Fue el propio Macron, camisa blanca, mangas arremangadas, el que hizo los anuncios. |
Macron ha visitado escuelas, centros de investigación científica, hospitales, residencias de ancianos y se ha reunido con empresarios, sindicatos, líderes espirituales y religiosos, restauradores y empresarios de locales de ocio. La Cultura parecía no estar en la agenda. Algo sorprendente en un país como Francia que presume del lugar que ocupa la creación en sus prioridades y que ha hecho de ella una industria que factura, dicen, tanto como la agroalimentaria. En cifras del ministerio de Cultura, 47.000 millones de euros al año.
Un centenar de personalidades, con Catherine Deneuve como emblema, había denunciado este "olvido" en una tribuna publicada por Le Monde. El ministro del ramo Franck Riester permanecía afónico ante los medios.
Pues bien, el presidente de la República, secundado por el titular de Cultura y los ministros de Economía, Bruno Le Maire, y Trabajo, Muriel Pénicaud, habló ayer con cineastas, escritores y músicos. Los políticos sentados en una mesa dispuesta en U en el Elíseo, los representantes del sector conectados a distancia.
Fue el propio Macron, camisa blanca, mangas arremangadas, el que hizo los anuncios. El más social concierne a los llamados intermitentes del espectáculo, técnicos y artistas que suelen ser contratados por obra, rodaje, días u horas. Son un colectivo de 274.000 personas que tiene que trabajar 507 horas al año si quiere seguir cobrando el subsidio al año siguiente entre trabajo y trabajo. De ahí el nombre de intermitentes. Antes del parón impuesto por el virus solo el 36% había superado el listón. A todos ellos se les extiende el subsidio de desempleo (entre contrato y contrato) hasta agosto de 2021.
La fecha tiene su por qué. Gran parte de los intermitentes hacen las horas reglamentarias durante los festivales de verano, suspendidos este año. Estos eventos se han convertido en grandes ingenios. Olivier Py, director del Festival de Aviñón, el más serio de todos, calculó que la muestra tiene un impacto económico de 100 millones en la ciudad y su área de influencia.
La Ópera de París podría perder este ejercicio 40 millones si aplaza su rentrée hasta enero. Su director. Su director Stephane Lissner no sabe cómo programar la temporada que incluía la Tetralogía de Wagner. El Centro Nacional de la Música estima que las entradas no vendidas suponen ya 500 millones.
Todo esto sigue en suspenso. La lucha contra el virus y evitar una segunda ola de contagios es la prioridad. Nada de festivales, ni grandes museos por el momento. Sí se va a permitir que se reanuden los ensayos en los teatros, arte al que es muy aficionado Macron...y su esposa que dirigía el grupo teatral del colegio donde estudiaba el hoy presidente...
Iñaki Gil. Corresponsal. París. El Mundo, miércoles 6 de mayo de 2020
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