jueves, 10 de febrero de 2022

Valéry

Plagado como ha estado, el año 2021, de efemérides de grandes escritores (centenarios de Baudelaire, de Flaubert, de Dostoievski, etc.), parece razonable que no se haya prestado atención al 150 aniversario del nacimiento de Paul Valéry, el pasado 30 de octubre. Para celebrarlo con todos los honores, sin embargo, basta la lectura, altamente recomendable, de la  biografía de Benoît Peeters recién publicada por ediciones del Contrabando, Valéry, tratar de vivir, se titula y está muy bien traducida por Mateo Pierre Avit.

De Valéry se publicó en Francia, no hace mucho, una monumental biografía que pasa por "definitiva": la que en 2008 le consagró Michel Jarrety (Fayard). La de Peeters, mucho más breve, no pretende competir con ella. Propone un acercamiento más abofeteado, más ensayístico también, más divulgativo... Peeters, quien ya mucho atrás le dedico una: Paul Valéry, une vie d'écrivain? (1989), de la que ésta nueva viene a ser una refactura.

Durante mucho tiempo, Valéry encarnó el mito del "escritor sin obra", pues apenas publicó en vida un par de poemarios y un puñado de ensayos, prólogos y discursos, aparte de entregas escogidas de sus míticos Cuadernos. Hoy cuesta explicar como demonios logró, con tan poco, labrarse un prestigio tan grande entre sus contemporáneos. Al morir, en 1945, el general De Gaulle, gran admirador suyo, decretó funerales de Estado, y su ataúd fue llevado al Trocadero y aupado a un catafalco en una solemne ceremonia. Sólo Victor Hugo había merecido antes tales honores. Pero cómo comparar la obra amazónica de Hugo con el gotero de la obra de Valéry.

Valéry, por lo demás no sólo encarna el mito del escritor sin obra , sino también -como, a su modo, Borges, que tantas cosas comparte con él- él del escritor sin biografía. Sólo póstumamente salieron a relucir sus amores tardíos con tres amantes sucesivas, las tres mucho más jóvenes que él: René Vautier, Émilie Nouler y Jeanne Loviton...

Pero la vida de cualquiera no sólo la integran sus "hechos". Su intensidad, su tumulto incluso, pueden venir determinados por la abundancia y el dramatismo de sus pensamientos y de sus sentimientos. La biografía de Peeters contribuye a hacerse cargo de esto... Despertaba tempranísimo, a las cinco de la madrugada, para encontrar las horas en que vagabundear por su mente y destilar los millares de anotaciones que llenan sus cuadernos que terminaron siendo la gran obra de su vida. Le gustaban el sol y el Mediterráneo. Le gustaba nadar.

Peeters acierta a contarlo con humor, inteligencia y sensibilidad. Su libro es antes que nada una apasionada invitación a leer, a releer a Valéry, de cuya vida y obra propone un medido balance y una experta guía.

Ignacio Echevarría. El Cultural, 17-12-2021 

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