Édouard Levé |
Centrémonos en el segundo, que, a pesar de titularse Diario, carece de dimensión temporal, pues da la impresión de que estuviese ocurriendo a la vez, también carece de estructura y la trama se apoya en la única idea de que todos los textos se van sucediendo a lo largo del libro han sido trabajados a partir de informaciones vomitadas por los medios de comunicación, incluida la televisión. Pensar que se trata de meros fragmentos citados textualmente, sin la más mínima elaboración, es un error. Hay un trabajo selectivo, además de un moldeamiento literario y una huida de emoción, al desnudar las noticias de fechas, nombres y caras, pero también hay combustión en muchos momentos, si bien extremadamente contenida, y justamente por eso casi radioactiva. Dicho de otra manera nos hallamos ante un libro muy original, que puede llegar a establecer con el lector una dialéctica tan sorprendente como necesaria, pues ha de llenar muchos vacíos y poner emoción donde Levé aparentemente se la quita.
Cuando concluyes la lectura, tienes la impresión de que vivimos en un mundo de locos, básicamente conformados por miles de relatos que convergen y divergen, a través de los cuales se va desplegando un alucinante y descarnado teatro del mundo. Sentí mucho que Levé se suicidará, si bien comprendí enseguida que en él la muerte voluntaria formaba parte de su autorretrato y especialmente de su última novela que tuvo de titular Suicidio.
Jesús Ferrero. Babelia. El País, 21 de noviembre de 2020
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