domingo, 2 de enero de 2022

Un viaje inolvidable

El año 2021 se va acabando y nos toca hacer el balance de cuanto nos aportó, sea de manera positiva o negativa. Al someterme a este ejercicio, algunos recuerdos negativos se me ocurren. No obstante, uno positivo barre a todos como una avalancha tapa toda la llanura con su manto blanco.
Este recuerdo es sin duda el viaje que hicimos mi pareja y yo este verano.
En febrero, en plena crisis sanitaria, buscábamos una manera de sentirnos libres, de olvidar un poco, el tiempo de un verano, las cifras horribles de muertes y  contagios.
Por supuesto se nos ocurrió quedarnos en Francia y descubrir (de nuevo) algunos rincones de este país tan maravilloso.
Pero cómo dejar atrás esa crisis sanitaria si no nos fuéramos a otro país.
Así es como se nos ocurrió viajar a España. No nos quedaba muy lejos y podíamos sentirnos un poco más de vacaciones. Como profesor de español, tuve muchas ocasiones para visitar este país tan bonito. Sin embargo, quedaban lugares y regiones que me resultaban totalmente desconocidas. Necesitábamos descubrimientos, libertad y aventura. Ya había vivido en Galicia y hubiera sido el lugar perfecto. No obstante, visitar esta comunidad autónoma en solamente dos semanas nos parecía imposible para disfrutar plenamente de su belleza. Por lo tanto, pensamos en la parte norte de España que nos podía ofrecer una gran diversidad de paisajes. Entre el mar y los pueblos de pescadores del país Vasco, las montañas de los Picos de Europa o los Pirineos, las viñas de Navarra, los paisajes salvajes de la provincia de Huesca entre muchísimas otras cosas, teníamos mucho que descubrir.
Teníamos nuestro destino. Ahora, nos tocaba pensar en cómo movernos por todas estas regiones. La pandemia nos afectó  y aún más a nuestra libertad. Y qué mejor cosa para sentirnos libres y autónomos que un viaje en furgoneta. Llevábamos mucho tiempo pensándolo y ya lo queríamos probar en primavera por Francia pero la pandemia lo paró todo. Casi fue una evidencia. Este viaje en furgoneta sería nuestro pasaporte para la exploración, la libertad y olvidarnos de esa crisis sanitaria. Era para nosotros la mejor manera de ir adaptando nuestro viaje según el
tiempo atmosférico, nuestra motivación o estado de ánimo.

Estábamos en marzo cuando alquilamos nuestra compañera de viaje a quien decidimos llamar La Poderosa con referencia a la Norton 500 cm3 de Ernesto Guevara y Alberto Granado. Obviamente, nuestro viaje no tendría nada que ver con el de aquellos dos jóvenes llenos de esperanza deseosos de cambiar el mundo. Sin embargo nuestro afán de libertad era tan grande.

Por tanto, empezó la parte que más me gusta: la preparación del viaje. Comenzamos por establecer un presupuesto detallado para cada gasto. Luego, tuvimos que inventariar todos los lugares que  queríamos visitar mediante lecturas de guías de viaje, de algunos blogs en internet, de las páginas webs de las oficinas de turismo y de Los Pueblos Más Bonitos de España. Decidimos anotarlo todo en un diario de viaje y en un mapa de España. Así, cuando estuviéramos en un rincón perdido de los Picos de Europa, podríamos salir de apuros sin cobertura. Y la verdad es que nos fue muy útil.

A continuación, debíamos escoger las rutas y carreteras que tomaríamos entre cada punto de nuestro viaje. Por supuesto, el objetivo era escoger caminos lejos de la agitación de los turistas o de algunas ciudades a riesgo de « perder » tiempo. Uso las comillas ya que nuestra filosofía durante este viaje era justamente tomarnos nuestro tiempo para descubrir, perdernos, conocer a gente que valiera la pena y ver paisajes inolvidables únicos en el mundo.

Enseguida, nos tocó calcular todos estos kilómetros con el propósito de comprobar si nos daría tiempo para visitar todo lo que habíamos previsto. Resultó que no. Así que tuvimos que hacer algunas elecciones, lo que fue lo más difícil durante la preparación de este viaje. Mi lado “psicorrígido”  debería conformarse con lo que no quedaba por ver.

Una vez establecido definitivamente nuestro periplo, ya pudimos informarnos sobre los detalles de nuestros destinos: por  donde llegar al sitio, las horas de apertura,  como reservar, donde pernoctar, donde parar para vaciar las aguas negras y grises y llenar el depósito de agua, y por supuesto las medidas sanitarias en vigor.   

