mejor sería darles un respiro. Empecé por guardarlos en el desván, donde voy acumulando todo aquello de lo que me cuesta separarme. Hasta que un día tropecé con ellos y en vista de cómo el desván se llenaba, decidí deshacerme de uno, y lleve el "bailarín" a los contenedores de basura.. Lo dejé, medio escondido, al pie de uno de ellos, deseándole una nueva y feliz vida. Cuando mi hijo cambió de piso, hace unos tres años, me preguntó por los dibujos de Picasso. Se me encogió el corazón. Menos mal que pudo llevarse el toro y el torero. A finales de este verano vi aparecer a mi hija, que había salido a un recado, en la cocina, con el dibujo de la bailarina en sus manos. Indignada ante su abandono. Lo había encontrado donde yo lo dejé. No dije nada, pero sí pensé que un pequeño milagro acababa de suceder: Picasso vuelve a casa.
El joven cantante de ópera, Alejandro Baliñas (Villestro, 1997) es noticia estos días en Galicia. La Voz, nuestro periódico regional, uno de los de mayor tirada en España, ha publicado dos noticias destacadas sobre él. La primera, el domingo 13 de octubre, con este titular: El bajo Alejandro Baliñas gana el concurso Neue Stimmem 2004. Esta misma mañana, 22 de octubre, una entrevista al artista ocupa la página central de la sección de cultura. El título de la entrevista es una reivindicativa frase suya: "Las instituciones deben potenciar el talento local cuando se está formando". El primero de los artículos, nos dice que además del reciente éxito obtenido en Renania, donde logró el primer premio compartido con la soprano polaca Magdalena Lucjan, fue también merecedor del Premio del Público y del Premio Especial Patagonia Voice. En ese primer artículo figura su recorrido del que voy a seleccionar su estatus de artista residente en la Ópera de París desde 2021, formando parte también de su ensemble, "fogueándose en un buen número de títulos y funciones, compartiendo escenario con los más reputados artistas de la actualidad". Lo que muy pocos de sus admiradores saben, salvo aquellos que, por lo que voy a contar ahora, fueron testigos de ello, es que Alejandro Baliñas fue mi alumno en 2º de ESO, por lo tanto, alumno de francés, lengua en la que ahora habla como un parisino más. Fui la primera que quiso acercarlo a esa lengua y a esa cultura. Quise hacerlo pero no lo conseguí en ese momento. Un momento difícil para los dos. Alejandro tiene entonces trece años y escoge mi clase para mostrar su potente rebeldía adolescente. Su profesora, que ha perdido a su marido, hace poco más de un mes, es consciente de su fragilidad a flor de piel. El desistimiento se extiende a lo largo de los nueves meses que dura el curso escolar. Las cosas mejoraron cuando los acompañé a Paris, a él y a sus compañeros de promoción, dos años más tarde. En ese viaje destacó por su comportamiento, siempre atento y servicial, especialmente conmigo. Una escena se ha quedado grabada en mi memoria para siempre: Plaza de la Ópera de París. Nuestro grupo de alumnos y profesores se reúne allí. Levanto la mirada hacia la fachada y lo veo: Alejandro Baliñas abraza una de las estatuas de un lateral. Me acerco y me dice: "Profesora, este es mi sueño, aquí quiero venir". Sueños que, esta vez, se cumplieron. Nunca hemos hablado de nuestro primer encuentro, ni hace falta, ese hilo suelto de aquel año, ya esta sujeto en el Cielo de Chagall de la Ópera de París.
Carmen Glez Teixeira. Domingo, 27 de octubre de 2024.