Serrat en el Olimpia de Paris |
"El mundo ya no es el que era", admite Serrat, aunque el nombre de su trabajo Mediterráneo, sugiera volver al principio... Se esperaba un público más frío en París pero lo cierto es que cuando Serrat comenzó a interpretar, sin solución de continuidad, una tras otra las canciones de Mediterráneo da capo, la sala Olympia se estremeció con aplausos y ovaciones. Resulta muy conmovedor ver aun hombre ya curtido por la vida y los años interpretando los versos de un muchacho esperanzado y rebelde; parece aquel diálogo fantástico a orillas del Ródano, donde un Borges maduro se encuentra con un Borges veinteañero. Ese diálogo secreto resignifica los temas, un efecto colateral impensado de esta simple ocurrencia de anticipar los festejos por los 50 años de aquel disco revolucionario. Consciente de que a cierta edad no es prudente dejar para mañana lo que puedes hacer hoy, pero lejos a su vez de un mensaje testamentario (a pesar de las instrucciones que deja en esa canción emblemática), Serrat anticipó tres años las celebraciones...
En los prolegómenos de esta fascinante máquina del tiempo, Serrat reivindicó la influencia de Brassens y de Brel, pero también la de su padre Pepe y de su madre , con la que cantaba coplas mientras hacían la cama o desgranaban guisantes... En los epílogos de esa conversación, alguien le preguntó qué canción habría que componer para superar el conflicto de Cataluña. Muy serio Serrat respondió: "Si yo creyera que una canción puede solucionar esto...dejaría todo para escribirla. Por fin habría logrado hacer algo importante en mi vida". Pero las canciones ya no cambian el mundo... Al salir de la sala Olympia, algunos con lágrimas en los ojos, nos enteramos de que a pocas calles de allí un joven en nombre del Estado Islámico había apuñalado a cinco personas, y había producido muerte y terror. Llovía sobre París.
No, el mundo ya no es lo que era.
Jorge Fernández Díaz. El País, lunes 14 de mayo de 2018
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