Con sus arengas patrióticas desde la BBC, logró cohesionar a un ejército que acabaría liberando París. En fin, eso es historia mayúscula, bien conocida por sus compatriotas, al cabo los primeros destinatarios de un filme que linda con la hagiografía y viene bien para consumo propio en estos tiempos de una Europa más convulsa de lo deseable. Curiosamente De Gaulle fue un contumaz opositor a la entrada de Gran Bretaña a lo que entonces se conocía como Mercado Común.
El director y coguionista Gabriel le Bomin opta por una factura académica, sin recursos de estilo y descansando buena parte del metraje sobre el actor Lambert Wilson, convincente en su papel. Asistimos a la peripecia política del general y en paralelo a sus circunstancias familiares con su esposa e hijos, la menor con síndrome de Down, y de cuando en vez alguna secuencia referida al sufrimiento de una población en su huida del invasor, aunque evitando la explicitud que pudiera impedir el acceso al filme de todo tipo de público. Aprovechando el 130.º de su nacimiento, el 80.º de su discurso en la BBC sobre la famosa frase La France n'est pas seule -repetida tres veces con vehemencia- y el 50.º de su fallecimiento, la película asoma a la cartelera para refrescarnos el personaje y el hecho histórico con una voluntad didáctica para el público ajeno. Y en eso cumple. Queda claro que de no haberse rebelado, la Europa de hoy sería otra.
Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, viernes 27 de noviembre de 2020.
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