lunes, 25 de febrero de 2019

Cambio de reinas

Fotograma de Cambio de reinas
Por casualidades de la distribución española, ya que se trata de producciones de años distintos, coinciden en la cartelera tres intrigas palaciegas que, partiendo de presupuestos estilísticos distantes, hunden sin embargo sur raíces en la misma tierra: el sexo como fuente de conflicto en los reinados, como elemento clave para la pervivencia de la monarquía, como suerte de posible depravación del género humano y, sobre todo, como forma de poder, no ya en la alcoba, sino en el mapa de Europa.
 Al igual que La favorita, de Yorgos Lanthimos, y María, reina de Escocia, de Josie Rourke, Cambio de reinas, segundo largometraje del francés Marc Dugain, actualiza en cierta medida su relato de personajes y acontecimientos reales, aun siendo básicamente fiel a los hechos históricos. Y lo hace con cuatro personalidades fascinantes en lo histórico y en lo humano, con la guerra de la Cuádruple Alianza de por medio. Por un lado, Luis I de España, entonces príncipe de Asturias y posterior rey, el más efímero de la historia de nuestro país, casado a los 15 años con la princesa francesa Luisa Isabel de Orleans, de 12 años, llamada La Reina Loca, bulímica y aquejada de un trastorno límite de la personalidad. Y, por otro lado, Luis XV de Francia, salvado in extremis de la muerte que corría a su familia, lo que le hizo ser rey pese a ocupar un puesto alejado en la sucesión, prometido a la edad de once años con la española Mariana Victoria de Borbón, de 4 años, hija de Felipe V, que viajó a la corte francesa para unirse al niño monarca. Una adolescente y una cría, dos princesas extranjeras que cambiaron de país "como dos trozos de carne" por orden de sus progenitores con el objeto de perpetuar reinados y consolidar la paz y el poder. 
Dugain, también coguionista, se ocupa tanto del tedio como de las lecciones de sexo que se ofrecen a los inexpertos. Compone situaciones de un espantoso ridículo, momentos lúgubres y otros de gran ternura. Cambio de reinas es incluso graciosa sin ir de cómica.
De bellas fotografía y banda sonora, la película se toma su tiempo y, al no querer subrayar nada, quizá peque de morosa en algún instante, pero el inquietante interés de personajes y situaciones la convierten en una lúcida crónica histórica y política de inusual extravagancia.
Javier Ocaña. El País, viernes 15 de febrero de 2019 

No hay comentarios:

Publicar un comentario