viernes, 26 de agosto de 2016

Bamboleo, una fantástica impostura

Los Gipsy Kings
Los Gipsy Kings vendieron en 1988 la rumba flamenca al mundo entero. Seamos sinceros: en España, lo de los Gipsy Kings siempre ha producido vergüenza ajena. Y vergüenza propia. Tiene bemoles: son franceses los que han exportado ese prodigioso quitapenas que llamamos rumba catalana. Unos gitanos de Montpellier y Arlés cuyo vocalista ni era capaz de hablar en castellano. Y cantaba de aquella manera, aprendiéndose las letras fonéticamente, con feliz ignorancia de la gramática. Duro y en los morros. El mundillo flamenco español fue incapaz de articular palabra: unos primos gabachos que se alzaban con el santo y la limosna. Desde aquí siempre se miró a los flamencos del sur de Francia con condescendencia. Solían ser instrumentistas, como Manitas de Plata, expertos en florituras y maestros en embaucar a la jet set de la Costa Azul, nada que eclipsara a los creadores del arte jondo. Pero estos Gipsy Kings, algunos emparentados con el citado Manitas, resulta que cantaban. Y se apropiaban sin rubor de hallazgos ajenos. Vean Bamboleo. Es un injerto de dos canciones sudamericanas: Caballo viejo, del venezolano Simón Díaz, con fecha de 1980, y Bamboleo, samba del carioca André de Sá Filho que grabó Carmen Miranda en 1931. Sin embargo, en el disco de los Gipsy Kings aparecía firmada por los tres jefes del grupo: Nicolás Reyes, Tonino Baliardo y Chico Bouchikhi. Otras grabaciones plagiaban a autores españoles. ¿Hizo algo la SGAE? Quita, quita: nada de meterse en avisperos. Eso sí: prescindieron del pelotazo de Gipsy Kings en su libro de referencia, el monumental Solo éxitos: año a año 1959-2002; el único Bamboleo allí presente es la versión fotocopiada del malagueño Tijeritas, que grababa para la multinacional Epic.  Resulta que el primer álbum internacional de los Gipsy Kings -que incluía Bamboleo y Djobi, djoba- salió en una modesta discográfica barcelonesa, especializada en danse music. Tengo que reconocer, que tragándome todos los prejuicios, yo me quede encantado con ese disco de los Gipsy Kings. Con todo, no pillé el truco hasta que pude verlos en directo. en el Wembley Arena, ante 12.000 londinenses, y fue impresionante: un show perfectamente coreografiado....Por mi parte, me salió el prurito nacionalista. La frustración de que nadie en España hubiera sido capaz de concebir semejante jugada: rumba for export. ¿Importa mucho? Creo que sí. Treinta años después, en los cinco continentes, si surge la palabra "flamenco", inmediatamente te responden con "¡The Gispy Kings!" . Y no vale la pena explicarles el error.
Diego A, Manrique. El País, miércoles 17 de agosto de 2016

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