domingo, 20 de febrero de 2022

Las arrugas del alma son la enfermedad más grave que hay

Pascal Bruckner

Dilucidar si los 60 son ya 60  o tan solo 60. Zanjar viejas cuestiones relacionadas con la melancolía y el crepúsculo. Decidir si lo vivido ya lo es a beneficio de inventario o si por el contrario quedan grandes e incluso grandísimos momentos por delante. Vivir la vida o esperar a la muerte. Ver pasar los trenes o viajar en los trenes. ¿Acción o resignación?. Tales son algunas de las cuestiones que aborda Pascal Bruckner (París, 73 años) en su libro Un instante eterno. Filosofía de la longevidad (Siruela). A partir de reflexiones personalísimas e intransferibles - Bruckner considera este libro sobre todo "una autoexhortación" -, de citas de la historia, el arte y las letras, y de datos y estadísticas de la investigación científica, el escritor y pensador francés surge de nuevo como el viejo especialista que es en tocar de forma lúcida asuntos incómodos. El que fuera en los años setenta miembro del movimiento de los Nuevos Filósofos junto a otros autores como André Glucksmann, Alain Finkielkraut o Bernard Henri-Lévy casi nunca deja indiferente a nadie. De hecho, es un habitual de los juzgados y objetivo prioritario de las páginas de opinión  de la prensa francesa de izquierda. Su último libro, ya publicado en Francia pero no en España -Un coupable presque parfait: la construction du bouc émissaire blanc (Un culpable casi perfecto: la construcción del chivo expiatorio)-, ha vuelto a provocar el tradicional revuelo marca de la casa.

-¿Cómo resumir el tema de este libro? Algo así como "renunciar a la renuncia", quizá?

-Exactamente. No resignarse a dejar atrás todo aquello que es la sal de la vida: el deseo, los viajes, el trabajo..., y es así como yo vivo, así que en el fondo el libro es una especie de manifiesto que me dirigido a mí mismo, una autobiografía programática, como una autoexhortación. Me he dicho: tengo 70 años, ¿ que hago ahora?. ¿me meto en la piel de un viejecito en pantuflas que toma sopa en su casa por la noche delante de la tele... o sigo viviendo como antes, cuidándome, eso sí?

-¿Cómo se lucha contra las arrugas del alma?

- Las del cuerpo, uno las conserva tal cual, intentar otra cosa es absurdo. Pero las arrugas del alma son probablemente la enfermedad más grave que hay: el lamento, la amargura, la tentación constante de sostener que antes todo era mejor y que los jóvenes son unos cretinos incultos - cosa que no siempre es falsa, por cierto, aunque también nosotros lo éramos- y que el mundo corre a la catástrofe- y todo eso. Todo ese espíritu es contra lo que lucho desde hace tiempo, y también en este libro. Pero es una cuestión puramente personal, individual...

-Pero el ser humano, se resigne o no, afrontará una derrota segura, que llegará de todos modos. La muerte. La vida como crónica de una muerte anunciada.

-Pero yo sostengo que la derrota no es la muerte, sino la enfermedad. Vivir en una cama, en una silla de ruedas, la vida disminuida, vivir con alzhéimer o con demencia senil, esas son verdaderas derrotas, no la muerte, que de todas formas nos afecta a todos por igual...

Borja Hermoso. E País Semanal, 8 de enero de 2022

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