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Mario Trungelliti en Roland Garros |
Mario Trungelliti, era, hasta ayer, un tenista anónimo. Un total de 28 años, 190º del mundo y sin título alguno en su expediente. Su mejor ranking, el puesto 126, data de 2016. Argentino, nació en Santiago del Estero, una provincia del norte del país. Ahora reside y se entrena en Barcelona, y su nombre sacudió este lunes el estadio de Roland Garros de París porque irrumpió desde la nada para protagonizar una de esas hermosas historias que regalan de vez en cuando los Grand Slam. El domingo a mediodía, Marco Trungelliti recibió una llamada. Su intención inicial era poner rumbo a Vicenza (Italia), donde iba a disputar un challenger después de caer en la última ronda de la fase de la clasificación de Roland Garros, el jueves frente al polaco Hubert Hurkaez (6-3, 4-6 y 6-4). . Sin embargo, la salida del cuadro principal del australiano Nick Kyrgios por la lesión le abrió las puertas del grande francés de par en par. Ahora bien, en su condición de lucky loser- los perdedores afortunados, el banco de reservas de los torneos- debía completar una doble misión: con un margen mínimo, debía desplazarse de inmediato hasta París y llegar a tiempo para cumplir la normativa y poder jugar la primera ronda contra el australiano Bernard Tomic.
Y Trungelliti, de 1,80 metros, barbudo y melenudo de sonrisa fácil, uno de esos tenistas que juegan con el corazón, llegó a tiempo. Recorrió en un coche alquilado 1.000 kilómetros, en poco menos de 10 horas, y llegó a la capital francesa de madrugada, junto a su madre Susana y su madre André. Luego estampó su firma, se vistió de corto y se plantó en la pista nueve del complejo, a las once de la mañana. Y claro, por eso de no desaprovechar la gran oportunidad, venció: 6-4, 5-7, 6-4 y 6-4 (en 2h54 minutos). De la transparencia mediática a la fama en menos de 24 horas...
Alejandro Ciriza. París. El País, martes 29 de mayo de 2018
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