El fetichismo, en todas sus variedades, algunas de ellas no expresamente físicas, implica siempre un contacto. Y al situarnos en este ámbito, lo que Paul B, Franklin, comisario de la muestra, pretende subrayar es la importancia central del fetichismo en la vida y en la obra de Marcel Duchamp, quien siempre había buscado que los públicos diversos no se quedaran "fuera" de sus piezas, sino en un contacto, intenso y libre con sus piezas.
En el texto de la presentación de la muestra el comisario dice que "es la primera vez que se examina la importancia del fetichismo y del fetiche en la obra de Marcel Duchamp". Esto requiere una pequeña matización, ya que en 2016 el Museo Tingueley de Basilea presentó una exposición con el mismo título: Se ruega tocar; y el subtítulo El toque del arte, comisariada por Roland Wetzel. Eso sí, aunque en esa ocasión el punto de partida era Duchamp, la muestra no estaba concebida de un modo tan específico en torno al fetichismo y además se desplegaba con un enfoque abierto a la presencia de otros artistas.
Esta versión de Se ruega tocar de la galería Thaddeus Ropac de París, se presentó primero en su espacio en Londres. Es sin duda una muestra de gran interés que a través de 34 objetos, obras gráficas, fotografías y reproducciones en pequeño formato, profundiza algunas de las cuestiones que hicieron de Duchamp uno de los artistas más importantes de su tiempo. La irradiación del fetichismo se articula en cinco secciones: la consideración del ready-made como objeto fetiche; su presencia en las réplicas en miniaturas y reproducciones ; su papel en el juego del género; la utilización de materiales fetiches como el cuero, el vinilo, el caucho y el papel metalizado, y el desdoblamiento de su identidad artística (en Marcel y en Rrose Sélavy)...
José Jiménez. El Cultural 14-1-2022
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