Fotograma de Las golondrinas de Kabul |
Basada en la novela homónima de Yasmina Khadra, seudónimo femenino del escritor argelino Mohammed Moulessehoul, la película se adentra en la cotidianidad del espanto del integrismo islámico a través de una animación de trazos discretos. Así, por un lado el dibujo otorga distancia y matices para lograr lo que de otro modo estaría al borde de la abyección visual y por otro se narra el proceso de autoconvencimiento, seguido de la duda y de la rebeldía, de un hombre marcado por el ambiente, que logra sobreponerse a la cerrazón, y el de una mujer que quiere ser libre y lo logra por medio de lo único que le dejan poseer, la dignidad.
Zabou Breitman, actriz y directora sin experiencia en el dibujo animado, se acompaña de una profesional del formato como Eléa Gobbé-Mévellec, en su debut al frente de un largometraje, para articular una bella y sencilla película donde la masacre de la mujer se muestra tanto en el plano físico como, sobre todo, en el moral. Con ecos en su desenlace del intercambio de ejecutados de un clásico como Historia de dos ciudades, de Charles Dickens, Las golondrinas de Kabul logra momentos de impacto, como los planos desde el punto de vista de la mujer tras el burka, rejillas mediante, y acaba conformándose como una obra donde la hipocresía del integrismo queda subyugada por la fuerza de la libertad.
J.O. El País. viernes 21 de febrero de 2020.
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