Entre los modernos autores de libros sobre el reino vegetal no es común encontrar a taladores orgullosos. La mayoría tiende a destacar la capacidad asociativa de las raíces el valor del musgo, incluso la inteligencia de las plantas, el poder de lo minúsculo, y por eso llama (paradójicamente) la atención que Roques se centre en bosques legendarios del planeta, en los árboles más famosos que utiliza como símbolos para explicar historias globales.
Así Roques se desplaza al Monte Líbano, víctima de la primera gran defosteración narrada de la historia, a manos de Gilgamesh, y desde sus laderas actualiza el estado de "el padre de todos los bosques" antes de devanar algunos grandes hitos históricos vinculados a los árboles: el emperador Adriano delimitó el primer coto de tala al observar los excesos que cometían los leñadores; Felipe VI de Francia fue el primer denunciante de la explotación de un bosque decretando la Ordenanza de Brunoy en 1346, una especie de código forestal que da origen a la silvicultura; la aparición del hacha y sobre todo la motosierra -después de la II Guerra Mundial y tras más de 4.000 años de hachas-, detonaron el arrasamiento sistemático de millones de troncos destinados especialmente a carbón vegetal.
La aceleración de la tala se expresa en cifras conmovedoras, porque Roques combina la historia y la estadística con su propia biografía y con viajes que igual realiza a una reserva de cedros -junto al incienso, planta que inaugura la perfumería- que a un campamento de excarboneros gitanos o a Borneo, donde la fiebre por la palma aceitera ha convertido al bosque biodiverso en monocultivo.
Hay viajes más sugerentes que otros, a veces la narración se desequilibra un poco, pero los símbolos son tan mayúsculos que su encanto mantiene el interés, adonde no llega el narrador alcanza el mito. Y es que, cómo sustraerse a la resiliencia de los árboles de Angkor, Hiroshima o Chernóbil; a los dos años que Julia Butterfly Hill pasó viviendo en una plataforma construida a 60 metros del suelo para defender a una secuoya.(...)
El aroma de los bosques siempre insinúa, situándose en ocasiones en estimulantes encrucijadas morales. ¿Sobre el futuro de los bosques? Roques prefiere confiar. Habrá que leerlo para saber por qué.
Gabi Martínez. Babelia. El País, sábado 28 de septiembre de 2024.
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