martes, 25 de enero de 2022

Batalla judicial por un "pissarro"

Rue de Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia.

La trama suele repetirse: una familia judía se ve obligada a vender su patrimonio para huir de los nazis. En ese patrimonio hay piezas de arte que el tiempo se encarga de revalorizar. Las obras acaban en manos de marchantes y galerías de distintas partes del mundo después de largos periplos de los que no se conocen todas sus paradas. Es decir, en los que se pierden papeles o se realizan transacciones que siempre perjudican a los primeros dueños. Estos viajes suelen terminar cuando acaudalados coleccionistas compran estas joyas (a inmejorables precios) y las depositan en grandes museos. No las ocultan, al contrario, cuelgan de las paredes de sus pinacotecas hasta que un día un amigo, un familiar, o alguien que conoce a los herederos de los propietarios ve las piezas en un paseo por una exposición, los avisa y la historia del cuadro revive con una denuncia judicial. Esto es lo que ha sucedido en las últimas semanas con un cuadro de Pissarro y otro de Mondrian, expoliados por las nazis y exhibidos durante décadas en instituciones culturales. 

La primera batalla judicial en resurgir será el 18 de enero entre la Fundación Colección Thyssen. Bornemisza y el Tribunal Supremo de los EEUU por los derechos del cuadro Rue de Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia, pintado en 1897 por el impresionista francés Camille Pissarro. La corte estadounidense ha aceptado revisar un caso que el museo español ha cerrado en agosto de 2020. Entonces un tribunal de San Francisco determinó que la Fundación era la legítima propietaria del óleo y no la familia Cassirer-Neubauer, herederos de Lilly, una acaudalada mujer judía que tuvo que desprenderse de él en 1939 por 360 dólares para salir de Alemania y evitar ser transladada a un campo de concentración. 

Han pasado casi dos décadas de litigios  y dos sentencias judiciales (la primera fue en 2018 en un tribunal de Los Ángeles) a favor de la legalidad de la compra que el barón Hans Heinrich Thyssen -Bornemisza hizo en 1976 en una galería de Nueva York por 300.000 dólares (unos 251.000 euros al cambio actual). La obra pasó a manos del Estado español en 1993 dentro de la colección Thyssen y desde entonces se expone en el museo que alberga su colección en Madrid. Antes de acabar en estas paredes, la tela fue primero confiscada por la Gestapo. Posteriormente, se perdió su rastro y en 1958 el Estado alemán indemnizó a los Cassirer-Neubauer por la pérdida de la obra con una suma equivalente a su valor en el mercado en aquel momento.

En 2001 un amigo de los herederos estadounidenses de los Cassirer que visitaba el museo en Madrid vio el óleo y se lo contó a la familia, que presentó una demanda alegando que la fundación y sus anteriores propietarios conocían la peripecia de la obra. Entonces empezó la pelea judicial...

Ana Marcos. Madrid. El País, martes 4 de enero de 2022.

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