Tomando como base una novela de difícil adaptación (obra homónima del dibujante y actor francés Fabcaro) que a priori tendría -y ha tenido- más salida en formato teatral que cinematográfico, El brindis nos sumerge en la mente de un personaje neurótico e hipocondríaco por medio de la continua ruptura de la cuarta pared. Apelando directamente al espectador, la acción se vehicula por medio de un diálogo interior que muta en desquiciado monólogo a cámara, como un intento de conversación personaje-espectador donde el primero no deja de meter baza al segundo, sin otorgarle un segundo de respiro.
La ansiedad del discurso se traduce en una acción que avanza a buen ritmo, siempre entre el sarcasmo, lo absurdo y lo salvaje, consiguiendo gracias a esta rapidez y fluidez que el filme no se quede en una pieza teatral sustentada por una sucesión de monólogos sobre la familia, el amor y los traumas varios de quien los relata. Esta comedia excéntrica gana puntos en sus momentos más surrealistas, donde los flashbacks, la realidad y la mente del protagonista se juntan y superponen en un mismo plano (esa secuencia con los intérpretes de la ONU en el comedor), consiguiendo que la fórmula no se agote antes de llegar al final, y que su discurso alocado tenga una base a la que acogerse.
Sabela Pillado. La Voz de Galicia, viernes 4 de febrero de 2022
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