En junio nuestro viaje de 19 días en furgoneta estaba listo. A mi pareja, solo le quedaba esperar hasta el veintidós de julio, fecha de salida. Yo tenía otros planes ya que estaba organizando una propuesta de matrimonio que tendría que tener lugar durante la primera semana de nuestro periplo.

Con esta perspectiva, llegó rápido el momento de hacer la maleta.

¡Ya estaba! Estábamos a veintidós de julio que marcaba el principio de nuestro viaje. Entusiasmados por cuanto nos esperaba, cogimos el tren hasta Bayona. Pasamos el día allí y fuimos a recuperar La Poderosa el veintitrés por la mañana. Después de algunas compras para dos semanas, cruzamos la frontera entre Francia y España a las once de la mañana. Luego visitamos tranquilamente Hondarribia antes de dirigirnos al lugar donde pasaríamos la noche.

Esta primera noche resultó inolvidable. Después de unos treinta minutos de serpenteos, llegamos a un lugar que pudiera ofrecernos una vista increíble sobre las colinas del País Vasco y el océano Atlántico. No obstante no habíamos contado con una niebla muy espesa que nos impedía ver a más de tres metros. Cuán grande fue nuestra sorpresa cuando nos despertamos y fuimos descubriendo el paisaje al bajar de nuestra colina. ¡Qué bien empezaba este viaje!

La continuación fue igual de maravillosa. Pasamos por Orio, Guetaría donde dormimos con vistas al mar y a viñas, Zumaia, Mutriku, San Juan de Gatzelugatxe, el Castillo de Butrón, Bilbao. El apogeo fue sin duda la noche que pasamos en Castro Urdiales. Encontramos el lugar perfecto para pernoctar con vistas al mar. Al lado de donde habíamos aparcado, bajaba un camino que llevaba a una cala de piedras y que nos permitió apreciar la puesta del sol solos en el mundo. Aquel momento suspendido en el tiempo fue también la ocasión para mí de concretar mi proyecto secreto. Ver a mi pareja llorar de alegría mientras aceptaba casarse conmigo en un paisaje tan bello es uno de estos recuerdos que a uno le gusta contar a sus hijos.

El resto del viaje casi fue anecdótico aunque seguimos visitando lugares increíbles como Urros de Liencres, Santanilla del Mar, Comillas, Covadonga y sus lagos, la senda del Cares, Pedrosa de Tobalina, el Nacedero de Urredera, Herrán y el desfiladero del río Purón, Ujué, Riglos y sus famosos Mallos y la Muralla « china » de Huesca entre muchos otros.

Urros de Liencres

Nos impactó la belleza de estos paisajes, su aspecto salvaje y su inmensidad que permanece desde hace siglos y seguirá muchísimos años después de Nosotros.

Sería demasiado largo contar todas nuestras aventuras con La Poderosa. Entre muchas, resaltan un accidente que nos minó la moral durante unos días, varias horas intentando sacar del compartimento de aguas limpias la punta del tubo, una excursión dificilísima de veintiocho kilómetros bajo treinta y cinco grados con solamente un litro y medio de agua para nosotros dos, la ayuda y la hospitalidad de un hombre que vivía por allí, la travesía de caminos a cual más estrecho, sinuoso y peligroso o el cambio caótico de un neumático solos en el mundo y bajo una fuerte lluvia.

Muralla de Finestres
En resumidas cuentas, nunca olvidaremos las salidas del sol a las cinco con nuestro termo de café y nuestra cámara, los aperitivos delante del océano, las sesiones de fotos durante cada puesta de sol, las risas pero también las discusiones entre nosotros, las anécdotas con la furgoneta, las excursiones en las que solo nos acompañaba el canto de los pájaros y todos los encuentros que hicimos. Esta pequeña aventura nos recordó que el mundo es bello y que hemos de cuidar de su belleza y de sus recursos, que rebosa de personas serviciales y bondadosas, que es importante pararse y tomarse el tiempo para escuchar y observar el mundo que nos rodea. En diecinueve días este viaje nos llevó a la vida real que tantos urbanitas olvidan incluso nosotros. La única vida que  vale la pena vivir y apreciar, donde cada encuentro, cada camino, cada momento nos construye, donde lo que más importa es el presente.

Espero que mi pequeño resumen haya dado ganas a algunas personas de hacer la maleta e irse de viaje pero no olviden: tomándose tiempo".

Jordan Bequin. Rosny-sous-Bois,     enero de 2022

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