martes, 18 de febrero de 2025

Las últimas artesanas del junco

Haces de juncos de Juan Pablo Moreiras.

La espectacularidad puede surgir de la suma de nimiedades. El fotoperiodista gallego Juan Pablo Moreiras (Normandía, 57 años) ha encontrado una plasticidad y un exotismo inesperados en estuarios del norte de Portugal. Los tapices vegetales coloreados de azules, verdes, ocres y lilas que captó con un dron son humildes juncales que crecen en las desembocaduras de los ríos Coura, Limia y Miño. Nadie adivinaría a ras de suelo que esas plantas de tallo flexible y minimalista conforman masas donde se confunden la tierra y el agua en juegos de una gran belleza. Con esas imágenes comienza el libro Urdir o junco donde Moreiras ha documentado el trabajo de elaboración manual  de cestos de las esteireiras de Forjäes, una aldea de Esposende, a 75 kilómetros de la frontera natural que traza el Miño entre Galicia y Portugal.

Las artesanas del junco están en vías de extinción. En Forjäes quedan tres. Una de ellas es Mena do Rio. Una mujer de 80 años que ahora transmite su conocimiento a nuevas generaciones en pequeños talleres. El fotógrafo la acompañó a lo largo de un verano para rastrear el proceso de fabricación, que comienza con la siega manual de tallos durante el assejo, el momento de máxima bajamar, cuando los juncales se secan por la falta de agua y la luna se encuentra en cuarto menguante o creciente.

Tras la recolección, los juncos se secan al sol. Una parte se tiñe con anilinas para obtener los azueles y rosas característico de la cestería tradicional. Las productoras seleccionan uno por uno los mejores tallos para trenzar en el telar las distintas piezas que finalmente son cosidas con hilo de yute. A mano elaboran las asas a partir de juncos, una característica que, aclara el fotógrafo, las distingue de otras artesanías del sur de Portugal.

"Es un producto que luego quedó desfasado por el plástico, pero a esta artesanía le ocurre como al oso cantábrico. Estuvo muy mal, pero si se cuida se puede salvar", sostiene Juan Pablo Moreiras. En uno de los textos del libro, el antropólogo portugués Álvaro Campelo se refiere también a esa evolución de la marginación a la reivindicación: "La confianza en el progreso, en los nuevos productos industriales, con la demonización de lo rural y del trabajo artesanal, relegó para los márgenes de lo útil y apreciado los artefactos del junco".

Pero el mundo ha vuelto a girar. El cansancio de "lo fútil", agrega Campelo y la nueva preocupación por "la proximidad y el sentido de lo local" han contribuido a apreciar la actividad de las esteireiras. "La valorización estética y cultural de la artesanía ha hecho resucitar la producción de las cestas del junco. Ellas son funcionales, antes que son objetos de culto o patrimonio museológico", sostiene. Las que salen de las manos de Mena do Río y sus compañeras siguen siendo eficaces para transportar tanto hortalizas como toallas de playa...

Tereixa Constenla. El País Semanal, 4 de enero de 2025.

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