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Fotograma de Casanova, su último amor |
El director francés Benoît Jacquot aventura en Casanova, su último amor una lectura heterodoxa del libertino tan alejada del mito como cercana a nosotros. Justo en los últimos instantes de Casanova, su último amor, el que fuera diplomático, violinista, agente secreto, matemático, estafador, inventor y, sobretodo, aventurero es interpelado por su visitante sobre la relación quizá secreta entre el dolor, el sufrimiento, y el amor. Habla de un hombre fundamentalmente viejo al que sólo le quedan los recuerdos como lejanos testigos de una vida que tiempo atrás, sólo en el pasado, se soñó eterna. ¿Hay que sufrir para amar de verdad? "Para amar, quizá no, pero saber que has amado, sin duda", dice. La respuesta no puede estar más alejada del ideario del libertino. Ya no queda rastro del hombre que escribió en sus memorias :"¡Estos son los placeres de la vida! Pero ya no puedo procurarme otra cosa que el placer de seguir gozándolos con el recuerdo. ¡ Y pensar que hay monstruos que predican el arrepentimiento, y filósofos necios que sostienen que los placeres no son más que vanidad!"El Casanova que interpreta desde la heterodoxia Vincent Lindon descubre de repente que es un hombre herido y encadenado sin remedio a lo que más desea. La libertad le condena. Y es ahí, en ese extraño y virtuoso giro donde el francés Benoît Jacquot localiza y puntúa su relectura contrahedonista, digámoslo así, del mito.
"Resulta paradójico la imagen que tenemos de Casanova, reflexiona el director con una filmografía obsesionada literalmente por las mujeres (recuérdense Eva, Diario de una camarera, Adiós a la reina, o Villa Amalia) . "Tenemos de él", sigue, "la imagen de un hombre seductor, alegre, esencialmente frívolo. Cuando alguien tiene éxito con las mujeres decimos que es un Casanova. Y, a poco que se investigue un poco, ésa es sólo una parte del retrato. Sus memorias siempre han sido una de mis lecturas preferidas. Están escritas, pese a ser un italiano en un francés tan libérrimo como su propia vida y también muestran a un hombre vulnerable, siempre al albor de la suerte. No era un hombre ni rico ni noble y se pasó la vida intentando ser las dos cosas. Esa es la parte que me interesa: su fragilidad. Y, sinceramente , creo que ésta es la característica que le aleja del mito y le acerca a nosotros"...
Luís Martínez. La esfera de papel. El Mundo, domingo 9 de febrero de 2020.
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