viernes, 12 de agosto de 2016

Yves Bonnefoy, el último mito de la poesía francesa, 2

 Otros libros suyos: Principio y fin de la nieve o Las tablas curvas. En aquellos días de Madrid, con 92 años, dijo que escribía más que nunca. A su edad es casi una extravagancia porque la poesía suele ser un género de juventud:"Si me pregunta que cómo habita en mí ahora la poesía le debo decir que con una fuerza extraordinaria. Pero tengo claro que la patria de mi infancia es la que definitivamente alimenta mi escritura. Incluso me atrevería a decir que toda escritura y experiencia poética. Se lo dice un hombre de más de 90 años. Como afirma Baudelaire, hay que seguir siendo niños para continuar avanzando en las emociones". Aquel hombre nacido en Tours en 1923, que vivió el siglo XX con sus excesos y fascinaciones, profesor, viajero de muchas leguas, sustituyó a Roland Barthes en la cátedra de Estudios Comparados en el Colegio de Francia. Fue una figura con más prestigio que público. Pero tampoco le importó demasiado. Creía en Europa sobre todas las cosas. Y en la mañana de Madrid de aquel último viaje a España, un día antes de las elecciones europeas de 2014, lanzó su defensa del proyecto y sus temores: "La creación de la Unión Europea fue para mí un momento de una gran felicidad. Recuerdo perfectamente aquel día y lo que entonces era este conjunto de países: cañones que se apuntaban de país a país, recelos, fronteras inexpugnables entre nosotros....Pero gracias a aquel proyecto logramos sumar y deja de restarnos. La cultura y la idiosincrasia de los estados miembros no han sido alterados por el proyecto común europeo. Al revés hoy son más notables y visibles. Por eso lamento tanto el recelo que los ciudadanos de casi todos los países tiene hoy ante la UE...Ese no es el camino". Y sin embargo en Gran Bretaña lo ha sido. Yves Bonnefoy fue un hombre que en la literatura se dejó palpar de cuerpo entero. Un maestro. Una baliza. Una lucecita de alerta. A los 93 años sigue siendo, ya de otro modo, aquel verso suyo que no se extingue: "Yo no era más que tierra deseosa". Y ese apetito aún nos desborda.
Antonio Lucas. El Mundo, domingo 3 de julio de 2016  

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