Éric Rhomer |
El nombre de Rhomer es reivindicado por hordas de cineastas partidarios de un ritmo pausado y naturalista, aunque pocos reflejen, tal vez por una cuestión generacional, el mismo conflicto entre la carne y el espíritu que transmitían sus cuentos morales, siempre teñidos de educación católica, ni la superación ascética de la violencia que desprendían las marcianas obras históricas de su último período (...)
Por otra parte, un vistazo apresurado al cine francés actual puede hacer dudar de la vigencia de su legado, en vista del triunfo de la comedia bienpensante y de los subproductos protagonizados por los hijos bastardos de Louis de Funès, principales exportaciones de la primera potencia fílmica europea, que han alterado la imagen de marca de su cine en el extranjero. Con todo la sombra de Rhomer sigue siendo alargada en la obra de cineastas como Christophe Honoré, Mia Fansen-Love y otros nombres menos conocidos fuera de Francia, como Mikhaël Hers, Nicolas Pariser o Guillaume Brac, que ha rodado sus últimos filmes en Cergy, una de esas villes nouvelles levantadas en los setenta para descongestionar el centro de París, sobre las que Rhomer grabo una serie documental en los setenta y luego rodó Las noches de la luna llena (1984) y El amigo de mi amiga (1987), ambas disponibles en Filmin, que propone una excelente selección de 15 de sus títulos...
Álex Vicente. El País, 28 de marzo de 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario