domingo, 3 de mayo de 2020

Palabras frente al dolor

Cuatro de los  textos que empecé a escribir a partir de la declaración de alarma y de  confinamiento han girado en torno a esta nueva situación que estamos viviendo. Los cuatro se referían a los mejor parados, los no infectados, que hemos organizado nuestra vida para hacer llevadero el encierro. Sería ingrato cerrar este ciclo de textos sin unas palabras para acompañar en su duelo a la peor parte: a los que se fueron, dejando su entorno de ese modo tan precipitado, brusco e inesperado. Y a los que los echan de menos, en medio de ese vacío que solo se irá aceptando con el tiempo.
 Imágenes estremecedoras, apenas atisbadas unos segundos en la tve, hileras de ataúdes esperando su turno sin una sola persona a su lado, cuando eran cientos los muertos. Pasadas las primeras semanas de la tragedia,   televisión española ofreció la posibilidad  de transmitir algunas de las despedidas que no pudieron ser.  Sonaron algunas en el aire de nuestro salón como pájaros iniciando su vuelo. Transcribo a continuación tres.  Quiero verlas escritas. Las palabras, a veces, se las lleva el viento. Las primeras son para una abuela: Yo he perdido a una abuela pero el cielo se ha llevado a la más bonita de las estrellas . Para un hermano: Tu marcha fue como un desgarro en el pecho, a traición. Hasta siempre hermano!!! Para unos padres que murieron los dos: Vuestra marcha fulminante y dolorosa para todos es imposible de asimilar. Según el informe de televisón española, publicado en internet, el 6 de abril,  son más de 400 mensajes de familiares y amigos los recibidos. Llegados de diferentes puntos de España, también de lugares más lejanos como Italia, Ecuador, EEUU, Serbia. Así nació el Memorial del Coronavirus: despedidas por  una pandemia.

Los periódicos han recogido día a día  numerosos testimonios de las familias de los enfermos y de los fallecidos. También de quienes se ocuparon y se ocupan de ellos, los sanitarios. He seleccionado palabras de los familiares, sobrias, conmovedoras: Vivir juntos, morir juntos: "Mi madre no tenía Covid, pero la pusieron con mi padre, que no sabía vivir sin ella" (Q.A., El Mundo, 27 de abril). "Traje a mi madre a casa porque se moría de pena". Solo en Madrid y Cataluña los familiares han recogido de las residencias  a más de mil personas. (M.S.T., El País, 28 de abril). Trabajadores de los hospitales, víctimas colaterales del coronavirus, nos describen el momento de irse y volver a casa: Fernando, médico, desde hace dos semanas vive aislado en la buhardilla de su propia casa en la que también residen su mujer y sus dos hijos universitarios. Han aprendido a expresar el afecto de otra amanera: "Ahora un te quiero sin tocarse tiene más sentido que antes". Carmen, limpiadora: "A mí se me parte el alma"al regresar a casa, cuando sus nietos vienen a abrazarla y tiene que decirles que esperen un poquito que antes tiene que ducharse.(el país.com 27-4-2020). Sin duda "lo más duro es ver cómo se morían pacientes en soledad" dice Raúl, cirujano cardíaco pediátrico.(elnoroestedigital.com,23 de abril).


César Antonio Molina en El virus de la democracia, publicado ayer, 1 de mayo, en El Mundo, quiere rendir homenaje a los muertos, en particular a los mayores que también ellos reclaman su memoria histórica y "no hay mejor homenaje que sacar a la luz y juzgar los acontecimientos". Voy a transcribir aquí parte de su texto con sus propias palabras, nadie lo expresaría mejor que él: "Esta pandemia ha arrasado con los mayores, con los ancianos y de paso con la autoritas maiorum, la sabiduría, la experiencia y esos vínculos con los antepasados que, de repente, se rompen para siempre. Esos mayores que nos trajeron la libertad y la democracia, que sufrieron por ello, y que ahora hemos dejado en la soledad y el abandono...A esos antepasados por eso se les llamaba maiores. La autoridad de los vivos era derivada de la autoridad de los fundadores que ya no estaban entre los vivos. La autoridad diferenciada del poder. Una democracia que deja morir así a sus mayores es una democracia indigna. ¿Cómo se le pueden retirar todos los derechos a un grupo de ciudadanos por el simple motivo de la edad?
La democracia también  ha sido contagiada"...

Francia ha vivido y vive  una situación parecida a la nuestra ( he hablado varias veces con mis amigos franceses  disputándonos el puesto número 1 de dónde ha sido peor). Si echamos un vistazo a sus periódicos algunos titulares podrían servir de conclusiones  a lo expuesto en este texto: 
Repenser notre lien avec les personnes âgées/ Volver a pensar en nuestros lazos con las personas mayores. Le Point, 13-3-2020, en plena ola de muertes de personas mayores. 
Les personnes âgées isolées se sentent encore plus abandonnées dans la crise actuelle/ Las personas mayores aisladas se sienten aún más abandonadas en esta crisis. Le Monde, 30 de abril

En cuanto a las palabras, en el semanario L'OBS se preguntan hoy 2 de mayo ¿qué quedará  de este gran "marathon de palabras"? "Desde el principio  de la pandemia podemos leer una ola incesante de tribunas, análisis, entrevistas  destinadas a informar, sin duda, pero también para llenar el vacío".  (Mara Gayet).

Las palabras que nos importan ahora son las palabras que alivian el dolor.

Cerrado ya este artículo, me encuentro esta mañana con la carta de la hija de un muerto por coronavirus (ABC, 3-5-2020). Les sugiero que la lean. testimonioscoronavirus@abc.es Carmen Glez Teixeira





















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