jueves, 10 de mayo de 2018

Daniel Pennac contra la tiranía del yo






D. Pennac
Existió una vez un personaje divertidísimo, un tal Benjamin Malaussène, un tipo de Belleville, el famoso barrio de París, que vivió todo tipo de aventuras francamente ridículas y luego desapareció. Desapareció durante cerca de 25 años y justo, ahora, ha vuelto, convertido a la vez en el expersonaje de novela que fue y en hombre de confianza de la editora que le vió crecer en la saga -de siete entregas- que Daniel Pennac completó entre mediados de los ochenta y principios de los noventa. Y lo ha hecho para proteger al personaje de Alceste, escritor al que casi entierra vivo su familia después de contar lo que no debía en una novela que fue todo un fenómeno vevé, es decir todo un fenómeno de novelas que cuentan la "verdad verdadera". Y para, de paso, descubrir qué ha pasado con Georges Lapietà, el exdirector de LAVA, que acaba de ser secuestrado después que despidiera a 8.302 trabajadores, y se asegurara un paracaídas de 22 millones de euros. Todo eso y mucho más es El caso Malaussène (Literatura Random House), la vuelta de Pennac al humor deliciosamente absurdo.
"¿Qué porque he vuelto justo ahora? ¡Qué sé yo! Lo único que podía decir es que me apetecía muchísimo", confesaba ayer en Barcelona, mientras desmontaba y volvía a montar un bolígrafo. Habla Pennac como quien da brochazos, uno aquí y otro allá, deteniéndose a cada rato. "No sé, quizá solo me estaba poniendo a prueba. ¿Iba a ser capaz de escribir como cuando era joven ahora que soy viejo?
La respuesta es sí. Y se diría que el tiempo ha afilado su sentido del humor y su don para la caracterización de personajes hijos de un delirio sarcástico de altura: ataca Pennac a un sistema que olvidó lo que era la humanidad  hace mucho  y a un sector editorial vendido a la literatura del yo. "En estos 25 años Francia ha cambiado mucho", dice el escritor, han desaparecido el partido comunista y el socialista, por ejemplo" añade, "y nos preocupamos por cosas como el clima"...
¿Y que tiene contra la literatura del yo? "Entiendo la necesidad de considerarse como sujeto literario. En Francia es algo que ocurre desde Michel de Montaigne. La diferencia es que, en su caso, la tinta era duda. Los escritores que dan más miedo son los que piensan que están en posesión de la verdad. Es el fin de la complejidad, lo contrario de lo que hacía Montaigne, que era un elogio a esa misma complejidad"...
Laura Fernández. Barcelona. El País, martes 8 de mayo de 2019

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