viernes, 28 de febrero de 2025

Benjamín Alard en la Fundación Juan March

El clavecinista francés resucita el 'órgano de cuerda' de Wanda Landowska en la Fundación March. El pasado  5 de febrero, el clavecinista Benjamín Alard terminó su concierto en la Fundación March con Desde las profundidades clamo, BWV 745, un preludio coral de dudosa atribución  a Johann Sebastian Bach. La obra nos ha llegado a través de fuentes tardías y contiene un fragmento de una alemanda de su hijo Carl Philip Emmanuel (de la Suite en mi menor Wq. 62/12), que no escribió hasta un año después de la muerte de su padre, de ahí las dudas mencionadas. En cualquier caso, no parecía que tuviera  mucho sentido añadir una propina después de hora y media de las Variaciones Goldberg que acababa de interpretar. Pero en cuanto Alard empezó a tocar el coral que abre la obra dando todo el protagonismo al poderoso registro grave de 16 pies del clave Pleyel, que hizo sonar como un gigantesco archiláud, quedó bien claro que su "clamor desde las profundidades" iba encaminado a este particular instrumento, hoy completamente olvidado y creado por la casa francesa de pianos para la legendaria Wanda Landowoska en 1912.

La Fundación Juan March ha traído a Madrid desde el Archivo Manuel de Falla un ejemplar de Grand modèle de concert de Pleyel. Se trata de un instrumento que el clavecinista colombiano y discípulo de Landowska, Rafael Puyana donó hace doce años a la institución granadina. Un robusto armatoste con dos teclados de piano de cinco octavas y varios registros que accionan desde una lira de siete pedales. Se afina como cualquier instrumento moderno y la elevada tensión de sus cuerdas le confiere una resonancia muy superior a cualquier instrumento de época, además del registro de 16 pies que amplía sus graves. No es fácil llamarlo clave, aunque gracias a este instrumento que popularizó Landowska en la primera mitad del siglo XX resurgió el clave histórico que, tras su muerte en 1959, impulsaron nombres tan legendarios como Gustav Leonhard. Quizá debemos bautizarlo como "órgano de cuerda", tal como hizo la propia Landowska en un artículo sobre los antepasados del piano en la revista francesa Musica: "Se decía que el órgano es una conjunción de instrumentos de viento, lo es de instrumentos de cuerda". 

El concierto de Alard formaba parte del ciclo La dama de la clave. Landowska y España, comisariado por la musicóloga Sonia Gonzalo, que aspira dar a conocer la figura emblemática de la clavecinista polaca junto a su peculiar instrumento.. Ya en su primera velada el pasado 29 de enero se interpretó el pionero Concierto para clave, flauta, oboe, clarinet, violín y violonchelo, que Manuel de Falla escribió para Landowska y su clave Pleyel en 1926, con Mahan Esfahani como solista. 

El plato fuerte del ciclo ha sido, sin duda, la interpretación de las Variaciones Goldberg de Bach, en el mismo instrumento donde las tocó y grabó por primera vez Landowska en 1933. De hecho, su segunda grabación, realizada para RCA Victor en 1945 y reeditada en el formato de LP cinco años más tarde fue todo un superventas en Estados Unidos. Un éxito que allanó el camino para la famosa grabación con piano de Glenn Gould, de 1955, que realizó para su rival Columbia. Alard ya había experimentado con esta misma obra al tocarla con el Grand modèle de concert del Archivo de Manuel de Falla en el Festival de Granada de hace dos años. Una interpretación  que entonces se convirtió en una extraña experiencia por su difícil relación con los mecanismos del instrumento de Landowska. Hablamos, no obstante, de uno de los principales especialistas mundiales en la obra para teclado de Bach, que está grabando íntegramente para Harmonia Mundi, (...)

En todo caso, lo más atractivo de las Goldberg de Alard con un Grand modèle de concert fue su personal dominio de las combinaciones tímbricas que ofrecen los registros del instrumento. El clavecinista francés huyó de cualquier influencia de Landowska y encontró su propio camino desde el aria con la que comienza la obra, una zarabanda cuya melodía adornó con gusto en la exposición  e intensificó en cada repetición. Desarrolló esa misma idea en prácticamente todas y cada una de las treinta variaciones, lo que alargó la obra hasta superar ligeramente la hora y media...

Pablo L. Rodríguez. Madrid, 6 de febrero de 2025.

jueves, 27 de febrero de 2025

Eduardo Halfon , premio Médecis

Escritor esquinado, donde los haya, personalísimo, heterodoxo, con un español brillante y de difícil emulación, un secreto a voces, Eduardo Halfon (Ciudad de Guatemala, 1971) se alzó con el premio Médicis a la mejor novela extranjera de este 2024 en Francia gracias a Tarentule (Tarántula), novela publicada originalmente en castellano en el sello Libros del Asteroide, que dirige el editor gallego Luis Solano, el pasado junio ( en septiembre apareció en el país vecino en La Table Ronde). Tarántula, como buena parte de su obra, por no decir toda, bucea en un episodio de la infancia del autor para, en esta ocasión, reflexionar sobre el legado de la violencia y el poder de la palabra. Lo suyo es una mezcla exquisita  de realidad, ficción y memoria. En este libro, ya en su segunda edición en España, rememora un acontecimiento pasado, cuyos motivos e implicaciones solo se empezarán a dilucidar  unas décadas después, durante reencuentros fortuitos en París y Berlín con algunos de sus enigmáticos protagonistas. Tarántula narra la historia de dos jóvenes hermanos exiliados desde hace años en EE.UU. que, a finales de 1984, vuelven a Guatemala para participar en un campamento de niños judíos en un bosque perdido de las montañas del altiplano. Poco saben de su país natal, y ya apenas hablan español. Sus padres les han insistido en que irían  a pasar unos días para aprender no solo formas de supervivencia en la naturaleza, sino también formas de supervivencia en la naturaleza para niños judíos. Que no es lo mismo, les han dicho.

H. J. P. Redacción/La Voz de Galicia, jueves 7 de noviembre de 2024.

miércoles, 26 de febrero de 2025

Laurence des Cars. Directora del Louvre

Laurence des Cars. (Foto: Ed Alcock/MYOP)
"El turismo de masas no es una maldición, sino un orgullo". El Louvre, 40 años después de su última gran reforma, necesita adaptarse para seguir ofreciendo una experiencia a la altura de su leyenda, explica su directora y presidenta, Laurence des Cars (Antony, 58 años) en una entrevista con El País y cuatro periodistas europeos del grupo Lena. Emmanuel Macron a dos años vista de las elecciones presidenciales, ha decidido emprender la reforma. Nadie duda ya, y menos Des Cars, la primera mujer al frente de la institución, que el museo ha vuelto a quedar obsoleto tras su última renovación en 1981. El turismo de masas ha aniquilado cualquier estructura  que no estuviera pensada para la multiplicación exponencial de viajeros. Hay que construir una nueva entrada, reordenar las salas y hallar un lugar adecuado para la La Gioconda, alrededor de la que gira toda transformación. 

P.- Usted ya había alertado sobre la necesidad de lanzar este proyecto en 2023. ¿Por qué solo ahora el presidente de la República ha sido convencido de iniciarlo?

R.- Habíamos constatado el envejecimiento del edificio y de las instalaciones técnicas del Gran Louvre, que está llegando al final de su vida útil, 40 años después de su creación con la Pirámide, convertida ya en un símbolo del museo. Este diagnóstico también está vinculado a una afluencia masiva de visitantes y a una saturación.

P.- La Pirámide, concebida para recibir a cuatro millones de habitantes, hoy acoge a nueve. ¿Cómo gestionan esta situación?

R.- Desde mi llegada, hemos implementado un límite de 30.000 visitantes por día. Los equipos me alertaron sobre la necesidad de establecer este tope. El Gran Louvre fue un magnífico gesto de modernización, pero no incluyó la otra mitad del museo, más al este, alrededor de la Cour Carrée. La columnata y la explanada en frente no han sido renovadas desde los años sesenta.

P.- ¿Cómo conciliar la experiencia de la visita al Louvre con el fenómeno del turismo de masas?

R.- No desprecio el turismo. Todos somos viajeros culturales. El turismo masivo es una realidad del mundo actual y una fuente de orgullo para el Louvre, el museo más visitado del mundo. No es ninguna maldición, es una ventaja. Hay muy pocos museos con una historia tan larga como la del Louvre, de casi 900 años. Hoy  cerca del 90% de las visitas están prerreservadas. El proyecto tiene como objetivo mejorar la recepción de los visitantes, distribuidos en flujos y ofrecer una experiencia de visita más cómoda, algo que se ha perdido en cierta medida. El Louvre no se resume en la Mona Lisa.

P.- ¿Cómo hará para que el Louvre no se reduzca solo a la Mona Lisa? Muchos visitantes expresan su decepción...  

R.- Porque la Mona Lisa forma parte de un cierto imaginario. Y ese imaginario siempre decepciona cuando se topa con la realidad. Lo preocupante es cuando los visitantes se sienten decepcionados porque ven la obra en malas condiciones. Por eso, la Mona Lisa tendrá una sala entera  para ella, que permitirá una experiencia óptima para los visitantes, con una mejor gestión de los flujos y nuevos accesos. Si pasas rápidamente por delante, te pierdes su genialidad y  belleza. Por eso queremos construir un espacio a su medida, en el que también se informe mejor al público sobre su historia. La Mona Lisa no es solo una imagen; es una obra de arte frágil, pintada sobre un panel de álamo. Nuestra misión es hacerla accesible sin comprometer su conservación. Cada visitante deberá reservar su entrada a esta sala, lo que garantizará un tiempo adecuado para la contemplación. Será una extensión del tique general del Louvre.

