sábado, 16 de abril de 2016

Érase una vez un castillo

Pays de la Loire. El río es el epicentro de una zona, en el norte de Francia, que destila historia y cultura. La escapada, de lo más interesante por la naturaleza y las fortalezas que salpican su paisaje, se torna inolvidable cuando se prueban los vinos y los quesos de la región. Pura grandeur. Hay pocos lugares en los que el espíritu europeo sea tan evidente y luzca tan espléndido y señorial como en la región de la Loire. La civilización de este continente milenario transcurre plácida y elegante a lo largo del cauce del río ancho y caudaloso en el que sus famosos castillos ponen el toque de definitiva distinción. La Francia de los mosqueteros, de las novelas de Balzac, de los sueños de Jules Verne, de la distinción de la imponente Nantes hacen volar nuestra imaginación a un mundo casi de fantasía y literario que nos empuja a soñar con esos elegantes salones palaciegos y sofisticados en los que las damas hablaban de filosofía y los poetas escribían hermosos versos. Del Medievo al Renacimiento, la belleza de la región se despliega ante los ojos del visitante perfectamente ordenada e inmaculada. Allí la opulencia de la naturaleza se alía con el buen gusto y ambas con la Historia de Europa con mayúsculas, para crear en el visitante una sensación plácida. Iniciamos la ruta en Nantes, urbe impoluta de grandes plazas y edificios señoriales dominada por el imponente castillo de los duques de Bretaña, casi una ciudad fortificada en sí misma construida en el siglo XII y que fue durante dos siglos la residencia de una de las familias nobles más poderosas de Francia. Allí vivieron reinas como Ana de Bretaña, y el lugar fue escenario de batallas durante la Revolución francesa, pues en el castillo se guardaba, desde tiempos de Luis XIV, un arsenal que fue atacado por los insurgentes. Es la primera de las muchas fortalezas que, además, pueden visitarse haciendo la ruta en bicicleta, porque existe un trazado perfectamente definido y cómodo para los aficionados a las dos ruedas. Porque si el castillo de los duques de Bretaña  quita el hipo, el de Angers lo supera. Edificado en el siglo IX, tiene un aspecto más medieval y robusto que la estilizada fortificación de Nantes, con un aire renacentista. Protegido por 17 torres y con una superficie de 25.000 metros cuadrados, alberga el tapiz más grande del mundo, el de la Apocalipsis, bordado en el siglo XIV, y del que se conservan más de cien metros. Su dibujo representa el fin de la civilización en un universo de ángeles, demonios y monstruos con varias cabezas que recuerdan a los frescos de El Bosco. En lo alto de una colina, desde sus hermosos jardines se tiene una vista insuperable del río Maine, un afluente de la Loire. Angers, con sus 150.000 habitantes, es una modélica ciudad del norte de Europa y perfecto ejemplo del esmero con que los franceses mantienen su patrimonio histórico... Ciudad milenaria con una historia riquísima, se remonta  al principio de los tiempos y en ella se han encontrado restos que datan de la edad del bronce. Fundada en el siglo V, por sus calles pasaron figuras históricas, como Leonor de Aquitania, esposa de Enrique II, que se rebeló contra sus infidelidades y acabó con sus huesos en la cárcel hasta su muerte.....
Juan Sardá. yodona.com/ El Mundo, 14 de julio de 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario