Este recuerdo es sin duda el viaje que hicimos mi pareja y yo este verano.
En febrero, en plena crisis sanitaria, buscábamos una manera de sentirnos libres, de olvidar un poco, el tiempo de un verano, las cifras horribles de muertes y contagios.
Por supuesto se nos ocurrió quedarnos en Francia y descubrir (de nuevo) algunos rincones de este país tan maravilloso.
Pero cómo dejar atrás esa crisis sanitaria si no nos fuéramos a otro país.
Así es como se nos ocurrió viajar a España. No nos quedaba muy lejos y podíamos sentirnos un poco más de vacaciones. Como profesor de español, tuve muchas ocasiones para visitar este país tan bonito. Sin embargo, quedaban lugares y regiones que me resultaban totalmente desconocidas. Necesitábamos descubrimientos, libertad y aventura. Ya había vivido en Galicia y hubiera sido el lugar perfecto. No obstante, visitar esta comunidad autónoma en solamente dos semanas nos parecía imposible para disfrutar plenamente de su belleza. Por lo tanto, pensamos en la parte norte de España que nos podía ofrecer una gran diversidad de paisajes. Entre el mar y los pueblos de pescadores del país Vasco, las montañas de los Picos de Europa o los Pirineos, las viñas de Navarra, los paisajes salvajes de la provincia de Huesca entre muchísimas otras cosas, teníamos mucho que descubrir.
Teníamos nuestro destino. Ahora, nos tocaba pensar en cómo movernos por todas estas regiones. La pandemia nos afectó y aún más a nuestra libertad. Y qué mejor cosa para sentirnos libres y autónomos que un viaje en furgoneta. Llevábamos mucho tiempo pensándolo y ya lo queríamos probar en primavera por Francia pero la pandemia lo paró todo. Casi fue una evidencia. Este viaje en furgoneta sería nuestro pasaporte para la exploración, la libertad y olvidarnos de esa crisis sanitaria. Era para nosotros la mejor manera de ir adaptando nuestro viaje según el tiempo atmosférico, nuestra motivación o estado de ánimo.
Por tanto, empezó la parte que
más me gusta: la preparación del viaje. Comenzamos por establecer un
presupuesto detallado para cada gasto. Luego, tuvimos que inventariar todos los
lugares que queríamos visitar mediante
lecturas de guías de viaje, de algunos blogs en internet, de las páginas webs
de las oficinas de turismo y de Los Pueblos Más Bonitos de España. Decidimos
anotarlo todo en un diario de viaje y en un mapa de España. Así, cuando
estuviéramos en un rincón perdido de los Picos de Europa, podríamos salir de
apuros sin cobertura. Y la verdad es que nos fue muy útil.
A continuación, debíamos escoger
las rutas y carreteras que tomaríamos entre cada punto de nuestro viaje. Por
supuesto, el objetivo era escoger caminos lejos de la agitación de los turistas
o de algunas ciudades a riesgo de « perder » tiempo. Uso las comillas ya que
nuestra filosofía durante este viaje era justamente tomarnos nuestro tiempo
para descubrir, perdernos, conocer a gente que valiera la pena y ver paisajes
inolvidables únicos en el mundo.
Enseguida, nos tocó calcular
todos estos kilómetros con el propósito de comprobar si nos daría tiempo para
visitar todo lo que habíamos previsto. Resultó que no. Así que tuvimos que
hacer algunas elecciones, lo que fue lo más difícil durante la preparación de
este viaje. Mi lado “psicorrígido” debería
conformarse con lo que no quedaba por ver.
Una vez establecido
definitivamente nuestro periplo, ya pudimos informarnos sobre los detalles de
nuestros destinos: por donde llegar al
sitio, las horas de apertura, como
reservar, donde pernoctar, donde parar para vaciar las aguas negras y
grises y llenar el depósito de agua, y por supuesto las medidas sanitarias en vigor.
En junio nuestro viaje de 19 días
en furgoneta estaba listo. A mi pareja, solo le quedaba esperar hasta el
veintidós de julio, fecha de salida. Yo tenía otros planes ya que estaba
organizando una propuesta de matrimonio que tendría que tener lugar durante la
primera semana de nuestro periplo.
Con esta perspectiva, llegó
rápido el momento de hacer la maleta.
Esta primera noche resultó inolvidable. Después de unos treinta minutos de serpenteos, llegamos a un lugar que pudiera ofrecernos una vista increíble sobre las colinas del País Vasco y el océano Atlántico. No obstante no habíamos contado con una niebla muy espesa que nos impedía ver a más de tres metros. Cuán grande fue nuestra sorpresa cuando nos despertamos y fuimos descubriendo el paisaje al bajar de nuestra colina. ¡Qué bien empezaba este viaje!
El resto del viaje casi fue
anecdótico aunque seguimos visitando lugares increíbles como Urros de Liencres,
Santanilla del Mar, Comillas, Covadonga y sus lagos, la senda del Cares,
Pedrosa de Tobalina, el Nacedero de Urredera, Herrán y el desfiladero del río
Purón, Ujué, Riglos y sus famosos Mallos y la Muralla « china » de Huesca entre
muchos otros.
Urros de Liencres |
Sería demasiado largo contar
todas nuestras aventuras con La Poderosa. Entre muchas, resaltan un accidente
que nos minó la moral durante unos días, varias horas intentando sacar del
compartimento de aguas limpias la punta del tubo, una excursión dificilísima de
veintiocho kilómetros bajo treinta y cinco grados con solamente un litro y
medio de agua para nosotros dos, la ayuda y la hospitalidad de un hombre que
vivía por allí, la travesía de caminos a cual más estrecho, sinuoso y peligroso
o el cambio caótico de un neumático solos en el mundo y bajo una fuerte lluvia.
Muralla de Finestres |
Espero que mi pequeño resumen
haya dado ganas a algunas personas de hacer la maleta e irse de viaje pero no
olviden: tomándose tiempo".
Jordan Bequin. Rosny-sous-Bois, enero de 2022
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