Fotograma de Cambio de reinas |
Al igual que La favorita, de Yorgos Lanthimos, y María, reina de Escocia, de Josie Rourke, Cambio de reinas, segundo largometraje del francés Marc Dugain, actualiza en cierta medida su relato de personajes y acontecimientos reales, aun siendo básicamente fiel a los hechos históricos. Y lo hace con cuatro personalidades fascinantes en lo histórico y en lo humano, con la guerra de la Cuádruple Alianza de por medio. Por un lado, Luis I de España, entonces príncipe de Asturias y posterior rey, el más efímero de la historia de nuestro país, casado a los 15 años con la princesa francesa Luisa Isabel de Orleans, de 12 años, llamada La Reina Loca, bulímica y aquejada de un trastorno límite de la personalidad. Y, por otro lado, Luis XV de Francia, salvado in extremis de la muerte que corría a su familia, lo que le hizo ser rey pese a ocupar un puesto alejado en la sucesión, prometido a la edad de once años con la española Mariana Victoria de Borbón, de 4 años, hija de Felipe V, que viajó a la corte francesa para unirse al niño monarca. Una adolescente y una cría, dos princesas extranjeras que cambiaron de país "como dos trozos de carne" por orden de sus progenitores con el objeto de perpetuar reinados y consolidar la paz y el poder.
Dugain, también coguionista, se ocupa tanto del tedio como de las lecciones de sexo que se ofrecen a los inexpertos. Compone situaciones de un espantoso ridículo, momentos lúgubres y otros de gran ternura. Cambio de reinas es incluso graciosa sin ir de cómica.
De bellas fotografía y banda sonora, la película se toma su tiempo y, al no querer subrayar nada, quizá peque de morosa en algún instante, pero el inquietante interés de personajes y situaciones la convierten en una lúcida crónica histórica y política de inusual extravagancia.
Javier Ocaña. El País, viernes 15 de febrero de 2019
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