jueves, 7 de noviembre de 2019

Las lealtades

Delphine de Vigan
Con Delphine de Vigan (Boulogne-Billancourt,1966), Georges Steiner fracasaría con su pregunta: "¿En realidad las mujeres propenden a derrochar el lenguaje?". En Las lealtades (Les Loyautés, 2018), los personajes femeninos ocultan secretos, callan por miedo, se autoprotegen mediante el silencio. También los dos jóvenes protagonistas son cómplices en sus disimulos. Quizá porque el registro de De Vigan es económico, contenido y más implícito que descriptivo. La autora de Basada en hechos reales consigue crear tensión psicológica  en ese territorio hostil de las violencias cotidianas, sin perder su pulso narrativo y sin gran despliegue estilístico o verbal. 
Lo más clarificador del título, Las lealtades, novela a cuatro voces, se plantea en los párrafos iniciales, a modo de "nota de autor". De Vigan explica a qué lealtades se refiere: "Son lazos invisibles que nos vinculan a los demás - lo mismo a los muertos que a los vivos-, son promesas que hemos murmurado y cuya repercusión ignoramos, fidelidades silenciosas, son contratos pactados las más de las veces con nosotros mismos". 
Y puesto que en la historia coexisten preadolescentes de familias desestructuradas, mujeres decepcionadas, y una profesora, hija maltratada por un padre violento, la novelista estará hablándonos de pactos de silencio, de no traicionar a los padres, de no decir más de la cuenta. Las consecuencias de estas lealtades profundas y oscuras son imprevisibles...
La disfuncionalidad interna de las familias es un tema recurrente en la obra de Delphine de Vigan . En Nada se opone a la noche, narraba el suicidio de su propia madre. Las referencias a las violencias familiares invisibles  aparecen consciente e inconscientemente en su narrativa. Sus personajes adultos cargan con las heridas de la niñez.
Hay quien reprocha a De Vigan que las cuatro voces se parezcan demasiado; el nombre de cada personaje como título de cada fragmento sirve para guiarnos en un flujo de conciencias encadenadas. Personalmente, creo que el efecto de una misma frecuencia mental en el habla de los personajes es a propósito. Víctimas de traumas del mismo origen, la novelista tiende a igualar el discurso de cada personaje con el suyo propio, encarnando así la voz colectiva de los portadores de hondas desgarraduras familiares. Una obra que cuestiona a una sociedad que mira hacia otro lado, ante las violencias soterradas. 
Lourdes Ventura. El Cultural, 1-11-2019

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