D. Pennac |
"¿Qué porque he vuelto justo ahora? ¡Qué sé yo! Lo único que podía decir es que me apetecía muchísimo", confesaba ayer en Barcelona, mientras desmontaba y volvía a montar un bolígrafo. Habla Pennac como quien da brochazos, uno aquí y otro allá, deteniéndose a cada rato. "No sé, quizá solo me estaba poniendo a prueba. ¿Iba a ser capaz de escribir como cuando era joven ahora que soy viejo?
La respuesta es sí. Y se diría que el tiempo ha afilado su sentido del humor y su don para la caracterización de personajes hijos de un delirio sarcástico de altura: ataca Pennac a un sistema que olvidó lo que era la humanidad hace mucho y a un sector editorial vendido a la literatura del yo. "En estos 25 años Francia ha cambiado mucho", dice el escritor, han desaparecido el partido comunista y el socialista, por ejemplo" añade, "y nos preocupamos por cosas como el clima"...
¿Y que tiene contra la literatura del yo? "Entiendo la necesidad de considerarse como sujeto literario. En Francia es algo que ocurre desde Michel de Montaigne. La diferencia es que, en su caso, la tinta era duda. Los escritores que dan más miedo son los que piensan que están en posesión de la verdad. Es el fin de la complejidad, lo contrario de lo que hacía Montaigne, que era un elogio a esa misma complejidad"...
Laura Fernández. Barcelona. El País, martes 8 de mayo de 2019
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