P.- ¿Y no teme que los visitantes solo acudan a ver la Mona Lisa y no el resto del Louvre?

R.- Las encuestas muestran que el 70% de los visitantes quieren ver la Mona Lisa, pero no vienen solo por ella. El Louvre sigue siendo un destino en sí mismo. Otras obras emblemáticas como la Victoria de Samotracia y la Venus de Milo seguirán siendo puntos de atracción clave...

Daniel Verdú. París. El País, domingo 16 de febrero de 2025.

martes, 25 de febrero de 2025

Los pájaros de Max Ernst anidan en el Bellas Artes de Bilbao

Les mains aux oiseaux de Max Ernst.

El museo expone el depósito de 54 obras del primer pintor que se sumó al surrealismo. Max Ernst (Brül, Alemania, 1891-París, 1976) fue el primer pintor al que eligió André Breton para que se uniera al movimiento surrealista. El autor del manifiesto había visto cómo el artista alemán era capaz de reinventar el mundo destruyendo toda lógica visual. Dos exposiciones celebradas en París en 1926 certificaron su pertenencia al surrealismo y lo confirmaron como uno de los grandes. Fue en la galería de Aram Mouradian y Leonard van Leer en el 41 de la rue de Seine. Muchas décadas después, una gran parte de aquellas obras (54) han sido depositadas en el Museo de Bellas Artes de Bilbao durante cinco años. Artista difícil de disfrutar en colecciones públicas españolas (el Reina Sofía posee dos cuadros y el Thyssen, cuatro), el museo vizcaíno dedica tres salas al artista. La exposición del legado, comisariada por Miriam Alzuri Milanés, estará abierta hasta el 30 de junio. Una vez que termine la muestra y cuando concluyan las obras de ampliación del museo, el depósito se trasladará a las salas de la colección permanente.

Les mains aux oiseaux (1925) está en el comienzo del recorrido. El artista de perfil aguileño, que se consideraba un ave humana, utilizó los pájaros en sus primeros experimentos creativos, como el frottage. Soldado en la I Guerra Mundial, su obsesión por las aves procedía de que el canto de los ruiseñores que escuchaba en su niñez  fue sustituido por los ruidos de la muerte. Recuperó la compañía de los pájaros cuando decidió convertirlos en humanos y de nuevo cuando, el 5 de enero de 1906, murió Hornebom, su querido loro. Ese mismo día nació su hermana Loni y Ernst decidió fusionar al pájaro con la niña, en una suerte de reencarnación del animal en el cuerpo de su pequeña hermana. (...)

El historiador francés Georges Sebbag (Marrakech, 1942), especialista en el periodo surrealista ha hecho para el museo  una detallada monografía sobre Max Ernst y ha estudiado a fondo el depósito que ahora se puede ver en Bilbao. En la víspera de la inauguración de la exposición, el historiador dice que no se puede precisar el número de obras producidas por Ernst ("entre 2000 y 4000", bromea), pero que el conjunto de las obras depositadas en el museo ilustra perfectamente el comienzo surrealista y su incorporación plena al movimiento.

Deux jeunes filles en de belles poses (1924) es un óleo tan espectacular como inquietante, realizado el mismo año en el que André Breton publicó el manifiesto surrealista, 1924. Como un auténtico precursor, Ernst lleva a la pintura las técnicas asociativas de imágenes que había desarrollado unos años antes en sus collages dadaístas. En el cuadro, objetos sin aparente relación entre sí aparecen asociados libremente. A la izquierda se ven dos desnudos de mujer, de espaldas y sin cabeza. A la derecha hay una mano y un brazo en alto que parece aproximarse a las mujeres. Elementos vegetales y orgánicos flotan al fondo para completar la imagen de desasosiego.

Ángeles García. Bilbao. El País, viernes 14 de febrero de 2025.

lunes, 24 de febrero de 2025

"La tutoría"

"Armand, otra vez", dice la profesora al director del colegio. La frase no necesita demasiadas explicaciones. Cualquiera entiende "otra vez". Reiteración, hartazgo. El clásico alumno que se sale del tiesto. De hecho el título original  toma su nombre Armand. Para su estreno español se ha rebautizado como La tutoría. Una reunión con los padres de la víctima, con la madre del crío problemático, y con la maestra, el director del colegio y la orientadora. El comité de crisis ¿Una travesura más? No, una agresión sexual. Armand tiene seis años. Hay película aquí. 

Entre el tradicional "jugar a los médicos" y "querer verle los orificios" y, "sino se deja, hacérselo analmente", hay una distancia. Para su debut en el largometraje, premiado en el Festival de Cannes con la Cámara de Oro a la mejor ópera prima, el joven Halfdan Ullmann Tondel ha compuesto una pesadilla en los pasillos y las aulas de un colegio. Desde el principio elementos de intriga, casi de terror. Fotografía áspera, grisácea, gélida. Puesta en escena poco convencional: cámaras en los cogotes; planos inclinados al estilo Carol Reed; primerísimos planos con los rostros al borde de la exageración, como si quisiera entrar en las psiques de sus criaturas a través de la mirada punzante. Las felices paredes con las fotos de los chavales y sus dibujos infantiles se convierten en turbios esquinazos al ritmo de una banda sonora  de aplastante inquietud por sus contrastes: agria para los momentos felices, y feliz para los instantes agrios. Y un retrato de personajes de enorme ambigüedad, con ramalazos alrededor del suicidio, la violencia de género, la sexualidad y la naturaleza de la violencia.

La tutoría no es una película complaciente. Es muy buena, pero no es sencilla de ver. Conforme avanza , se vuelve más conceptual que concreta. Simbólica hasta lo casi suicida. Una secuencia con un ataque de risa y otras dos con sendos bailes de corte vanguardista pueden expulsar a los espectadores que solo busquen explicaciones. Aquí no las hay (del todo). Y sí una cierta excentricidad y una relevante reflexión sobre el contacto físico y sobre la dicotomía entre la tolerancia y la irresponsabilidad. La civilizada Noruega, entre la impertinencia , las crucifixiones públicas, el peligro de las apariencias, la perversión del retorcimiento del lenguaje y la policía de la moral.

Javier Ocaña. El País, viernes 14 de febrero de 2025.

domingo, 23 de febrero de 2025

La pregunta que nos acecha: ¿podría haber hecho más con mi vida?

Los momentos de satisfacción con uno mismo duran un suspiro, escribe en un ensayo la filóloga franco estadounidense Marina van Zuylen. Estar en el punto medio en la vida y no entre los triunfadores preocupados por su legado no tiene nada de malo. 

No importa quiénes somos ni qué hemos conseguido: pocos escapamos a la sensación de que podríamos haber hecho mucho más en nuestra vida. Sí, recordamos momentos en los que nuestros logros nos produjeron vértigo, en que nos sentíamos en la cima del mundo. Pero por lo general, momentos así duran un suspiro, y nos abocan a un sinfín de dudas acerca del lugar que ocupamos, el legado que vamos a dejar, el impacto que producimos en el tejido de la existencia. Por desasosegantes que sean las noticias de la mañana -terremotos, guerras, asesinatos-, la mayor catástrofe que podemos temer no es otra que nuestra posible insignificancia personal. Preguntemos a un amigo cercano al que haya golpeado de lleno la crisis de los cincuenta qué fue lo que le llevó a dejar una relación suficientemente buena por la incertidumbre y el caos, y que prefiriese a la larga las mayores penurias al hastío y a las dudas sobre su propia persona. La búsqueda de una vida mejor, en pos del reconocimiento que solo parece que es posible alcanzar en otra parte, ha alejado a mucha gente de la servil rutina, gente que no ha tardado  en descubrir las dificultades  que presenta sortear las asechanzas de la vida insuficiente. Pero por mucho que los individuos más inquietos traten de abandonar la monotonía cotidiana, siempre habrá momentos  en los que inevitablemente, se detendrán a reflexionar sobre aquello que los antiguos  llamaban aurea mediocritas, ese áureo territorio intermedio que marcaba distancias  respecto a los excesos y tachaba  de ilusorio todo lo que no fuera animado por el espíritu de la proporción y la mesura.

Hubo, sin duda, un tiempo en el que la buena mediocridad se aparecía como un cumplido, un elogio brindado por individuos tales como Aristóteles, Horacio y Marcial. Ocupar este territorio intermedio no era nunca una excusa para los que no habían logrado nada más, ni una justificación del status quo. La mediocridad, de hecho, puede ser áurea. Aurea mediocritas, la preciosa mediocridad, era el camino que tomaban quienes asumían  la prudencia como norma existencial y se alejaban de los extremos, en especial cuando el éxito y el engreimiento suponían una amenaza para su vida equilibrada. Jorge Luis Borges no erraba el tiro cuando bromeaba acerca de "la más burda de las tentaciones del arte: la de ser un genio". La hibris nos hace soñar con la grandeza, pero ese sueño es transitorio, por más que nos proteja -aunque temporalmente - de la amenaza de pasar  desapercibidos, de que otros nos dejen atrás.

Así, pues, ¿cómo reconciliar esos placeres efímeros del éxito con los posibles aunque contraintuitivos beneficios de no ser el centro de las miradas? ¿Por qué tantos filósofos desde Aristóteles hasta Spinoza y tantos escritores desde George Eliot hasta Emmanuel Bove, han sido fervientes defensores de quienes no se dejan ver?, ¿por qué esa insistencia en despojar de su estigma la mediocridad y convertirla en una vida suficiente? (Virginia Woolf nos pide  que "por un momento examinemos una vida corriente en un día corriente". Lo que ella define como "corriente" es una amalgama de elementos "fantásticos, evanescentes, o engastados con la dureza del acero". Para Wolf, lo cierto es que nada es corriente, todo es un instante del ser, por más que desde el exterior la mayoría de las existencias parezcan forjadas sobre todo por los más irrelevantes instantes del no-ser.

Lejos quedan ya, para mí , los días en que mi actitud fluctuaba entre los extremos, en los que buscaba a todas horas los más dramáticos héroes y heroínas, desalentada o intimidada por la brillantez alarmante de los otros. Hoy solo tengo ojos para los escépticos de la reputación, para aquellos que abrazan alegremente las complejidades del territorio medio. No es tan sencillo reparar en el aurea mediocritas; solo brilla para quien se muestra atento y aspira a separar lo público de lo privado, lo infravalorado de lo que llama la atención...

Marina van Zuylen (Boston, EE UU, 1958) es filóloga. Este extracto es un adelanto de su ensayo Elogio de las virtudes minúsculas. O la excelencia en clave menor (Siruela). Se publica el 19 de febrero con traducción de Lorenzo Luengo.

EL País, Ideas. Domingo 9 de febrero de 2025.

sábado, 22 de febrero de 2025

La reina de las burbujas

Amanda Leite en su pequeña barra madrileña Bocanada.

Es difícil no dejarse atrapar por la magia que irradia Amanda Leite, incansable embajadora de los vinos espumosos que ha logrado con su diminuto local en Madrid convertir cada pequeño trago en algo verdaderamente extraordinario. Leite no es solo responsable de Bocanada, en el barrio de Las Letras de Madrid, sino que se ha establecido como una de las voces más singulares de la hostelería madrileña, defendiendo el poder festivo y refinado de las burbujas.

La sumiller reivindica el buen momento que viven los vinos naturales o con poca intervención. Y su Bocanada con carbónico  que desfilan por su barra es el mejor ejemplo de ello. Entre esos tesoros con carbónico que desfilan por su barra hay una enorme fijación por Austria. Para ella, la bodega de Alexander y María Koppitsch es una fuerte introducción a la frescura, mineralidad y acidez que transmiten esos vinos, "ideales para romper esquemas en torno a lo que puede ser un buen vino espumoso". 

Pero si hay algo que define la esencia de la propuesta de Leite es su obsesión por el champán natural, y en especial por las cuvées de Cazé-Thibaut. Desde que los descubrió  en Media Ración quedó enamorada de esta maison, cuyo  cultivo sin químicos  en el húmedo y difícil terreno de Reims representa un pequeño milagro. "Es champán natural, sin nada que lo maquille sin azúcares añadidos. Es un trabajo impecable", comenta. El espumoso nace la localidad de Châtillon-sur-Marne, un pueblo situado en Vallée de la Marne. En su pequeña barra madrileña Leite también apuesta por una propuesta de cocina itinerante. De chefs coreanos a estrellas francesas en ciernes, abre las puertas de su cocina a talentos de todo el mundo, dejándoles improvisar un menú en constante rotación. Es un sistema caótico, casi anárquico, pero que funciona como un ballet: cada chef trae su historia, sus sabores, y Bocanada les da carta blanca.

Abraham Rivera. Placeres. El País Semanal, 2 de diciembre de 2024.

viernes, 21 de febrero de 2025

Gerónimo Rauch, protagonista de "El fantasma de la ópera"

Gerónimo Rauch encarna al fantasma en El fantasma de la ópera
Todos los jueves hay un hombre que tiene entre sus obligaciones el secuestrar a una soprano, chantajear a sus jefes, matar a un tramoyista de la ópera y lanzar una lámpara de araña sobre un patio de butacas. Los viernes se cuela disfrazado de ángel de la muerte en un cementerio, manipula y amenaza de muerte a la soprano y sus allegados, ahorca a un aristócrata en una ópera en llamas, descubre el poder  de la compasión y desaparece. Ese día lo hace dos veces. ¿Y los fines de semana? No perdona ninguno. 

Desde su estreno en Madrid el 4 de septiembre de 2023, Gerónimo Rauch (Buenos Aires, 46 años) encarna al fantasma de El fantasma de la ópera cinco veces por semana. Su jornada laboral supone recorrer el oscuro arco de uno de los personajes más aplastantes del género función tras función, "Soy como un futbolista que tiene que jugar todos los días", defiende el argentino afincado en Madrid desde hace años, una mañana en el teatro Albéniz, donde se representa la obra.

Rauch ha pasado por esta historia cientos de veces en este periplo, que terminará el 20 de abril, y seguirá en ella cuando en junio, la producción comience a girar por toda España hasta 2027: este mes irá por Torrevieja, Burgos y Vigo; seguirá en julio y agosto por Valencia, Gijón, Cuenca y Valladolid y se afincará en Barcelona cuatro meses en el teatro Tívoli hasta el 1 de febrero del año que viene en Gran Canaria.

Al final Rauch habrá interpretado al fantasma en España durante tres años, a añadir a los otros dos, entre septiembre de 2012 y agosto de 2014, que pasó con la máscara puesta en el West End de Londres. Acabará bordeando las mil funciones. "La única forma de mantener un personaje durante tantos años es si sientes que puedes seguir dándole algo o si te sigo dando algo a ti", aclara. "Yo voy vibrando, utilizando el personaje según mis emociones de ese día".

La versión madrileña ha acercado a Rauch a una estirpe muy singular del teatro: actores capaces de defender la misma función año tras año, temporada tras temporada. Pasa con las obras de mayor aguante en cartel, que suelen ser musicales, especialmente con El fantasma de la ópera (en el West End entre 1985 y 2020), Los miserables (39 años en el West End y contando) y El rey león (27 años en Broadway, sin vistas a detenerse).

Rauch explica que, para él, navegar cada función es, a estas alturas, una especie de trance. Empieza poco después de que el fantasma entre en escena, pasado un cuarto del primer acto, cuando termina de cantar el mítico dueto El fantasma de la ópera: "Y cuando acabamos, yo ya", aquí Rauch chasca los dedos, "como que me olvido. Ya estoy totalmente dentro de la función. Ya no la suelto. Puedo estar en el camerino respondiendo un mensaje y siguiendo todo lo que sucede", prosigue. Gente que trabaja con Rauch asegura que es normal verlo tranquilo, con su mate en la mano, escasos segundos antes de saltar al escenario. Él defiende la partitura. "En ese trance ya me lanzo a la siguiente canción, La música de la oscuridad. La gente piensa: qué tontería cantar esto. No, no, tiene que ser elegante: va de lo pequeñito a la intensidad pura y luego vuelve a lo pequeñito. Es realmente muy difícil. Ya hago esa canción estando dentro del Fantasma"...

"Mira, a mí hay una frase que me da toda la creación del personaje: cuando él dice que lo primero que hizo su madre fue taparlo antes de acunarlo", explica Rauch. "Soy argentino, he hecho terapia toda la vida, siempre freudiano: la madre, la madre, la madre, todo es la madre. Siempre digo: acá hay tela para trabajar"... "Al final, después de todo el viaje, el fantasma termina entendiendo que el amor es otra cosa, y no es la obsesión que siente él. Es un thriller psicológico, y a mi me resulta fascinante", concluye el artista.

Tom C. Avendaño. Madrid. El País, lunes 10 de febrero de 2025.

jueves, 20 de febrero de 2025

"Victoire, la madre de mi madre"

Ganadora del premio Nobel alternativo -aquel que se concedió oficiosamente en el 2018, el año en que la Academia Sueca lo dejó desierto por un escándalo de nepotismo y abusos sexuales en el seno de la venerable institución- y figura mayor de las letras caribeñas. Maryse Condé (Pointe-à-Pitre, Guadalupe,1937) es hoy una voz maravillosamente reconocible para el lector español gracias a la cuidada labor editorial del sello Impedimenta. Fallecida en abril de 2024 em la Provenza francesa- se había establecido en los alrededores de la pintoresca localidad de Gordes con su esposo y traductor de su obra en inglés, Richard Philcox-, Condé siempre mantuvo firme su compromiso político para con su pueblo: toda su obra alienta una reflexión crítica sobre los estragos del colonialismo y la memoria, no solo de la cuestión antillana, sino también del legado africano (hasta dejó su vida en París para viajar tras las raíces y establecerse como profesora en Guinea, Ghana y Senegal). Presidenta del comité galo por la memoria de la esclavitud, alcanzó un notable prestigio en los EE.UU.,  donde impartió clases en variasa universidades, especialmente en Nueva York, donde residió. En sus narraciones ha indagado abundantemente el pasado familiar -caso de Corazón que ríe, corazón que llora (1999) La vida sin maquillaje (2012)-, un esfuerzo autobiográfico del que es ejemplo principal la novela Victoire. La madre de mi madre, que llega a las librerías y en la que se ocupa de su abuela materna, Victoire Élodie Quidal, una mujer que apenas podía nombrar en francés los platos que cocinaba, y que, pese a sus muy humildes orígenes, se convirtió en una celebridad en Guadalupe. El relato de Condé vuela ameno y aparentemente ligero, aunque no escatima descripciones de conductas racistas y de abusos, y brillan en su hermosa prosa ciertos dejes periodísticos. Una lectura gozosa.

