sábado, 6 de agosto de 2016

Saint-Étienne-du-Rouvray, un pueblo en Normandía

Regresamos al pueblo francés de Saint-Étienne-du-Rouvray, en Normandía, cerca de Rouen, a125 kms. al noroeste de París, en el norte de Francia, para encontrar el último sermón del padre Jacques, "un hombre bueno". Y detectar el miedo de sus vecinos: "Sabemos que hay 80 personas en nuestras calles que tienen la ficha "S"... La mañana del martes 26 de julio, el sacerdote Jacques Hamel, de 86 años se dirigió a la cafetería, como acostumbraba, ubicada a la vuelta  de su austero hogar. El periódico local y su café con leche. No necesitaba más. El paseo matutino del sacerdote, retirado desde 2008, hacia la iglesia de la comuna francesa lo realizaba saludando a todo aquel que se cruzaba en el camino. Era el padre del barrio, el padre Jacques, como le gustaba que le llamaran. A las ocho y media de la mañana ya estaba en su sacristía para preparar la misa, que comenzaba a las nueve aquel fatídico martes. Sabía que no iba a llenar el pequeño templo sagrado, pero allí estaba él con su alba blanca y su estola verde. Como todos los días desde hace diez años. Seis personas se encontraban en el lugar de culto situado en la Place de l'Église, justo al lado de una guardería cerrada por vacaciones. Una pareja de ancianos que celebraba los 87 años del marido y tres monjas. Los enamorados,  en la primera fila de la izquierda; las hermanas, a la derecha; y el padre Jacques, en el altar, en el ábside del templo románico. Nada hacía presagiar a esta villa tranquila, situada en la región de Rouen, que cuando el reloj de la portada principal de la iglesia marcara las 9:25 horas de la mañana todo iba a cambiar. Dos jóvenes de 19 años entraron profiriendo gritos con armas blancas entre sus manos. Y grabando la escena. Adel Kermiche, con su domicilio a escasos dos kilómetros de donde ocurrió la tragedia, retuvo durante una  hora y media a los feligreses, junto a su amigo Abdel Malik Nabil Petitjean, natural de Saint-Dieu-des-Vosges. Entraron por una pequeña puerta lateral mientras el sacerdote oficiaba la misa. Recorrieron la nave central a voces entremezclando el francés y el árabe ....la hermana Danielle pudo escaparse. Se montó en el primer coche que pasó por la plaza y con el móvil del conductor llamó a la Policía. Gracias a ella los miembros de seguridad pudieron actuar rápidamente.....Ya era tarde. El padre Jacques había sido degollado.....Crónica ha podido visitar este rincón galo donde las calles pedregosas se han llenado de personas que portan flores y hacen una misma procesión : el ayuntamiento, la casa del padre Jacques y la iglesia. Todo en la misma calle....
Issac J. Martín. Crónica. El Mundo, domingo 31 de julio de 2016 

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