Casa natal de Descartes |
En el Museo de Descartes sus ideas iluminan los paneles y se propone una constante averiguación abriendo cajones de muebles que contienen textos con ulteriores explicaciones de los temas o las dudas. No hay reliquias suyas ni manuscritos. Destaca un molde de su cráneo, copia del que se guarda desde 1931 en el Museo del Hombre de París. Esa calavera con los nombres grabados de los propietarios y una poesía sufrió no pocas peripecias a lo largo de los siglos no pocas peripecias, igual que sus hueso enterrados hoy en la iglesia de Saint-Germain-des-Prés.
Como no podía ser menos el museo del filósofo en su lugar natal es una expresión de cartesianismo. El contexto histórico, la biografía, las ideas, los viajes, los libros y, como despedida, una sala dedicada a frases de filósofos que sirven al visitante para seguir pensando. Como lo que decía Blaise Pascal:"El hombre no es más que un junco, el más débil de la naturaleza, pero es un junco pensante". Sí, pero con "Pienso, luego existo", Descartes abrió de forma fulminante, incluída su duda metódica, otro gran vuelo de la filosofía moderna. Hoy son muchos los visitantes orientales (coreanos, japoneses, chinos...) que vienen hasta este lugar de la Francia profunda a conocer el museo, comenta su conservadora Sylvie Pouliquen.
También se facilita al viajero una guía llamada La Cartesiènne , con un plano de 42 puntos de interés en Descartes y alrededores. Lugares históricos y prehistóricos, como los dólmenes y cementerios de hadas y doncellas de Le Chillou de Feuillet, a menos de 10 kilómetros. Sin salir del pueblo, junto al río La Creuse, se abre el jardín de René Boylesve, con su rosaleda, y árboles tan boyantes como La Fayette , una secuoya plantada en el siglo XIX. La duda mayor que asalta es cuándo volver a Descartes.
Luis Pancorbo. El Viajero. El País, viernes 21 de junio de 2019.
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