domingo, 14 de agosto de 2016

Écrire et tricoter/Escribir y tejer

La semana del 1 al 6 de agosto El País publicó un relato por entregas diarias, Donde todo puede pasar, firmado por Marta Fernández. El donde era la librería llamada La Casa de Asterión que el narrador hereda de su tío. "Todo lo que puede suceder en el mundo está en esta librería. Y lo que no puede suceder, también" le decía su tío convencido de que quien lee multiplica su existencia por la infinidad de los mundos impresos. En La Casa de Asterión los libros viven solos, cambian los guiones, son distintos los finales; las historias nunca se quedan quietas, ignoramos lo que los libros hacen cuando no los miramos. Y lo que hacen es vivir... La casualidad me sorprendió una vez más. Pasé la segunda quincena de julio ordenando libros. Hacía tiempo que se habían adueñado de la casa, sembrando un  caos perfectamente organizado. Como dispongo de espacio, silenciosos, sigilosos fueron poco a poco invadiendo mi habitación, los otros dormitorios, la sala de estar y por supuesto el estudio que se estaba convirtiendo en almacén. Tengo que reconocer que hacía unos seis años que les dejaba hacer arropándome con su presencia, con el calor de su compañía. Porque hace mucho tiempo que, como en La casa de Asterión , los libros también tienen vida en la mía.

Tienen vida porque gran parte son un testimonio de mi historia familiar: la pequeña biblioteca de mis padres, los de la infancia compartidos con mi hermano, algunos de los años universitarios de los dos, la infancia de mis hijos, los que fuimos reuniendo mi marido y yo en las diferentes casa donde vivimos. El grueso lo forman libros relacionados con nuestros trabajos respectivos  ciencia política, filosofía, lengua y literatura francesa aunque hay muchos también de otras literaturas o especialidades. A todos ellos vinieron a sumarse los que me envió la facultad a la muerte de mi marido y que traté de acomodar como pude por las estanterías dispersas por toda la casa, bastantes aún siguen en cajas en el desván. El conjunto es de lo más variopinto. En las noches de insomnio y soledad, cuando la casa habla con esos leves ruidos que no identificamos, imaginaba que autores y personajes se susurraban comentarios de una a otra estantería. Otras veces, eran mis escritores preferidos que me contaban alguno de sus libros para ayudarme a conciliar el sueño. Por eso nunca sentí, ni siento miedo sola en esta casa grande poblada de libros. Y por eso, poner orden en los libros aunque es un trabajo largo, concienzudo que pide tiempo, está lleno de sorpresas, de recuerdos conmovedores, con frecuencia gratificantes. Muchos de mis libros son regalos de amigos que había olvidado y que se asoman de nuevo sonrientes, en la primera página aunque haga tiempo que no sepa de ellos o que, desgraciadamente, ya no estén aquí. Otros que considerábamos perdidos, de repente aparecen. Entre los hallazgos de esta vez el que más celebramos fue L'étranger de Camus, un gran alivio para mi hija que se sentía culpable de haberlo extraviado, con el nombre y la firma de su tío, mi hermano, comprado en la librería Cervantes de Salamanca, en 1965. Me queda mucho por hacer, la faena es larga pero al menos los libros más relacionados con mis intereses están en mi habitación, dispuestos con algo de criterio. Espero que se sientan a gusto y sigan acompañándome sin  demasiados sobresaltos.

Sin embargo hay grandes diferencias entre las bibliotecas particulares y las librerías. En nuestras casas los libros están. Es su sitio. Bien porque los elegimos nosotros o bien alguien decidió que así fuera. La librerías son lugares de paso. En ellas aguardan su destino.  Es el lugar donde los libros son una promesa. Nos esperan, se nos ofrecen. Los que nos reconocen, impacientes, nos llaman. Hace bastantes años que me hice el propósito de no comprar libros al azar, sin tener alguna referencia. Aún así a veces es tan fuerte la llamada que, imposible resistir, sucumbo ante un libro que no es el que buscaba. Así ocurrió en mi última visita a la Fnac de Madrid. ¿Cómo pasar de largo, dejar sobre la mesa L'origine de nos amours de Erik Orsenna? ¿Un título tan sugerente y sobre todo la persistente mirada azul, la media sonrisa del autor, un viejo amigo? Lo tuve entre las manos, lo dejé, dudé, mi firmeza inicial cedió y, ya saben, salí con Orsenna bajo el brazo. Me hice de rogar injustamente como sucede a menudo con las personas. Cedemos a los encantos de quien no nos conviene ni nos hace caso. Ignoramos o tardamos en responder a quienes se interesan por nosotros, a nuestros próximos. Su lectura compensó con creces mis remilgos. Un padre y un hijo se preguntan por qué sus amores fracasan. El padre se inclina a creer que se debe a un gen heredado de un antepasado cubano. Así se abre esta novela que además de un homenaje al padre es una declaración  de amor a la literatura, la música, las mujeres, ciudades y paisajes. El autor mantiene su mirada amable, tierna, risueña sobre las grandes cuestiones de la vida.  La misma con la que nos había regalado, entre su extensa obra, sus cuentos-fantasías sobre la lengua francesa. Nos lleva ahora de la isla de Bréhat en Bretaña a Versalles, de Saint-Germain-en-Laye a la Loire donde se encuentra con Julien Gracq, su padre literario ( Orsenna en Le Rivage des Syrtes). Suficiente para  encandilarme. Pero había más. Maestro en el arte de las imágenes, vean con qué me encontré en las pgs. 48, 49 de la edición de Stock: "Un día te darás cuenta de que escribir y tejer (tricoter) se parecen. Y sabes por qué?: Escribir y tejer tienen la misma utilidad: abrigar, dar calor a la gente. El día en que veas tu primer libro en el escaparate de una librería, no te olvides de agradéceselo a tu abuela. Agradéceselo, incluso si ya no está. Los muertos necesitan más la gratitud que los vivos".  Cierra esta imagen del "tricot" engrandeciéndola con una música bellísima: "Interpretar a Bach es un modo de tejer, en particular  la chacona de La Partita para violín. Solo nº 2. BWW 1004" (pg.50).

Cuando un libro nos escoge, seguro que algo esencial nos quiere decir.

Carmen Glez.Teixeira

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