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Amélie Nothomb. Foto de Natalia Lázaro |
Cuando era niña su madre le contaba cuentos, que eran casi siempre los cuentos macabros de Charles Perrault, y ella pasaba miedo. Luego, cuando pudo leerlos por sí misma, "debía de tener 13 años", dice, lo que sintió fue indignación. ¿"Por qué eran tan estúpidas las mujeres de Barba Azul ? ¿Por qué tenía la Bella que quedarse con un príncipe encantador si ella se había enamorado de una Bestia? ¿Qué demonios era todo eso?" se preguntó entonces. Se diría que ya por aquella época, Amélie Nothomb (Kobe, Japón, 1967) quiso reinterpretar cuentos de hadas. Y lo ha hecho , por el momento, en tres ocasiones. De la primera -Barba Azul- hace cuatro años. La segunda Riquete el del Copete (Anagrama), acaba de llegar a librerías. Y la tercera, una versión belga, específica, de La Bella Durmiente, "nunca lo hará", dice, porque es "demasiado terrible"....En cierto sentido, el hecho de haber nacido en Japón, y haberse criado entre Japón, China, y París, siendo, en última instancia, belga, la convirtió en una niña sin un suelo que pisar, sin arraigo físico, por lo que tuvo que buscarse un arraigo mental. "El lenguaje es lo único que se mantuvo ahí desde el principio, lo único estable en mi vida. El sentimiento de irrealidad era constante cuando era niña. Lo perdía todo constantemente. Todo menos las palabras, las historias", apunta. Sí, hubo un big bang en su vida como escritora. "Había intentado escribir, pero jamás había creído que pudiese llegar a ser escritora, porque los escritores eran tipos muy serios". Pero entonces leyó a Rainer María Rilke y todo cambió.
"Leí Cartas a un joven poeta y me hizo plantearme el acto de escribir de manera radicalmente opuesta a lo que creía. Dice Rilke que el acto de escribir es legítimo únicamente cuando es a vida o muerte", relata. No publica todo lo que escribe porque, si lo hiciera, me volvería loca; algo que también le ocurriría si no publicara nada en absoluto. "Publicar una novela al año me da el grado de integración con la realidad que necesito", confiesa. De ahí su versión, deliciosamente bizarra y encantadora de Riquete el del Copete, la historia de un príncipe feo aunque inteligente, con el don de hacer inteligente a aquella de la que se enamore...
Laura Fernández. Barcelona. El País, domingo 29 de abril de 2018
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