domingo, 17 de abril de 2016

Libros y felicidad

Cuando preparaba el texto del domingo anterior, lluvia de abril, sobre el poder de la escritura para sobrellevar las dificultades del vida, iba también descubriendo entre mis archivos de recortes de periódicos, auténticos aguaceros, como los que cubrieron Galicia esta semana, hasta tornados. Artículos, pensamientos, consejos, recomendaciones sobre la felicidad. Ese imperativo con el que nos bombardean sin cesar, sobre todo a través de la publicidad. La mayoría son mensajes tramposos que nos venden una felicidad basada en el éxito, la promoción social, el placer inmediato. Véase en los títulos seleccionados: Entrena tu cerebro para ser feliz, (Ana Martten, Mujer hoy, 2-4-6), Los gobiernos quieren saber su sus ciudadanos son felices (Gerver Torres, El País Semanal, 10-4-16). Encontré también reflexiones de más calado y sabios consejos, algunos asociados a los libros, el sol que aparece, de cuando en cuando, en la tormenta. Leer nos hace más felices (Emma Rodríguez, el País Semanal). Momentos felices entre libros (Alberto Manguel, Babelia, 12-10-13), Un día de felicidad (Arturo Pérez Reverte, XL Semanal, 28-2-16). En cuanto a la la felicidad en términos generales, ahí va mi lista: Los placeres ocultos de la vida, (Théodore Zeldin, El Cultural, 22-1-16), Nadie sabe definir la felicidad,  Boris Cyrulnik, El País, 27-3-2016).

Pero, ¿Que es la felicidad?, ¿Cómo escapar al sufrimiento, a la frustración? Stendhal nos recomendó:"Hay que saber lo que te hace feliz y convertirlo en hábito. Y para construir la felicidad se requiere sensibilidad, paciencia, cultura y memoria". El historiador y pensador Théodore Zeldin se pregunta: ¿Que significa estar plenamente vivo en vez de  estarlo solo a medias o al 20%? Los placeres ocultos de la vida es el resultado de esa búsqueda."La solución está al alcance de todos. Está en descubrir el placer en cada cosa que se haga, o en el trabajo, en disfrutar de la belleza que llega a través de los sentidos o del intelecto o de los sentimientos, como nos recuerdan los filósofos". Esa es la felicidad que describe Pérez Reverte en el artículo citado más arriba. La felicidad de un niño de una niña con anginas o un catarro. Hoy no va al colegio, por indicación del médico, se queda en cama con sus libros favoritos. El escritor revivió en mí un recuerdo muy antiguo. Tengo 10 u 11 años. Regreso del colegio y en la casa silenciosa oigo la voz de mi madre en el fondo del pasillo. Me acerco, mi hermano, en cama, la mira. Ella sentada frente a él, está leyendo un libro, Miguel Strogoff. Me siento en el borde de la cama y me dejo cautivar por la magia de la situación. Esa Rusia y su héroe, en la penumbra de la habitación, aún me acompañan hoy.

Es en el camino de la vida donde descubrimos nuestra propia receta, nuestra forma de ser felices, sin olvidar que:"Debemos aceptar que la pena forma parte de la vida y no es ningún trastorno mental", afirma el joven psicólogo, A. S, que escribe con cierta frecuencia la columna El psicólogo cuenta en el periódico local El Correo Gallego. Hoy lo invito aquí por dos razones. Porque hasta ahora he estado de acuerdo son sus opiniones siempre sensatas. Y también porque ha sido alumno mío hace años. No hay mayor orgullo para un profesor que reencontrar a un alumno convertido en un profesional digno. Su afirmación va en contra de la opinión común tan extendida de que la felicidad es algo que hay que alcanzar a toda costa y hasta los políticos y gobernantes nos incitan a ello. 
Boris Cyrulnik, el psiquiatra francés considerado uno de los padres de la resilencia, la capacidad de volver a la vida tras pasar por un drama, nos dice que nadie sabe definir la felicidad. La Revolución francesa y el siglo XIX cambiaron el concepto de felicidad. Durante mucho tiempo el cristianismo nos enseñó que encontraríamos la felicidad después de la muerte. Hoy lo hace el yihadismo. Para él "la felicidad es un tricotar continuo; es el placer de vivir cotidiano; es un trabajo de todos los días, no es metafísico. La artesanía de la felicidad se tricota día a día". Por eso este blog se llama: leer y tejer....

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