H. J. P. La Voz de Galicia. Domingo 19 de enero de 2025. 

miércoles, 19 de febrero de 2025

Bea Lema, el tebeo español, en la meca de la "bande dessinée"

Max y Bea Lema, el primero y la última que han ganado el Premio
 Nacional del Cómic. (Fotos: Alberto Vázquez/F.D Quijano)

Max (Barcelona,1956) y Bea Lema (ACoruña,1985) son el primero y la última respectivamente, de los autores que han ganado el Premio Nacional del Cómic que concede el Ministerio de Cultura desde su instauración en 2007. El veterano historietista lo recibió por las andanzas de Bardín el Superrealista (La Cúpula), a caballo entre lo cotidiano, lo metafísico y lo fantástico, 18 años después, ella lo obtuvo con El Cuerpo de Cristo (Astiberri), donde combina el dibujo con el bordado para narrar una historia autobiográfica de trastornos mentales en el ámbito familiar.

Ambos forman parte también del centenar de historietistas españoles que se lanzan el 29 de enero a la conquista de Angulema, la meca del cómic europeo. Su prestigioso y longevo Festival Internacional de la Bande Dessinée ha puesto este año el foco en nuestro país para celebrar un momento de desbordante creatividad que se ve ensombrecido, sin embargo, por la precariedad endémica del sector y por la amenaza de la inteligencia artificial generativa, cuyo expolio de derechos de autor podría verse amparado legalmente  por un polémico  decreto ley en fase de desarrollo. De todo ello hablamos con Bea Lema.

P.-- ¿Qué relación tiene con Angulema y qué importancia tiene para ustedes acudir al festival?

B. L.- En 2022 estuve seis meses  en la Maison des Auteurs de Angulema realizando mi cómic El Cuerpo de Cristo, gracias a una beca de de Acción Cultural Española. Volver allí es reencontrarme con la gente que conocí entonces y con la editorial con la que trabajo. De hecho, el cómic lo publiqué primero en Francia. Me estimula mucho ir al festival por ver todo lo que se publica allí, que es mucho y muy variado, y el punto de encuentro que supone.

P.- ¿Cómo ha amplificado el festival la repercusión de su obra?

B. L.- En mi caso, aunque mi experiencia es corta, el festival me sirvió para tener contacto  con los que son ahora mis editores y otros que estaban interesados. Y cuando estuve en la Maison pude hablar con otros autores  de muchos países acerca de derechos de autor y cómo negociar un contrato. En ese sentido, Angulema es un lugar idóneo.

P.- ¿Cree que el mercado del cómic español llegará a parecerse un día al francobelga o es soñar demasiado?

B. L.-El caso francobelga es una excepción en el mundo. Envidio su número de lectores y lectoras de cómic y el valor que se da a los artistas  en la sociedad francesa. Eso hace que haya más ayudas y apoyos institucionales. Aquí ese reconocimiento no llega hasta que no recibes un premio importante. A mí me siguen preguntando con asombro: "¿Pero realmente vives de esto?".

P.- ¿Cómo impulsó el Premio Nacional del Cómic su carrera?

B. L.- Yo aún estoy viviendo de las consecuencias del premio. He ganado mucha visibilidad y eso ha aumentado las ventas. El libro ha pasado a estar en todas las bibliotecas públicas del país, me llegan un montón de invitaciones para dar charlas y recibo encargos de cartelismo  de instituciones que valoran mi trabajo y lo pagan mejor.

P.- Además de conceder el Premio Nacional y financiar el despliegue  del cómic español en Angulema, el Ministerio de Cultura ha instaurado recientemente el Día del Cómic y del Tebeo y la Dirección General del Libro ahora lleva el cómic también en el nombre.

M.- Es estupendo y aún tienen que hacer en una cosa : becas, becas, y becas para los autores, ayudas específicas  para el cómic.

B. L.- Estoy de acuerdo con eso, porque tener un proyecto de cómic y vivir de la venta de derechos durante el proceso de creación de la obra es muy complejo. También son muy importantes las iniciativas para fomentar la lectura desde la infancia...

Fernando Díaz de Quijano. El Cultural, 24, 1, 2025.

martes, 18 de febrero de 2025

Las últimas artesanas del junco

Haces de juncos de Juan Pablo Moreiras.

La espectacularidad puede surgir de la suma de nimiedades. El fotoperiodista gallego Juan Pablo Moreiras (Normandía, 57 años) ha encontrado una plasticidad y un exotismo inesperados en estuarios del norte de Portugal. Los tapices vegetales coloreados de azules, verdes, ocres y lilas que captó con un dron son humildes juncales que crecen en las desembocaduras de los ríos Coura, Limia y Miño. Nadie adivinaría a ras de suelo que esas plantas de tallo flexible y minimalista conforman masas donde se confunden la tierra y el agua en juegos de una gran belleza. Con esas imágenes comienza el libro Urdir o junco donde Moreiras ha documentado el trabajo de elaboración manual  de cestos de las esteireiras de Forjäes, una aldea de Esposende, a 75 kilómetros de la frontera natural que traza el Miño entre Galicia y Portugal.

Las artesanas del junco están en vías de extinción. En Forjäes quedan tres. Una de ellas es Mena do Rio. Una mujer de 80 años que ahora transmite su conocimiento a nuevas generaciones en pequeños talleres. El fotógrafo la acompañó a lo largo de un verano para rastrear el proceso de fabricación, que comienza con la siega manual de tallos durante el assejo, el momento de máxima bajamar, cuando los juncales se secan por la falta de agua y la luna se encuentra en cuarto menguante o creciente.

Tras la recolección, los juncos se secan al sol. Una parte se tiñe con anilinas para obtener los azueles y rosas característico de la cestería tradicional. Las productoras seleccionan uno por uno los mejores tallos para trenzar en el telar las distintas piezas que finalmente son cosidas con hilo de yute. A mano elaboran las asas a partir de juncos, una característica que, aclara el fotógrafo, las distingue de otras artesanías del sur de Portugal.

"Es un producto que luego quedó desfasado por el plástico, pero a esta artesanía le ocurre como al oso cantábrico. Estuvo muy mal, pero si se cuida se puede salvar", sostiene Juan Pablo Moreiras. En uno de los textos del libro, el antropólogo portugués Álvaro Campelo se refiere también a esa evolución de la marginación a la reivindicación: "La confianza en el progreso, en los nuevos productos industriales, con la demonización de lo rural y del trabajo artesanal, relegó para los márgenes de lo útil y apreciado los artefactos del junco".

Pero el mundo ha vuelto a girar. El cansancio de "lo fútil", agrega Campelo y la nueva preocupación por "la proximidad y el sentido de lo local" han contribuido a apreciar la actividad de las esteireiras. "La valorización estética y cultural de la artesanía ha hecho resucitar la producción de las cestas del junco. Ellas son funcionales, antes que son objetos de culto o patrimonio museológico", sostiene. Las que salen de las manos de Mena do Río y sus compañeras siguen siendo eficaces para transportar tanto hortalizas como toallas de playa...

Tereixa Constenla. El País Semanal, 4 de enero de 2025.

lunes, 17 de febrero de 2025

"La Red Fantasma" ¿Justicia o venganza?

Hamid sobrevivió a la terrorífica prisión de Saidnaya, próxima a Damasco, conocida como Matadero Humano porque allí miles de presos fueron ejecutados extrajudicialmente. El régimen del huido Bachar al Asad la usaba para aniquilar a sus opositores. Ahora es el miembro de una organización secreta apodada Red Fantasma, cuyo objetivo es localizar y ejecutar a represores sirios  refugiados en Europa. Su misión consiste en dar con uno de ellos. Lo suyo será una obsesión que lo llevará a localizarlo en Francia , cuando sus colegas lo creen en Alemania.

Está seguro de no equivocarse y le hará un seguimiento hasta el punto de poner en riesgo la operación. Incluso intentará acercarse a él, entre el deseo de venganza y la necesidad de justicia, un dilema que permanecerá hasta el desenlace. El debutante Jonathan Millet, también guionista recreando una historia real, no oculta sus intenciones de voltear el thriller de espionaje a la manera canónica.

Opta por centrarse en Hamid, seguirlo en su día a día para que el espectador se vaya apoderando de su angustia, camino de una conclusión quizá inesperada. Lo veremos integrado como profesor universitario de literatura, ya liberado de los fantasmas que lo atosigaron durante meses, y quizá años. Todo muy comedido, sin los alardes formales propios de Hollywood, tanto que aparenta irregular de ritmo cuando realmente acompañamos al protagonista en su calvario personal -fue torturado y sufrió una dolorosa pérdida- e incluso en sus dudas, con momentos en que pareciera estar aquejado del síndrome de Estocolmo. Envuelto el filme en una luz sombría - que un personaje justifica calificando Estrasburgo de una ciudad fea-, una música que entra cuando es necesario y unos personajes secundarios que quizá sean su parte débil -con algunos en los que añoramos un mayor desarrollo-, se compensa con una tensión  que atrapa de principio a fin.

Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, miércoles 7 de febrero de 2025.

domingo, 16 de febrero de 2025

Francia: crisis de fe en la laicidad

Una ley  radical (1905). La ley sobre la laicidad aprobada en 1905, fue una expresión de modernidada legal que emanaba de la Revolución Francesa y ponía límites al catolicismo y a una Francia que los Papas habían considerado "la hija mayor de la Iglesia". Era tan radical para la época que el país rompió relaciones con el Vaticano, que asistía asustado a la persecución  de algunos curas por vestir sotana. Pero la realidad fue acomodando una norma que ayudó a articular  los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, y terminó en el primer artículo de la Constitución en 1946. Como explica al teléfono el politólogo Patrick Weil, autor de De la laïcité en France (De la laicidad en Francia, sin edición en español), "la religión tiene dos dimensiones: una individual y una colectiva como organización, que pretende organizar la sociedad. Un Estado democrático liberal debe hacer respetar la libertad de los individuos. En realidad, esta ley permite conciliar esas dos dimensiones. El conflicto actual nace de ignorancia". 

La ley bascula sobre sus dos primeros artículos. El primero protege el derecho a creer, a expresar la fe. El segundo mantiene que la religión y el Estado deben estar separados, y que existe también el derecho a no creer y blasfemar: el artículo sobre el que siempre pivotaron publicaciones como Charlie Hebdo. De esa neutralidad del Estado, pero también de la protección de cada religión, surge la prohibición de mostrar signos religiosos en las escuelas -en las universidades es posible al ser los estudiantes mayores de edad- o por parte de funcionarios públicos. "En Francia el derecho al culto está extremadamente protegido", subraya el escritor Frédéric Martel, autor de Sodoma, poder y escándalo del Vaticano (Roca Editorial, 2019). Durante la pandemia lo primero que se reabrió, antes que los colegios, fueron las iglesias, mezquitas y sinagogas".

Canadá o Inglaterra a diferencia de Francia, creen que permitir las expresiones religiosas en espacios públicos favorece la integración. Pero la neutralidad es el único velo que cubre la República, donde hay más de 6,8 millones de musulmanes, el 10% de la población (el islam es la religión que más crece y más se practica). Muchos países aplican una idea parecida, ya sea a través de leyes o e su constitución, aunque el nivel de aplicación varía. Según Henri Peña-Ruiz, autor entre otros libros de Dios y Marianne. Filosofía de la laicidad, el laicismo galo ni es tan radical ni tan francés. "Es una leyenda promovida por sus adversarios. Atatürk dio derecho de voto a mujeres en 1934 en un país musulmán como Turquía. Creó el laicismo, separó el islam y el lugar de culto del Estado. Es cierto que hoy Erdogan está intentando destrozarlo. Pero en Turquía hubo laicismo". También recuerda que Thomas Jefferson, tercer presidente de EEUU, pidió crear un muro entre la Iglesia y el Estado, y que la Constitución Española sostiene que ninguna religión tiene carácter estatal.

sábado, 15 de febrero de 2025

El PNV recupera la antigua sede de su partido en el centro de París

El Gobierno tiene previsto traspasar el palacete parisino de la avenida Marceau, próximo a los Campos Elíseos y que alberga una de las dos sedes del Instituto Cervantes, al PNV. La medida se publicó en el B.O.E del 24 de diciembre y se apoya en la Ley de Memoria Democrática.

El Ejecutivo incluyó este traspaso en uno de sus llamados decretos ómnibus que comparte texto de con la subida del salario mínimo interprofesional o la extensión de las bonificaciones  al transporte público.

El traspaso viene con condiciones. El palacete, de 1.309 metros cuadrados, sería propiedad del PNV. Pero, a modo de transición, el instituto Cervantes podrá permanecer en este edificio hasta el 31 de diciembre de 2030. En este período, el Gobierno le abonaría al partido nacionalista un alquiler al precio de mercado. El decreto incluye dos compensaciones por otros edificios en Noyon, al norte de Francia y Compans, cerca de París.

El PNV celebra los avances de lo que consideran una reclamación histórica. Ven un éxito que el Gobierno acredite que la propiedad es de su partido, y no del Gobierno vasco, pese a que el ejecutivo llegó a establecerse allí.

Según desveló El País, una investigación de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática acreditó que el inmueble se compró con fondos recaudados por el PNV. El PP, no está de acuerdo. Antes y ahora defendió públicamente que no está contrastado que el inmueble perteneciera al partido nacionalista. El PP, debido a un acuerdo de investidura con el PNV, aprobó en 1998 una ley de restitución  de bienes y derechos incautados durante la Guerra Civil. El Supremo estimó que los bienes fueron "adquiridos en virtud de una sentencia" y no incautados, por lo que rechazó el recurso.

C.P.N. Redacción. La Voz de Galicia, sábado 18 de enero de 2025.

viernes, 14 de febrero de 2025

La moda más conceptual se abre hueco en la alta costura de París

Valentino Alta Costura 2025. (Daniele Venturelli
Getty Images)

Lentejuelas, Walter Benjamin, María Antonieta, botánica, disco, terciopelo. Los asistentes al desfile de alta costura de Valentino  encontraron en sus asientos doscientos folios mecanografiados con palabras aparentemente inconexas, formando una larguísima lista. Vertigineux: la poética de la lista: así tituló el director creativo de la firma romana, Alexandro Michele, su primera colección de alta costura. Acostumbrado desde su primera etapa en Gucci a apoyar sus propuestas en las ideas de filósofos y sociólogos, esta vez cimentaba su proceso creativo en la obra de Umberto Eco, concretamente en el  El vértigo de las listas, donde el semiólogo italiano reflexiona sobre el valor de la enumeración en el arte y la literatura, esa forma de "establecer algún tipo de orden en el caos, de hacer encajar en un marco algo que tiene vocación infinita", explicaba Michele a un reducido grupo de periodistas tras el desfile. El clásico "una cosa lleva a la otra", o un signo remite a otro signo, concretado en el proceso de creación de casi 50 vestidos.

Una puesta en escena teatral, casi performativa, en la que las modelos aparecían sobre un escenario mientras las palabras que definían a cada diseño que lucían circulaban a sus espaldas. Al leerlas, el traje cobraba sentido. Había vestidos de arlequín, trajes victorianos y guiños a Sisi,  al Hollywood dorado, a la estética de los años ochenta, al orientalismo... Un repaso heterodoxo a la historia de la moda (o más bien al traje) como el que Eco hace de la literatura en su ensayo. Un recorrido peculiar cuajado de conceptos en el que el diseño tenía más de figurinismo de cine o teatro que de moda en sentido estricto... En el desfile se mezclaban conceptos con técnicas de taller centenarias y hasta con tejidos no muy apreciados en este ámbito, como el crochet o el punto. 

En la colección se confunden autores con artesanos, de ahí que esa sensación de amasijo de ideas y de superposición infinita de elementos  se notara en las prendas de forma intencional: Al final la moda es eso, una forma de aglutinar las capas de significado y distintos elementos en un objeto que llevamos sobre el cuerpo".

Si Michele contaba que estaba en paz y emocionado por tener el privilegio de plasmar su visión de este negocio, algo similar narraba el joven Ludovic de Saint Sernin sobre la colección de alta costura que realizó para Jean-Paul Gaultier. Con una puesta en escena basada en un naufragio (un guiño a los ya históricos marineros de Gaultier) e inspirado por el videoclip de Les Mots, de Mylène Farmer, musa e ídolo de ambos. De Saint Sernin se centró en la corsetería a la que añadió esa estética fetichista que define su identidad...

Tanto Michele como De Saint Sernin reiteraban tras sus desfiles qué significaba para ellos acercarse por primera vez a un taller de alta costura. Ambos hablaron de cómo su aproximación al diseño se amplificaba gracias a las manos expertas y a los materiales únicos.

Leticia García. París. El País, viernes 31 de enero de 2025.

jueves, 13 de febrero de 2025

"Los muertos tienen la palabra"

Philippe Boxho trabaja desde hace 30 años como forense en la ciudad de Lieja. En los últimos años ha vendido alrededor  de un millón de ejemplares de los tres libros donde cuenta la siniestras aventuras a las que le aboca su profesión. El primero de eses volúmenes se acaba de publicar en España (Los muertos tienen la palabra, Plaza y Janés), lo que le ha traído a presentarlo al Instituto Francés de Madrid, en cuya aséptica y colorida biblioteca da la entrevista.

P.-¿Vivimos de espaldas a la muerte?

R.-No nos gusta, es un tema que sigue siendo tabú, del que no se habla. Se pierde el contacto con la muerte incluso cuando vamos a una ceremonia funeraria: los ataúdes están cerrados, ya no se ve al fallecido. La muerte no forma parte de la vida cotidiana.

P.-Entonces, ¿cómo se explica que usted haya vendido un millón de ejemplares?

R.-No me lo explico.

