Este peso estructural convierte cualquier decisión de la maison en determinante dentro de la industria de la moda. Que Dior desfile a la antigua usanza en la Semana de la Moda de París, donde el 80% de las firmas mostraron sus colecciones a través de formatos online, lanza un mensaje de esperanza y continuismo, secundado por las otras casas francesas históricas como Hermès, Chanel y la propia Louis Vuitton. Aunque Maria Grazia Chiuri, directora creativa de la división femenina, es consciente de que la crisis que atraviesa el mundo está transformando radicalmente los comportamientos y hábitos de consumo; también las aptitudes corporales, tal y como explica en una nota de prensa, donde reconoce además que el concepto de moda contemporáneo ha sido puesto en cuestión.
"Para poder afrontar esta colección, he tenido que interactuar con otras mujeres. El objetivo era encontrar juntas una respuesta adecuada a través de la moda a esta época incierta sin precedentes", cuenta la directora creativa. Entre esas mujeres está Nanni Strada, famosa diseñadora textil italiana. Su trabajo que siempre giró en torno a la sensación de bienestar, inspiró a Chiuri para reinterpretar la silueta clásica de Dior desde la comodidad. "Creo que es lo que necesita la mujer actual", asegura vía vídeo...
Chiuri toma como referencia a escritoras, poetas e intelectuales que crean en la intimidad de su hogar. Desde Virginia Woolf, envuelta en prendas de color, hasta Susan Sontag, ataviada con una camisa blanca. Así busca conectar con esos millones de profesionales que hoy teletrabajan, aunque frente a ellas se abra una hoja Excel y no precisamente en blanco. El chándal -al menos hoy- no forma parte del vocabulario de Dior.
Algo mucho más artístico -el concepto de collage- si resulta fundamental en el discurso de Maria Grazia Chiuri. Primero referido a la combinación de tejidos. El collage protagoniza también la puesta en escena de la colección. Al paso de las modelos, suenan voceri, canciones sicilianas del siglo XIX, donde se mezclan palabras y sonidos y que eran entonadas por las mujeres ante la pérdida de un marido o un hijo. La atmósfera litúrgica resultaba innegable. La luz tenue, las vidrieras, los cánticos primitivos. Si la pasarela es un templo para Dior, la moda -continuando con el símil- constituye una suerte de religión o secta (según se mire). Y si ha sido puesta en cuestión como reconoce la marca, quizá sea hora de un concilio.
Carmen Mañana. El País Semanal, domingo 1 de noviembre de 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario