domingo, 21 de agosto de 2016

Provenza, la meca secreta del lujo mundial, 2

Jardín diseñado por Dominique Lafourcade
También Cézanne, Matisse, Picasso y toda una legión de artistas que buscaron la luz única de la Provenza se movieron por aquí, y Jean Cocteau eligió las impresionantes canteras y el castillo medieval de Les Baux en Provence - a unos 20 kms de Saint-Rémy- para rodar su película El testamento de Orfeo en 1959. No solo por la presencia recurrente de tan ilustres visitantes, pero está claro que también por ello, y por la concentración de restaurantes estrellados por la Guía Michelin, es esta una región por la que siempre se pegaron y se siguen pegando las grandes fortunas procedentes de Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Italia y ahora también del este de Europa... Todos estos clientes potenciales aspiran a poseer aquí una bastida -edifico de tres o cuatro alturas- o un mas -nombre que recibe la masía de dos alturas en la Provenza- o un castillo o, incluso una abadía. Y para esta clientela de tronío nacieron los Lafourcade. Bruno Lafourcade, el patriarca familiar, instaló su estudio de arquitectura y restauración de edificios históricos en Saint-Rémy en 1977. Fallecido repentinamente a principios de este año, es ahora su hijo de 40 años Alexandre quien sostiene las riendas de esta auténtica factoría de recuperación del patrimonio histórico-artístico. Su madre, Dominique recibe en lo que fuera un viejo hangar de almacenaje de verduras y actualmente es su casa, un infinito y precioso loft a las afueras de Saint-Rémy, pared con pared con la casa de Yves Saint Laurent y Pierre Bergé. Ejerce de paisajista en el seno del negocio familiar. Arquitecta de paisajes y jardines: una señora elegante y culta que escribe poesía, confecciona increíbles lámparas con trozos de botellas de plástico y dibuja jardines de famosos. Algunos de sus clientes no tienen nombres de andar por casa, por ejemplo: Brad Pittt o Hugh Grant....La clave de estos artesanos del ultralujo es clara: "Sea cual sea la importancia de las obras realizadas, el edificio restaurado o construido debe dar la impresión de que siempre estuvo allí". La naturaleza, la comida , el vino, el sol y  la luz de la Provenza conforman el porqué de su tirón perenne. Pueblecitos como Saint-Rémy , Salon, Ménerbes, Bonnieux, Eygalières, Lauris, Lourmarin... justifican las páginas en las que el escritor, periodista y publicista estadouniense, Peter Meyle, plasmó en su celebérrimo libro Un año en Provenza (1969) toda la magia del lugar. Al final, Mayle y su esposa tuvieron que vender su casa de Ménerbes. Cada mañana, legiones de turistas japoneses se agolpaban en su puerta pidiendo autógrafos. Los bestsellers y la Provenza casan mal.
Borja Hermoso. Saint-Rémy de Provenza. El País, domingo 7 de agosto de 2016

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