lunes, 7 de febrero de 2022

"El brindis". Monólogo de neurótico

Con 35 años a nuestro protagonista le deja su novia (ese famoso descanso que asemeja una tierra de nadie entre la esperanza y una ruptura real), tiene que tragarse una aburrida y repetitiva cena familiar mientras espera un mensaje de ella que parece no llegar nunca, y para colmo debe afrontar que su futuro cuñado le pida que dé un discurso en la cercana boda de su hermana. Problemas que implican un mayor o menor grado de estrés dependiendo de cada cual, pero que en el mundo interior de un neurótico se convierten en una debacle de proporciones catastróficas.

Tomando como base una novela de difícil adaptación (obra homónima del dibujante y actor francés Fabcaro) que a priori tendría -y ha tenido- más salida en formato teatral que cinematográfico, El brindis nos sumerge en la mente de un personaje neurótico e hipocondríaco por medio de la continua ruptura de la cuarta pared. Apelando directamente al espectador, la acción se vehicula por medio de un diálogo interior que muta en desquiciado monólogo a cámara, como un intento de conversación personaje-espectador donde el primero no deja de meter baza al segundo, sin otorgarle un segundo de respiro.

La ansiedad del discurso se traduce en una acción que avanza a buen ritmo, siempre entre el sarcasmo, lo absurdo y lo salvaje, consiguiendo gracias a esta rapidez y fluidez que el filme no se quede en una pieza teatral sustentada por una sucesión de monólogos sobre la familia, el amor y los traumas varios de quien los relata. Esta comedia excéntrica gana puntos en sus momentos más surrealistas, donde los flashbacks, la realidad y la mente del protagonista se juntan y superponen en un mismo plano (esa secuencia con los intérpretes de la ONU en el comedor), consiguiendo que la fórmula no se agote antes de llegar al final, y que su discurso alocado tenga una base a la que acogerse.

Sabela Pillado. La Voz de Galicia, viernes 4 de febrero de 2022

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