sábado, 12 de mayo de 2018

La ciudad de Cézanne

Le Cours Mirabeau
Hay ciudades hechas para vivir en ellas con la tranquilidad de espíritu de un  auténtico  monsieur bonhomme, aquella variación del término flâneur que se acuñó en 1806 para denominar al "hombre de ciudad lo bastante rico como para disponer de tiempo y pasear a su antojo". Aix es una de esas ciudades. Juan Manuel Bonet lo dejó reflejado en un poema titulado precisamente, Aix en Provence: "Soñar una vida entre la luz  del cours Mirabeau/ una vida fuera del tiempo, tan fuera del mundo y de la historia/ crucigrama infeliz de los arsenales/ una vida al ritmo de las estaciones/ bajo el túnel de los plátanos antiguos/ escuchando el rumor lento de las fuentes/ una vida quieta, con pocos neones/ apartada del siglo y su vano estruendo..." Cuesta hallar mejor lugar que esta ciudad del sur francés -que no llega a los 150.000 habitantes- para una vida contemplativa.
El Cours Mirabeau, jalonado por plátanos, fuentes, cafés y villas de los siglos XVII y XVIII, tiene todo para ser punto de encuentro y de partida. Desde aquí se entiende que en Aix el ruido de las fuentes es un lenguaje que se debe aprender cuanto antes. La del agua es una compañía constante. La fuente de la Rotonde salta a la vista por sus proporciones. Data de 1860 y en lo alto se representan la justicia (mira hacia el centro), la agricultura (mira en dirección Marsella) y las artes (con la vista puesta en Aviñón). Por el Cours Mirabeau se pasea representando mentalmente escenas idílicas llenas de condicionales: viviría, me instalaría, podría, me encantaría, pasearía...Ese es el tono. Claro que hay que sentarse en el café Les Deux Garçons , aunque solo sea para recordar a Zola y Cézanne, que tantas horas pasaron aquí forjando su amistad, o para emular a Jean Paul Belmondo en aquella memorable escena de Chabrol Á double tour/ Una doble vida, 1959, en la que se sentaba en esta terraza y pedía de primeras"¡deux pastis!"que bebía sin necesidad de mezclar con agua. Y por supuesto conviene pedir un helado en la Gelateria Giovanni. En Cours Mirabeau también se encuentra la fuente de Neuf-Canons (de 1961) y, un poco más arriba, la fuente d'Eau Chaude (de 1734), cuya agua proviene de las termas de Bagniers y sale a 18 grados. Al final de la calle la fuente du Roi René (1819) representa al rey comiendo uvas y tal vez esté ahí para avisarnos de que la relación de Aix con la comida está marcada por la improvisación. No se busca se tropieza con ella en los mercados. Por ejemplo en el que se despliega a diario en la plaza Richelme, paradigma de la plaza provenzal, donde los agricultores y productores venden desde aceitunas y tapenades hasta brandada, quesos foie-gras y fruta....
En el paseo por el centro histórico se acabará pasando por la Rue Espariat y por la plaza d'Albertas, quizá la más hermosa de la ciudad. Es un decorado barroco y gastado. Un rincón tan imperfecto como armónico, capricho de Jean-Baptiste d'Albertas, frente al hôtel particulier o palacete donde residía. Su conjunto ideado por Georges Vallon en 1714 , con la debida fuente, evoca una vida sencilla y fluida y sirve de escondite para niños  que han tocado un timbre que no debían o parejas adolescentes que sabrían llegar con los ojos cerrados. Es una representación a pequeña escala del charme que irradia Aix , extensible sin duda a la vecina plaza de Trois Ormeaux, cuya sombra, en la que se reparten las mesas de L'Épicerie está muy reputada a la hora del café... 
Use Lahoz. El Viajero. El País, viernes 11-05-18

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