jueves, 4 de agosto de 2016

Hay que interrumpir el confort con sobresaltos

Michel Houellebecq en el Palais de Tokyo de Paris
Michel Houellebecq. El gran outsider de la cultura francesa se reinventa como artista contemporáneo. Tras el revuelo que armó con Sumisión, la novela donde pronosticaba el dominio musulmán de Europa, ahora desembarca en el Palais de Tokyo de París con fotografías que retratan sus obsesiones: desde el vacío existencial hasta el apocalipsis. Sus imágenes retratan paisajes decadentes y desangelados, repletos de edificios brutalistas en los que un día se practicó el turismo de masas, parecidos a los que uno logra visualizar cuando lee sus novelas. Houellebec también ha protagonizado una performance en la bienal Manifiesta, en Zurich, dond se ha sometido a un estricto control médico del que ahora expone el resultado: análisis de sangre y radiografías y resonancias magnéticas y animaciones del latido de su corazón, reproducciones de su cráneo y de su mano derecha. "Todo el mundo sabe que no lleva una vida muy sana. Y, sin embargo tiene buena salud", explicó Henry Perschak, el médico suizo que condujo los análisis. Si el escritor, premio Goncourt, es un icono de nuestro tiempo, es comprensible que el más mínimo de sus gestos sea percibido como una auténtica obra de arte, casi como si fuera un Dalí o un Warhol. Envuelto en su sempiterna parka, sin escolta a la vista y con la dentadura postiza bien colocada, Houellebec se presenta en un restaurante pegado al Sena en una de las tardes que precedieron a su histórica crecida y desbordamiento, tal vez los primeros síntomas de ese apocalipsis que no deja de pronosticar. El autor de Las partículas elementales pide al camarero una botella de vino blanco, una tabla de quesos y un cenicero, del que se servirá para encadenar innumerables silk cuts, que se fumará sujetándolos entre el el anular y el corazón. A sus 60 años, Houellebec parece la sombra de sí mismo. "Ya no tengo interior/Ni pasión, ni calor;/Pronto me reduciré/ A mi estricto volumen", jura en uno de los poemas de su última antología, Configuración de la última orilla que acaba de publicar en Anagrama. El primer sentimiento que despierta es, inexplicablemente, la compasión. Su voz resulta titubeante. Su sonrisa tímida e infantil. Lo que seguirá será una conversación llena de silencios. En ella desgranará escrupulosamente, sin perseguir la polémica ni el escándalo, cómo piensa y trabaja, cómo percibe el mundo y como traduce esa visión en su obra. La primera imagen de su exposición contiene esta frase:"Hagan sus apuestas". La última de ellas dice:"No tiene usted ninguna posibilidad".....
Alex Vicente. El País Semanal, 3-7-2016

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