Fotograma de Adam |
Es así, como la viuda, que sobrevive como pastelera desde al puerta de su vivienda y una niña a su cargo, se encuentra ante la necesidad de cobijar a una joven repudiada por su familia, que desea dar a su bebé en adopción para regresar al pueblo sin mancha. Entre ambas va creciendo la solidaridad desde le dolor mutuo, también desde dos visiones de la propia maternidad, que nos llegan por miradas, silencios, diálogos sobrios y atmósfera envolvente, digna de cine grande. Se habla tanto de la necesidad de abrir nuevas vías para la ficción, al margen de la imágenes predecibles, obvias y reiterativas, contaminadas por el entertainment dominante, que algunos optan por la vía más radical, la del sabotaje audiovisual, apelando a la inteligencia del espectador, Touzami, a su condición de mujer en un país en el que ser libre no es fácil, opta por la otra vía, la del cine fresco y elegante, sutil pero rotundo, sin por eso ahorrarnos el sufrimiento de la soledad. Al tiempo se reivindica como cualificada portavoz de su género en el Magreb.
Miguel Anxo Férnandez. La Voz de Galicia, viernes 13 de noviembre de 2020.
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