¿Cómo está París?¿Cómo has encontrado Madrid? Son las preguntas que me hacen a bocajarro una vez que aterrizo en la capital de España. Mis respuestas de estos últimos días: "París está triste, Madrid más animado". Es mi impresión personal. Hecha de lo que me cuentan familiares y amigos, tenderos, kiosqueros, taxistas, camareros, etc. También del tono que percibo en los medios. Y por supuesto la cuadrilla. De hecho este paseo arranca en un restaurante de la calle Sagasta donde nos dimos un homenaje el decano madrileño de la cuadrilla y el firmante. Comedor lleno. "A mediodía la cosa no está mal pero las noches están flojas", nos comentó el restaurador. Pero yo recuerdo la noche de julio en la que dieron de comer a ocho clientes, repartidos en tres mesas, contando la mía.
París, cerrados cafés y restaurantes (y museos, peluquerías, librería y toda la tienda "no esencial") está triste. A las 8 cierran el super y las fruterías. Los últimos caminantes enfilan para el metro. La noche parisina es de riders y de mendigos. Cierto, las mañanas tienen vida. La gente va al trabajo, los padres llevan a los hijos al colegio. Y el claxon de los repartidores de paquetes trae el eco de cuando el estrés no tenía forma de parte médico. Mi kiosquero no se queja más de lo habitual y en la librería pude comprar dos libros aprovechando que en la puerta despachan los pedidos por internet. París está triste. Y menos mal que este confinamiento leve ha dejado abiertos parques y jardines . Las hojas muertas se siguen recogiendo a paladas...
Madrid tiene una cara más animada. Aunque no hay interlocutor que no me haya transmitido su doloroso recuerdo de la primavera, la prudencia con que afronta el presente y el temor a un futuro más gris que el cielo de noviembre. A medianoche del sábado, volviendo de cenar en familia, mi calle -ruidosa de natural- se despejó en un pis pas. Treinta minutos después no quedaba ni un peatón.
No se me escapa que Madrid es la excepción en un país de confinamiento variable. Pronto veremos si el oasis es avanzadilla de un tiempo mejor o espejismo de un falso amanecer antes de una recaída fatal. Tampoco olvido el trágico balance que arrastramos. Desde el comienzo de la pandemia han fallecido en la Comunidad de Madrid (6,6 millones de habitantes) 11,948 personas. En Île de France la región parisina (12,1 millones) hasta anteayer, 9.829 personas. Cifras que cuestionan a quienes nos gobiernan. Aunque, a día de hoy, Madrid está más animado. Y, a mis ojos, París, triste.
Iñaki Gil. El Mundo, lunes 16 de noviembre
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