lunes, 9 de marzo de 2020

En esa ardiente oscuridad: Especiales

Fotograma de Especiales
Siempre ha existido un tipo de cine sentimental, o sensiblero, o ternurista, con rentabilidad inmediata, con el objetivo de que el espectador salga muy contento de la sala ante la verificación de certezas tan negociables como que Dios aprieta pero no ahoga, que a pesar de los pesares vivir es muy bello y sentencias de ese tipo. Si consiguen hacer sonreír o reír al espectador, además de conmoverle mucho mejor. No sé si Frank Capra se creía sus fábulas morales con obligado desenlace feliz, pero lo hacía admirablemente, dominó la fórmula mejor que nadie durante su larga y memorable carrera. Hasta para hacer trampas en busca de la lágrima y el arrobo de los receptores hay que ser un virtuoso. Capra lo era. Hay otros triunfadores como él, que las hacen a lo bestia, sin sutileza, enseñando el plumero.
Los directores franceses Olivier Nakache y Éric Toledano arrasaron las taquillas no ya de Francia, sino de cualquier parte  donde se estrenó la película Intocable, la presuntamente entrañable amistad entre un millonario tetrapléjico, sin el menor deseo de seguir tirando, y su asistente negro, un macarra muy jocoso y desinhibido que logra devolverle las ganas de vivir. Todo el mundo se partió de risa y se sintió muy feliz con este cuento que exaltaba con tanta habilidad los buenos sentimientos...
 Con Especiales, este dúo de directores humanistas vuelve a demostrar su facilidad para convertir en oro cualquier temática que aborde. Y es dura la que ha elegido para esta ocasión. Ya sé que toda España se rió y también se emocionó un poquito o mucho con la muy meritoria Campeones, que hablaba en tono de comedia de gente discapacitada o con síndrome de Down interpretada por ellos mismos. Pero Especiales habla del autismo más severo y menos pacífico, el que puede agredir severamente al que lo padece o a aquellos que lo cuidan, un universo muy duro que Toledano y Nakache abordan con realismo, con sentimiento, sin edulcorarlo. La protagonizan los miembros de una organización no gubernamental que ejercen de ángeles guardianes, solidarios y sufridores, de personas que sobreviven en un mundo del que nos faltan muchas claves, pero en el que está claro abunda el sufrimiento extremo, la incomunicación más terrible, una oscuridad difícilmente penetrable...
Carlos Boyero. El País, viernes 28 de febrero de 2020  

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