domingo, 24 de abril de 2016

Un lugar para escribir en soledad

Marguerite Duras en el antiguo granero de la casa

Hoy, 23 de abril, me dispongo a escribir de nuevo sobre  libros y escritores. Estos tres textos del mes de abril no responden a un plan trazado de antemano. Han sido los propios libros o artículos los que han ido asomándose, a veces tímidos, otras juguetones, reclamando su sitio en el blog. Y así ocurrió, hace unos meses, en la sala de cine Numax de mi ciudad, abierta desde poco más de un año. Un lugar no común, un regalo para los que vivimos aquí, con su librería incorporada. La selección de libros, en varias lenguas, tiene personalidad propia. Ofrece sorpresas.  En el pequeño mostrador, donde se compran las entradas, un libro me esperaba: Dos palabras, Marguerite Duras, Écrire , destacaban sobre la franja blanca superior del libro. Una foto de su mano de escritora sobre un texto escrito ocupaba la otra parte de la portada. Dos minutos después Écrire formaba parte de mi patrimonio. Pero olvidé ese libro, como nos ocurre alguna vez que alguien nos deslumbra un día, y casi al instante desaparece, para surgir de nuevo risueño cuando menos lo esperamos. Hace cuatro días, tratando de poner orden en la mesa de trabajo de mi habitación, donde no trabajo nunca, apareció Écrire debajo de un montoncito de libros. Lo abrí, ví que hablaba de una casa, una casa para escribir. El escritor y su espacio, la habitación propia de Virginia Wolf, es un tema recurrente, tratado también recientemente por Fernando Savater y Sara Torres, su añorada mujer (Aquí viven leones, Random House, 2015). Écrire  es el último libro publicado, en 1993 por Marguerite Duras, tres años antes de su muerte en 1996. Un conjunto de 5 relatos. Écrire, el primero, yo diría, su testamento literario, da el nombre al libro. En él están presentes la escritura, la soledad, su condición de mujer, su vida, el objeto de sus libros. Lo original del texto es que todo pasa en el marco de una casa: la casa de Neauphle-le-Château en Yvelines.

En 1958, Marguerite Duras vendió al cine los derechos de su libro Bagarre contre le Pacifique/Un dique contra el Pacifico (Tusquets, 2008). Con ese libro estuvo a punto de ganar el Goncourt. Lo obtendrá 30 años más tarde con L'Amant. Durante esos años vive en la casa de Neauphle, la que compró con el dinero de Bagarre. Neauphle-le Château, colgado de una colina, está situado a unos cuarenta kms. al oeste de París. Su encuentro con la casa fue un amor a primera vista, como ella misma cuenta: tan pronto franqueó le entrada y vio el jardín (ella dirá siempre le parc ) supo que la quería. No he leído nada de M.Duras que me haya gustado tanto como Écrire . Me temo que si se  lo cuento les privaré de su belleza. Por eso decidí seleccionar unos cuantos textos donde van apareciendo las tres palabras del título de este escrito: un lugar para escribir en soledad. Los he traducido del texto original de Écrire, (Collection Folio, Gallimard, 1996). Lo hice antes de saber que existe una publicación en español, la de Tusquets que cité antes pero no he podido disponer del libro. 


"Es en una casa donde se está solo. y no fuera de ella sino dentro de ella. En el jardín hay pájaros, gatos. Pero también alguna vez, una ardilla, un hurón. No se está solo en un jardín. Pero en la casa, estamos tan solos que nos hemos perdido alguna vez. Es ahora cuando se que me quedé en ella diez años. Sola. Y para escribir libros que me hicieron saber, a mí y a los demás, que era la escritora que soy. ¿Cómo ocurrió ? ¿Y cómo puedo decirlo? Lo que puedo decir es que la clase de soledad de Neauphle fue hecha para mí. Para mí. Y que es solamente en esta casa donde estoy sola. Para escribir. Para escribir no como había hecho hasta entonces. Sino escribir libros todavía desconocidos para mí, nunca antes decididos por mí y nunca decididos por nadie. Sino escribir libros aún desconocidos para mí y nunca decididos por nadie...Comprendí que era una persona sola con mi escritura, sola muy lejos de todo..." pg.13

"Esa soledad de los  primeros libros la conservé. La llevé conmigo. Mi escritura, la llevé siempre conmigo fuese a donde fuese. A París. A Trouville. O a New York.".... pg. 14

"Escribir, era lo único que poblaba mi vida y que la llenaba de encanto. Lo hice. La escritura no me abandonó jamás."pg. 15

"Mi habitación no es una cama, ni aquí, ni en París, ni en Trouville. Es una ventana determinada, una mesa determinada, costumbres de tinta negra, marcas de tintas negras que ya no se encuentran, es una silla determinada". pg.15

"Esta casa es el lugar de la soledad, sin embargo da a una calle, a una plaza, a un viejo estanque, al grupo escolar del pueblo. Cuando el estanque está helado, hay niños que vienen a patinar y que no me dejan trabajar. Les dejo que lo hagan, a esos niños. Los vigilo. Todas las mujeres que tuvieron hijos vigilan a esos niños, desobedientes, locos, como todos los niños. Pero qué miedo, cada vez, el peor. Y qué amor."pg. 16

"No encontramos la soledad, la hacemos. La soledad se hace sola. Yo la hice. Porque decidí que era aquí donde tendría que estar sola, que estaría sola para escribir libros.  Y así pasó. Estuve sola en esta casa. Me encerré en ella ---tenía también miedo, desde luego. Y luego la amé. Esta casa, se convirtió en la casa de la escritura. Mis libros salen de esta casa. De esta luz también, del jardín. De esta luz reverberada del estanque. Hicieron falta veinte años para escribir lo que acabo de decir."pg.17

"Y además está el jardín. En él están  los árboles milenarios y los árboles aún jóvenes. Y hay alerces, manzanos, un nogal, ciruelos, un cerezo. El albaricoquero se murió. Delante de mi habitación está ese rosal fabuloso de L'Homme Atlantique. Un sauce, hay también los cerezos del Japón, los iris. Y bajo una ventana del salón de música, hay un camelio, plantado para mí por Dionys Mascolo."pg. 17

"En la casa, era en el primer piso donde escribía, no escribía abajo. Después escribí por el contrario en la gran sala central de la planta baja para estar menos sola, tal vez, ya no sé, y también para ver el jardín". pg.31

"Lo que cuenta en esta casa de Neauphle-le-Château son las ventanas que dan al jardín y a la carretera de París delante de la casa. Esa por donde pasan las mujeres de mis libros". pg. 46

"Lo escrito llega como el viento, está desnudo, es tinta, es lo escrito, y pasa como ninguna otra cosa pasa en la vida, nada más, excepto ella, la vida". pg. 53

Esta casa que, en principio fue una ferme, con sus tres construcciones y su estanque, luego propiedad de un notario parisino, acogió  a la escritora  consolándola de sus penas de niña. Tenía algo para ella y para su hijo, por primera vez en su vida. Y escribiendo hizo de ella la casa de la escritura, esa folie. ese  volcan.....

Carmen.Glez.Teixeira

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