Anéantir/Aniquilar que la editorial Flammarion publica en francés el 7 de enero y que Anagrama tiene previsto publicar en castellano y catalán a finales de agosto, no es exactamente eso. O es mucho más. Es una novela sobra la fragilidad de la existencia y la soledad del hombre contemporáneo en un mundo sin dios. Trata del amor y la devoción matrimonial. Houellebecq (La Reunión, 65 años) ha escrito una balada desesperada sobre la vida y las razones para vivirla o renunciar a ella, un libro sobre la enfermedad y la entropía y la destrucción con un giro que deja en el aire todo lo anterior antes del conmovedor climáx que remata.
"Algunos lunes del final de noviembre o principios de diciembre, sobre todo si uno es soltero, tiene la sensación de estar en el corredor de la muerte", arranca Anéantir y así atrapa al lector, con una frase que parece una parodia del estilo y los temas del propio Houellebecq. El libro se cierra con un capítulo de agradecimientos en el que el autor, tras explicar lo útil que le ha resultado documentarse con médicos y jugando con la fama de pesimista sin remedio, concluye con ironía. "Acabo de llegar por casualidad a una conclusión positiva; es hora de parar".
En medio de las 734 páginas más esperadas de la temporada literaria: la octava novela, tres años después de Serotonina, de un escritor con un status de icono pop (incluso figura como personaje en el último álbum de Asterix) y elogiado por la capacidad de diseccionar las angustias inconfesas de nuestra civilización, y de ser el oráculo de su ocaso.
Todos los manierismos del autor de Las partículas elementales se encuentran en Anéantir. El estilo rápido y eficaz, pero con altibajos, a veces deslavazado. Las sentencias de barra de bar mezcladas con otras de claridad dolorosa. La mirada sociológica sobre el mundo actual, lo más parecido en el siglo XXI a los naturalistas del XIX. El sexo. La ácida burla de los progres y sus hipocresías. También, en las opiniones de algunos personajes sobre los musulmanes o las mujeres, una versión literaria de lo que en política sería Éric Zemmour, candidato ultra a las presidenciales del 2022. "Había árabes, muchos árabes en las calles", se observa, "y esto ciertamente era una innovación repecto al ambiente general del Beaujolais y de Francia entera"...
Marc Bassets. París. El País, 30 de diciembre de 2021
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