...para que no abandonen el barco en la tormenta. |
Nuestras vidas, hoy en día, cuando no se malogran, son lo suficientemente largas para que la mayoría hayamos vivido períodos de dolor, de pérdida, que en su momento nos parecieron insoportables. Dolor, temor, pérdida. Algunos los hemos conocido desde muy jóvenes; han seguido apareciendo a lo largo de los años. Cuando creemos que se alejan de nosotros, que ya hemos cumplido el cupo, alguien de nuestros allegados, de los que más queremos, recibe la desagradable noticia de enfrentarse a una enfermedad importante. Desde hace un año aproximadamente, tres parejas muy queridas luchan por recobrar la salud de uno de ellos . Dos de ellas con las que tengo una relación muy próxima son un testimonio admirable de valentía y de complicidad entre ellos. Su actitud de combate, es la de Mathias Malzieu, el vampiro en pijama, hoy curado y al que agradezco infinitamente que haya escrito este libro, un acto de amor hacia los que viven experiencias similares para que no abandonen el barco en la tormenta, el verso de Walt Whitman, que el escritor cita en las primeras páginas del libro. Es su poeta favorito. Su poesía sobrevuela el Diario. La tercera pareja, mucho más jóvenes, podrían ser hijos míos, viven en Londres. Él fue alumno de mi marido, nos unió su recuerdo, a él le dedicó su trabajo de licenciatura. Pienso en ellos, en sus proyectos, en sus brillantes carreras, ahora atravesando la dura prueba que sorprendió a su compañera. Hacia ellos vuela el vampiro desde esta mañana con mi mejores deseos. Los libros también curan y Hay que escribir sin frenos son dos afirmaciones obvias en relación al libro de Malzieu. Escribir es como tener amigos imaginarios, imaginarios que se hacen reales, añadiría yo. Los lectores del vampiro, aquellos que viven o vivieron situaciones similares, seguro que lo consideraran un amigo.
He dejado para al final a Amélie Nothomb, aunque haya sido la penúltima en aparecer en mi casa. Una vieja amiga que sabe que puede presentarse sin avisar. Hace tiempo que nos conocemos. Con ella comparto algunas de sus extravagancias que ha ido contando en distintas entrevistas: nos levantamos de madrugada para escribir y nos disfrazamos para combatir el frio mientras escribimos, ella como un astronauta, yo con varias capas de lana, chaquetas y jerseys.... Durante años frecuentó mis clases bajo el nombre de Antichrista, una historia sobre la amistad, la dependencia y la manipulación entre dos adolescentes. Ahora Anagrama acaba de publicar Pétronille que vuelve sobre el mismo tema: la relación de la propia Amélie con una novelista muy joven y de mucho carácter. En cuanto al oficio de escribir me interesan algunas de las afirmaciones que hace en esta entrevista:"Escribir me parece una verdadera imprudencia. Creo que la escritura invoca al destino, porque todo lo que escribo se acaba cumpliendo" ¿Recuerdan Viajes de invierno que publiqué en este blog (21-2-16)? ¿Es consciente Amélie de la relación que hay entre su libro El viaje de invierno y lo ocurrido con el avión que se estrelló en los Alpes en 2015?.... A. Vicente, el periodista, cita a Pessoa que sostenía que escribir era una forma de "sentir menos". Sin embargo nuestra escritora dice que en su caso sucede todo lo contrario: "Escribir es una forma de sentir las cosas de una manera más fuerte. Cuando escribo, río y lloro como si lo estuviera viviendo de verdad". Lo mismo me ocurre a mí. Vaya, Vaya.... Tantas afinidades me están animando a escribirle para abrir una relación epistolar, tal vez menos peligrosa.... Además me gusta el champán como a ella....
Carmen Glez Teixeira.
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