Gisèle Halimi. |
Ese juicio, conocido como el caso Tonglet-Castellano o el proceso d'Aix-en-Provence -ciudad donde se produjo el 2 y 3 de mayo de 1978-, fue una ruptura social, política y legislativa en torno a la violación. Halimi consiguió lo que tenía en mente cuando se hizo cargo de la acusación.
Quería y hubo un cambio en la concepción de la violencia sexual para la sociedad francesa alrededor de la que Halimi dio forma a la frase "la vergüenza tiene que cambiar de bando".
Quería y hubo un aprendizaje de lo que entonces no tenía nombre pero hoy se conoce como cultura de la violación : habló de las agresiones como dominación y no como sexo, de que las mujeres no pueden tener que elegir entre ser ser violadas o defenderse hasta la muerte , de la libertad de hacer lo que cada una quiera, donde quiera y con quien quiera.
Quería y hubo un cambio legislativo para redefinir el delito de violación que en Francia, hasta entonces, era eso, un delito... Poco después del juicio, la senadora Brigitte Gross hizo una proposición de ley sobre violencia sexual a la que la Asamblea Nacional francesa dio luz verde el 19 de noviembre de 1980: se amplió el concepto y los supuestos, subió la pena y dejó de considerarse que en una relación no puede producirse una agresión.
Y también quería y también hubo una modificación en el procedimiento por el que los juicios de violación, tradicionalmente a puerta cerrada , ya no tuvieran que serlo más a no ser que la mujer que había sufrido la agresión lo pidiese. Dejaron también de juzgarse ante lo que se llama Tribunal Correccional, que se ocupa de los delitos, y pasó a hacerse ante la Corte Penal, que es competente para los crímenes.
Ese juicio de hace 46 años y su cascada de consecuencias fue el origen de que hoy, en Aviñón, Gisèle Pelicot se coloque donde lo hace -de frente a sus 52 violadores, entre ellos su marido y delante de un micrófono- y como lo hace -cabeza alta , cara descubierta-. Antes de una lucha siempre ha habido otra . Y la de hoy de Gisèle Pelicot la dio antes Gisèle Halimi. "En esta lucha contra la violación hay una lucha de mujeres que, por supuesto, siempre he liderado, pero que no he liderado independientemente de las demás. Es con las mujeres y los hombres de este país, con ellos es la lucha por un cambio en la sociedad", dijo ante el tribunal.
Esas mujeres y hombres fueron quienes salieron a la calle durante los cuatro años que tardó en comenzar el juicio; con su asistente, Agnès Fichot; y con Tonglet y Castellano, que aceptaron que no se diera a puerta cerrada, que aceptaron las cámaras y los periodistas, que no se escondieron porque no tenían por qué.
"Al principio, para ellas y para las demás mujeres, había vergüenza, clandestinidad, culpa; finalmente comenzaron a hablar", recordó la abogada al tribunal. Pocos días después, el 12 de mayo, Tonglet y Castellano escribieron un artículo que apareció en el periódico Libération: "Fuimos violadas, vandalizadas y venimos a decirlo públicamente y sin vergüenza. Y sabemos que también hemos hablado en este juicio para que las mujeres no sientan más esa soledad que mata". Ese "no estáis solas" que Pelicot lanzó a otras víctimas hace unos días...
Isabel Valdés. Madrid. El País, lunes 23 de septiembre de 2024
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