En septiembre, seguramente no habrá aún vacuna a la Covid pero estaremos más cerca de conseguirla. Nuestros médicos y todo el personal sanitario habrá respirado tras tantos días y noches al límite; estará, además, mejor preparado para afrontar una segunda embestida de la epidemia.
En septiembre, los muertos habrán recibido el merecido homenaje nacional. Con el Rey a la cabeza, todos los poderes del Estado habrán aparcado por un día sus rencillas y, juntos, hecho suyo el dolor de más de 26.000 familias que enterraron a sus próximos sin duelo. La cuadrilla suma su pésame al de las autoridades.
En septiembre, o antes, y a raíz de esa jornada, los líderes políticos habrán enterrado el hacha de guerra. En especial, el Gobierno y en singular, el presidente Sánchez. No por contrición sino por atrición. Bruselas no aprecia la contabilidad creativa y lo que ahora no ha conseguido con la gente muriendo por decenas, no lo logrará cuando la epidemia remita. Europa no es una hada madrina sino una vieja avara. Sin cuadrar un presupuesto creíble (y sumar los votos para aprobarlo) no nos van a dar un euro sin ponernos condiciones. En septiembre, estaremos hablando de rescate.
En septiembre, habrán abierto los museos y volverán los estrenos a los teatros y, al salir de la función, podremos ir a cenar. Todo a la distancia de seguridad. Lo que hará más intenso cada uno de nuestros abrazos.
En septiembre, París lucirá como sólo lo hace en otoño. Dorado, con el bronceado en la piel de los recién regresados a sus terrazas, sus neones rutilantes. Las grandes exposiciones compitiendo con la alta costura por sitio en las noticias. Será una rentrée política movida y no descarto manifestaciones. este septiembre será especial: el Tour terminará un domingo y, al siguiente, empezará Roland Garros.
En septiembre, concretamente, el día 13, volveré a pelear por hueco en todas las secciones de este periódico para darles novedades del país vecino. Y si la autoridad de estas páginas no cambia de opinión, volverán a tener noticias de mi cuadrilla.
De aquí a septiembre voy a tomarme unas largas vacaciones no retribuidas. Lo que en jerga laboral llaman ERTE. Uno más entre cuatro millones. Espero perder el par de kilos tomados en el confinamiento y leer media docena de libros pendientes. Agradezco las muestras de cariño recibidas y por venir. Ustedes lectores, en lugar de (o además de) los mensajes de solidaridad, compren el periódico. EL MUNDO, a poder ser. O mejor, suscríbanse. Lo necesitamos. Les necesitamos.Ahora, sin esperar a septiembre, Au revoir.
Iñaki Gil, Corresponsal de El Mundo en París, miércoles 13 de mayo de 2020.
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