P.-Lo que sí ha hecho es preguntar a algunos lectores, que le han respondido algunas razones que se evidencian al leer su libro: el liviano humor con que trata el tema, los capítulos cortos con historias de crímenes reales (en momentos de auge del género de true crime) o la influencia en el imaginario de las series relacionadas, como las diferentes CSI, con las que Boxho es crítico por falta de verosimilitud.

El autor relata el caso de la joven Marie, lesbiana, que acribilla a su padre porque este no tolera su orientación sexual. El forense la salvó de la cárcel: la víctima, encontró en la autopsia, llevaba horas muerta por un ictus. Y no se puede asesinar a un muerto. Otro caso no es tan sencillo: un hombre arroja el cuerpo de su mujer para que los cerdos la devoren. El hombre asegura que la encontró muerta antes de echársela a las bestias. Es frustrante: sin cuerpo no se puede verificar la historia.

En otra ocasión a un padre le anuncian la muerte de su hija desaparecida, justo al poco de fallecer su mujer, y esta entierra con infinito dolor. Hasta que esa misma tarde suena el teléfono y saluda la hija, vivita y coleando, tan contenta. No regresó de entre los muertos: se había identificado mal al cadáver. Un caso más es el de las dificultades que encuentra un hombre para trater de quitarse la vida.

Su trabajo le lleva a conocer una amplia gama de condiciones sociales, y entre ellas tal vez se encuentre lo más duro del trabajo: la soledad, la pobreza, la exclusión social. Muchos de los casos que relata tienen que ver con personas que fallecen sin que nadie les eche en falta, incluso durante años. "La soledad  humana es dramática", dice el autor.

En el libro, se prefiere el humor (a veces negro). Siempre con respeto. El respeto por los muertos está, además, en los orígenes de las civilizaciones humanas. Y esos ritos han ido evolucionando y cambiando de un lugar a otro. En ocasiones se dice que nuestros ritos funerarios, ahora que la muerte es terrible y obscena, no son todo lo naturales y cercanos que deberían ser. Eso dificulta los duelos...

Tanto tratar con la muerte, y Boxho no tiene miedo de morir. Curiosamente, antes de ser médico iba para cura. "Cuando era creyente tenía fe en la vida eterna, esperanza respecto a lo que pudiera ocurrir después, y sigo envidiando mucho a los creyentes por ello. Pero la muerte no me asusta en absoluto porque es inevitable. Lo que si me asusta es la forma de morir", dice.

Pero ¿no le asusta la nada?

¿Por qué? Ya era así antes de nacer.

Sergio C. Fanjul. Madrid. El país. jueves 6 de febrero de 2025.

miércoles, 12 de febrero de 2025

"1924. Otros surrealismos", 2

El mago Pim Pam Pum de maruja Mallo

La obra literaria de las artistas surrealistas se nutre, como su obra plástica, de una imaginación riquísima y de la idea de que no había fronteras ni límites entre las disciplinas artísticas. Las decalcomanías de Óscar Domínguez dan pie a la comisaria para contar que el surrealismo parecía ir  allá donde viajara Breton. Y uno de los viajes más famosos fue Tenerife. Em 1935, voló junto a su esposa, Jacqueline Lamba, y Benjamín Peret para asistir a la inauguración de la Exposición surrealista, de carácter internacional, que se presentó en el Ateneo de Santa Cruz.

Tres años más tarde, Breton viajó a México, país que consideró como el único "surrealista nato "por su folclorismo, moda entonces cultivada por la élite social con la que se codeaban sus anfitriones, Diego de Rivera y Frida Kahlo. Escribió también un texto para el fotógrafo documentalista Manuel Álvarez Bravo, quien está considerado, junto con Kahlo, creador adscrito al grupo surrealista, fruto del dictamen directo de Breton. La pasión de éste por lo "exótico" reapareció en Martinica -donde recaló en su huida hacia Estados Unidos desde la Francia ocupada- a través de su interés por Héctor Hyppolite, pintor haitiano autodidacta relacionado con el vudú.(...)

Maruja Mallo es la guía del último tramo de la exposición. De ella se exhiben media docena de obras, entre ellas El mago / Pim /Pam/Pum (1926). El tramo está dedicado al castillo de los surrealistas como recuerdo del paraíso perdido.

¿Qué queda del surrealismo? Estrella de Diego opina que su vigencia es total. El marco temporal inicial fue la década de los veinte del siglo pasado, pero se extendió hasta los setenta e incluso más allá en algunos casos. El movimiento surgió en tiempos de turbulencias políticas y auge de los nacionalismos. No hay grandes diferencias con los tiempos actuales.

Ángeles García. Madrid. El País. miércoles 5 de febrero de 2025.

martes, 11 de febrero de 2025

"1924. Otros surrealismos"

"La fuente", 1952, de Amparo Segarra y Eugenio Granell.
(Foto: Xesdoc)

El 15 de octubre de 1924, André Breton publicó una colección de 30 poemas en prosa, Poisson soluble, con un prólogo titulado Manifiesto del surrealismo. Ese texto fue el comienzo de un movimiento artístico y literario que nació en Francia y acabó extendiéndose por todo un imperio creativo (Bélgica, EEUU, México, España...) en el que el arte se entendió  como una fascinante forma de vida marcado por el extraño, lo irracional y lo incongruente. Los creadores jóvenes se apuntaron a una corriente cuyas imágenes eran pura poesía y que ni siquiera el artista entiende ni puede explicar de dónde vienen. René Magritte, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Giorgio de Chirico, Joan Miró o Remedios Varo son algunos de los nombres más conocidos del movimiento, pero hay mucho más. 

Las grandes celebraciones por el centenario del manifiesto comenzaron el pasado año en los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, siguieron en el Centro Pompidou de París y, tras su paso por Madrid, viajarán a la Kunsthalle de Hamburgo y al Museo de Arte de Filadelfia. Cada uno de estos lugares ofrece una perspectiva diferente de lo que fue el movimiento. La exposición que se abre al público mañana en la sede madrileña de Mapfre (hasta el 11 de mayo) lleva por título 1924. Otros surrealismos. Su comisaria, la catedrática de Arte Contemporáneo y colaboradora de El País, Estrella de Diego, ha trazado un mapa con los lugares por los que se movieron Breton y quienes siguieron sus postulados; un "mapa mundi" que arrancaba en París y que se extendió por Europa, algo de África y gran parte  de América. Y la gran novedad: el nuevo mapa está más poblado por mujeres que nunca. Gala Dalí, Leonora Carrington, Maruja Mallo, Remedios Varo, Ithell Colquhoun, Dora Maar, Ángeles Santos y Dorothea Tanning son algunas de las 35 artistas representadas que alcanzan el 50% de la autoría de las obras expuestas. En el Pompidou, el monumental despliegue de 500 obras tenía un 40% de creadoras. Es un avance si se tiene en cuenta que en la exposición de 2002 en el mismo museo y sobre el mismo tema solo había tres mujeres.

La obra elegida para comenzar el recorrido por las dos plantas del palacete de Maphre es Armario surrealista (1941), del artista y poeta francés Marcel Jean, próximo a los españoles Esteban Francés, Remedios Varo y Óscar Domínguez. Esas puertas entreabiertas conducirán al visitante hacia la sección en la que se describa lo que fueron los surrealismos con Breton cerca y con Breton lejos.  Y será la obra de Gala Dalí la que dé paso al recorrido. Aquí, señala la comisaria, se apunta que la presencia de Breton no fue igual en todos los lugares en los que desarrolló el surrealismo.

Ante el juego de cartas de tarot (sin fechar) de Gala Dalí, De Diego recuerda que el misógino Breton, en su manifiesto de 1924, describe a las mujeres como "bellas y sin nombre", y se limitó a otorgarles el papel de médiums -de lo inconsciente en estado puro, de guías-, un rol en apariencia de privilegio que ha terminado siendo un mero vehículo de exclusiones. La cineasta Isabel Coixet, en un contundente texto del catálogo, cuenta muy bien la consideración que sufrían  las mujeres surrealistas: las llamaron locas invariablemente. Algunas estuvieron en instituciones psiquiátricas, una se suicidó, otras fueron diagnosticadas como esquizofrénicas y las que no tuvieron ese dictamen clínico siempre fueron miradas como bichos raros. Fueron amantes de artistas que se esforzaron sin éxito en reducirlas al papel de compañeras con un cierto talento; talento que ellos se empeñaron en minimizar siempre que pudieron. Raramente tuvieron hijos; abortos más de los que pudieron contar. Las artistas surrealistas fueron un colectivo solitario, rebelde, soberbio, desafiante, único; aunque ni siquiera se vieron a sí mismas como colectivo, muchas de ellas fueron amigas y se apoyaron...

Ángeles García. Madrid. El País, miércoles 5 de febrero de 2028.

lunes, 10 de febrero de 2025

Muere el director de cine Bertrand Blier

Beltrand Blier en el Festival de Cannes en 2016.
Associated Press

El director de cine y guionista  francés Bertrand Blier ha fallecido a los 85 años, "uno de los últimos gigantes" del cine francés, tal y como lo calificaba el diario Le Figaro. El cineasta logró en 1979 un Óscar a la mejor película extranjera por Préparez vos mouchoirs (estrenada en España como ¿Quiere ser el amante de mi mujer?). El medio citado destaca que Blier supo inventar su propio universo cinematográfico.

 Blier nació en Boulogne-Billancourt en 1939. Siguió los pasos de su padre, aunque este fue actor, y creció en los platós de cine. Con 20 años se convirtió en el asistente de John Berry en la película Manbo. Posteriormente trabajó junto a directores como Gérard Lautner, Delannoy y Christian -Jaque, con quienes aprendió poco a poco su profesión.

En la mayoría de sus películas, los hombres son víctimas de mujeres "manipuladoras", como señala Le Figaro. Hasta en ocho ocasiones ha dirigido a Gérard Depardieu, actualmente investigado por agresiones sexuales y comportamientos machistas con diferentes mujeres.

 En 1974, Bertrand Blier dirigió Les valseuses (Los rompepelotas), una deriva provocativa prohibida para los menores de 18 años, que reveló al director y a tres actores, Patrick Dewaere, Gérad Dépardieu y Miou-Miou.

Con su película Préparez vos mouchoirs, Bertrand Blier se consagró como uno de los pocos franceses galardonados con un óscar, el de la mejor película extranjera, recibido en 1979. Más tarde, en 1981, estrenó Beau-père, titulada en España como Tú me hiciste mujer, basado en su propia novela homónima.

Su undécimo largometraje, Trop belle pour toi, recibió cinco premios César: mejor película, mejor guion, mejor director, mejor actriz (Carole Bouquet) y mejor montaje, así como el Gran Premio del Jurado en Cannes.

Madrid/Europa Press. La voz de Galicia , miércoles 22 de enero de 2025.

domingo, 9 de febrero de 2025

William Christie, música en el jardín

Festival en Los jardines de William Christie.

El músico y director de orquesta William Christie ha creado en la Vendée francesa un paraíso de creación artística, enseñanza y naturaleza. A punto de iniciar una gira mundial con Les Arts Florissants, referencia en la interpretación de obras renacentistas y barrocas, nos invita a su casa. 

Cruzar la puerta azul no significa estrictamente entrar en territorio vedado. Suele estar abierta, como los jardines y el terreno que rodean la casa, algo asediada por las lluvias recientes. El río se ha desbordado y ha enfangado parte del territorio de Sainte-Hermine, en el departamento francés de la Vendée (región de los Países de Loira), donde se encuentra Thiré, pero no ha producido daños a mitad de enero. Allí instaló su refugio en 1985 el músico William Christie (Búfalo, Estados Unidos, 80 años) para levantar una utopía posible donde habitar, enseñar y armonizar de manera natural los ecos de sus partituras, principalmente renacentistas y barrocas, con el entorno. Así confluyen desde hace décadas los grandes motores existenciales: la música y la jardinería. Dos pasiones con las que Christie, estadounidense nacionalizado francés, cumple su cometido esencial en este mundo: "Dar vida", dice. Es justo lo que le gustaría que quedase grabado en su tumba: "Vino al mundo para dar vida y jamás se la arrebató a nada". Lo confiesa junto al fuego de una de las ocho chimeneas imponentes de la casa donde se ha refugiado unas semanas antes de comenzar un 2025 de celebraciones en todo el mundo por su aniversario a base de conciertos con su formación, Les Arts Florissants. Su gira mundial llega a España este febrero con fechas en Madrid (Auditorio Nacional, día 5), Valencia (el 6, Palau de las Arts) y Oviedo (el 8, Auditorio Príncipe Felipe).

En la cocina Christie prepara una tortilla con huevos de sus gallinas, eneldo de la propia huerta y salmón.. Aparte de la música y la jardinería, maneja bien los fogones. El menú del mediodía es ligero. Por la noche, en cambio, tiene pensado preparar unas gambas con curri y cilantro, una carne asada a la naranja y una tarta de manzana.. El músico comprueba más tranquilo desde la ventana como ha bajado el nivel del agua del estanque. Poco a poco, la perspectiva permite observar la perfecta geometría vegetal de Thiré: los arbustos confeccionados aplicada y obsesivamente por él mediante el arte topiario -guantes, tijeras y herramientas en mano-, con ayuda de expertos como el paisajista John Hoyland. "El maestro Christie lo ha diseñado tras haber dedicado su vida al estudio y la reflexión sobre el arte, la arquitectura, la historia y la horticultura de los grandes jardines. Eso se palpa en el orden de los arcos que armonizan la perspectiva de sus 12 hectáreas  y guían la mirada hacia los puntos de fuga. En los delicados cambios del paisaje y la geometría de los claroscuros, inspirados en los jardines italianos, franceses o ingleses...Un espacio que ensalza, en gran parte, la búsqueda de una identidad europea, plantada a lo largo y ancho del terreno a manos de quien llegó a principios de los años setenta a Francia  desde su país de origen y se quedó para siempre. No sólo por curiosidad artística. También por razones políticas. Se negó a que le reclutaran para combatir en la guerra de Vietnam. Y huyó. (...)

Sus primeros recuerdos sensoriales tienen que ver con un piano en el salón. Después con el coro que  dirigía su madre en la iglesia, donde, desde muy joven  William tocaba el órgano. Ya entonces le seducía más la música antigua y barroca que los repertorios clásicos y románticos. Bach pero también François Couperin, concretamente las Leçons de ténèbres, que su madre le regaló en  disco. Aquello cambió mi vida, como también la primera vez que me llevó a ver El Mesías de Händel con la Orquesta Sinfónica de Boston". "Me formé con Beethoven, Schumann, Mozart Rachmaninov, cierto, me atrajeron e interpreté con diferentes grupos a compositores contemporáneos, pero ya como estudiante de grado superior mi interés principal se centraba en el Barroco y la música antigua, con especial interés hacia el repertorio francés".  (...)

Al llegar a Francia  se inmiscuyó en círculos intelectuales de derecha e izquierda... El país fue para Christie un paradigma de la acogida. Eso ayudó a que se adaptara  y se convirtiera, asegura, "en un buen francés". Tanto que forma parte de la Academia de Bellas Artes francesa. Alguna vez, el presidente Macron, le ha invitado a cenar en el Elíseo... La conciencia del contexto resulta algo fundamental para alguien como Christie. Ha pasado gran parte de su vida armonizándolos. Primero, mediante su estudio, en sus búsquedas personales. Después, con la interpretación colectiva, en conjuntos y cristalizó en su formación: Les Arts Florissants, creada en 1979. "Siempre he querido hacer música en grupo. El nuestro surgió del convencimiento de que podíamos aportar algo mejor  a la interpretación de la música barroca y antigua: diferenciarnos y convertirnos en referencia en el repertorio francés o abordar de manera distinta a Bach, Händel y Monteverdi"...

Jesús Ruíz Montilla. El País Semanal, 1 de febrero de 2025

sábado, 8 de febrero de 2025

Carcassonne, la más perfecta ciudad

Las murallas medievales de Carcassonne.

Patrimonio de la humanidad desde 1997, este impresionante capricho medieval es más fácil de conquistar de lo que parece. Dicen que la postal no fue nunca real, que el arquitecto del siglo XIX Violet-Le-Duc la reconstruyó en base a sus ideales románticos y no basándose  en lo que un día hubo aquí. Pero lo que es indiscutible es que sus murallas fueron y siguen siendo poderosas, su emplazamiento es pura épica y sus callejuelas -sí, plagadas de tiendas de souvenirs- son un túnel del tiempo.

Esto es una carta de amor a uno de los rincones más bellos de Europa, uno de los imprescindibles de Occitania y uno de los Patrimonios de la Humanidad por los que cruzar la frontera, una maravilla medieval...Sobran los epítetos, pero, lo que está claro es que, pese a no ser un lugar gigantesco, si que se necesita un poco de orden para que la visita sea completa.

La Puerta Narbonnaise y El Cementerio Municipal. Para entrar en Carcassonne hay que atravesar, sí o sí, cualquiera de las aperturas de la muralla. La principal, la Narbonnaise. Hasta aquí suben los taxis, los autobuses y los coches. Su fotogenia, con su coqueto arco y sus dos imponentes torres detrás, es indiscutible. Por eso, en ocasiones pasa desapercibido el cementerio municipal que conserva alguna tumba de notable belleza. Desde esta perspectiva también asombran las murallas, mucho más altas, imponentes y amenazantes cuando se observan a pie de foso o cundo  se cruza la liza  que separa las dos primeras líneas defensivas.

La Dama Carcas y El Origen de la Ciudad. El tercer elemento fundamental de este conjunto es la estatua dedicada a la Dama Carcas, una princesa sarracena protagonista de una leyenda tan arraigada que llegó a dar nombre a la ciudad. Cuenta el mito que esta mujer, viuda de un guerrero fallecido en combate, burló el asedio de Carlomagno de una ingeniosa forma: cebando al único cerdo que quedaba en la ciudadela y tirándolo por la muralla. Los soldados del emperador galo interpretaron este acto de desperdicio como un alarde de los víveres que aún atesoraban los musulmanes intramuros, provocando el desánimo en las tropas  y su rendición. Para celebrar esta victoria, la ciudad puso a repicar todas las campanas, provocando que Carolomagno dijera una frase con la que se ha bautizado la ciudad: "Carca sona" (Carca suena).

La Puerta de L'Aude. Pese a no ser tan popular y concurrida como la Narbonnaise, la del Aude, puede presumir de ser la más espectacular por su complejidad. Hasta aquí llegan los viajeros que suben a pie desde la ciudad nueva, cruzan el arco y se dan la vuelta para contemplar su hermosura. La recompensa es una maraña de construcciones defensivas, arcos, pasillos y recovecos diseñados para despistar a los atacantes pero que en la actualidad acentúan  la fantasía medieval que supone esta ciudadela.

La Callejuelas de la Ciudadela. Un pequeño laberinto de callejuelas que conservan su trazado y su esencia medieval. Es cierto que hay demasiadas tiendas de souvenirs que desentonan con el lugar, pero existe una pequeña regla: cuanto más alejado esté un rincón de la concurrida Rue Cros Mayrevieille, más coqueto es. Si se huye de la arteria comercial del casco histórico, se llega a plazuelas como la de Auguste Pierre Pont o la de Saint-Jean donde hay más calma y más fotogenia.

La Basílica de Saint Nazaire. La que fuera durante siglos la catedral de la ciudad es hoy un portentoso templo a medio camino entre el gótico y el románico que, pese a no sorprender con su tamaño, cumple con las expectativas sacras. Sobre todo por sus vidrieras, las más impresionantes y ricas del sur de Francia y su conjunto de esculturas  que dan fe de la prosperidad  de esta urbe durante este periodo.

El Castillo Condal de Carcassonne. Las poderosas defensas del edificio más imponente de la Ciudadela ya son de por sí un a hipérbole medieval. No obstante ningún viajero es inmune a su espectacular aspecto, capaz de intimidar incluso a los que vivían en intramuros. Un coqueto puente salva un foso donde hoy proliferan los huertos en un canto a una contemporaneidad más ecológica. En su interior el patio principal ofrece una inesperada explanada de tranquilidad, además de hilar a los visitantes que suben y bajan por sus estancias. Dentro de estas salas hay un pequeño museo que, mediante objetos y esculturas, atestigua la relevancia de esta ciudad fronteriza.

El Tour por las Murallas de Carcassonne. La ciudad alcanza su cénit cuando se realiza el tour por sus murallas. Se trata de una visita guiada  que permite andar por lo alto de estos muros y descubrir algunas de las torres más emblemáticas del recinto. Desde aquí, además, se domina con la vista la Ciudadela, obteniendo algunas panorámicas inolvidables de los tejados y de la Basílica de Saint-Nazaire. Más Medievo, imposible.

Javier Zori del Amo. National Geographic, 14 de diciembre de 2024.

viernes, 7 de febrero de 2025

La alta costura entierra el lujo silencioso en París

Momento del desfile Dior primavera-verano 2025 
de Maria Grazia Chiuri.

Como un oráculo de lo que los dos primeros días de la alta costura de Paris ofrecerían, Daniel Roseberry, diseñador de Schiaparelli, declaraba en las notas a su colección Icarus que inauguraba la semana: "Estoy cansado de que todo el mundo equipare constantemente modernidad con simplicidad". La excursión al barroco del texano comenzó cuando preparaba la colección y visitó en busca de referencias, tiendas de lazos de 1920 y 1930. A partir de ahí surgió la idea de tratar de crear algo "nuevo porque es viejo. ¿Puede lo moderno ser algo trabajado, barroco, extravagante?", se preguntaba. La respuesta quedó en el aire. Una colección compuesta por corsés extremos, tejidos rígidos profusamente adornados, de técnica audaz (plumas bañadas en glicerina para darles peso antes de bañarlas en keratina, por ejemplo) y siluetas que remetían a los grandes couturiers en los que se ha inspirado dejaban poco espacio para el movimiento y la espontaneidad. Pero no son estos últimos, quizá, los objetivos de las compradoras de alta costura.

Cada año durante esta semana se plantea la misma reflexión sobre el significado y la pertinencia de la alta costura. Las cifras hablan por su cuenta: según la Fédération de la Haute Couture se facturaron cerca de 11.500 millones de euros en 2021, con una previsión de 13.500 millones para 2.028. Vestir al 1%  que acapara la riqueza es rentable y mostrarlo en dos citas anuales suele entenderse como una invitación a la fantasía. Las colecciones no tiene por qué responder a las demandas básicas de la indumentaria, y en esta edición esa premisa se ha llevado al extremo dejando atrás aquello del quiet luxury (o lujo silencioso, en español) que pretendía hacer de la riqueza un código solo para iniciados. Aquella supuesta dirección quedó atrás y estos primeros días de desfiles han demostrado que el lujo ya no pretende pasar desapercibido.

María Grazia Chiuri en Dior también se sumó a la opulencia y a la revisión histórica. Homenajes al Dior de Yves Saint Laurent en cuya línea trapecio, creada en 1958, se inspira... Como es habitual en sus desfiles, Chiuri comisionó el trabajo de una artista femenina. Rithika Merchant proyectó nueve pinturas basadas en dibujos botánicos y seres mitológicos que después sería bordadas en paneles textiles por Karishma Swali y los talleres artesanos de la escuela de oficios de Chanakya y que vestían las paredes de la caja instalada en los jardines del Museo Rodin donde tuvo lugar el desfile.

Ayer Chanel siguió en la estela de la exuberancia. En su segundo desfile en el Grand Palais,  que condimenta con su estructura, una pasarela curva en forma de dos ces fue testigo de los 55 pases de la  colección firmada por el equipo creativo de la maison. Siempre con los códigos Chanel: tweed, bolsillos, fornituras trenzadas o lazos, reconocibles en cualquiera de sus prendas, esta colección repleta de detalles se alejaba de cualquier atisbo de sencillez para introducir opulencia en los diseños... este 2025 se cumplen 110 años desde que Coco Chanel abriera su primera tienda de alta costura en Biarritz. Por este motivo invitaron a embajadoras de la casa como las actrices Vanessa Paradis y Marion Cotillard, modelos como Naomi Campbell y a trabajadores de la casa para profundizar en esta particular manifestación de la moda...

Sofía Ruíz de Velasco. París. El País, miércoles 29 de enero de 2025.

jueves, 6 de febrero de 2025

En busca de la traducción de Marcel

La primera frase de En busca del tiempo perdido (À la recherche du temps perdu), de Marcel Proust, es muy importante. No solo porque todas las primeras frases son importantes, por su obligación de coger al lector por las solapas y meterlo en un mundo irrenunciable, por su anhelo de pasar a la Historia (y por la caja de la librería), sino también porque tiene detrás una de las obras más importantes de la literatura universal; y tal vez la más larga: siete tomos que contienen alrededor  9.609.000 caracteres (contando los espacios), longitud por la que fue condecorada, muy prosaicamente, con un inopinado Récord Guinness. 

La primera frase de la gran novela de Proust, cuyo tomo inicial, Por el camino de Swann, se publicó en 1913, es, sin embargo una sentencia corta, nada pomposa, en apariencia sencilla: "Longtemps, je me suis couché de bonne heure", esta es la única forma de escribirla en el francés original, porque así la escribió Proust, pero no está claro cuál es la mejor forma de verterla al castellano: las diferentes variaciones, mínimas, pero llenas de matices, han sido objeto tradicional de debate y controversia. De hecho, en cinco traducciones esenciales de Proust al castellano, cada comienzo es diferente. Una vez traducida la primera frase, tan breve, no se acaban las dificultades: el traductor se enfrenta al monumento proustiano plagado, como un campo de minas, de las icónicas frases largas y enrevesadas, llenas de subordinadas y digresiones (algunos las atribuyen, también de forma controvertida, al asma que padecía). Quitan el aliento, sí, pero no solo por su longitud, sino también por su hermosura.

"Proust es un mago, un maestro, maneja los tempos, hay música y cadencia, todos los fragmentos van bien aplomados...Su frase, arborescente y serpenteante, es tan perfecta, de una belleza perturbadora, que te cautiva. Es lo que arrastra a través de cientos de páginas hasta la palabra fin", dice la traductora  Mercedes López-Ballesteros, quien se confiesa miembro de esa hermandad "extraña" y absolutamente fiel de los proustianos.

La editorial Alfaguara ha lanzado recientemente el primer volumen de una nueva traducción de En busca... , de la mano de López-Ballesteros, en cuyos agradecimientos se citan "los problemas que planteaba la traducción de la frase inaugural", para los que la traductora pidió consejo al filólogo y miembro de la RAE Pedro Álvarez de Miranda. Su traducción, concisa y contundente, resultó esta: "Durante años me acosté temprano". Tiene como singularidad elegir "años" en vez de "mucho tiempo" y "acosté" en vez de "estuve acostando", formas más comunes de traducirlo. Su traducción viene apadrinada por el fallecido novelista Javier Marías, del que López-Ballesteros era íntima amiga y colaboradora, y que, antes de enfermar planeó publicarla en su editorial Reino de Redonda.

Durante toda la traducción del primer tomo López-Ballesteros estuvo dándole vueltas a la primera frase. "Lo que tenía se me iba de ritmo y de sílabas, así que acabé cambiándolo en el último momento, en las pruebas", explica. "En Proust el estilo es fundamental y, con todo lo que viene detrás, la primera frase tiene que funcionar. Tiene que ser algo impactante, algo que formule preguntas al lector, que le abra la puerta a otro universo", añade.(...)

Sergio C. Fanjul. Babelia. El País, sábado 1 de febrero de 2025.