viernes, 1 de febrero de 2019

Javier Perianes desgrana el misterio de Debussy

Javier Perianes
A Debussy apenas le gustaba la música. O más bien, la que otros que no fueron él habían compuesto hasta entonces. Despreciaba a Brahms, Chaikovski le cargaba y Beethoven le aburría soberanamente. Creía que el sonido de la naturaleza era la mejor inspiración maestra para recrear algo que se le acercara en la imaginación.
Pocas excepciones, según él, habían merodeado su verdadera esencia salvo Chopin, Bach y un puñado más. Para empezar, se imponía romper la forma y ese desarrollo mediante el cual muchos, anteriormente, habían pasado a la posteridad. Tocaba buscar la pura emoción dentro de ese instante llamado sorpresa, más que un caudal de repeticiones. Javier Perianes ha seguido su dictado en el pasado año de su centenario y acaba de publicar el primer libro de sus Preludios para piano junto a algunas Estampas : "De alguna manera u otra tenía que regresar a él. Lo interpreto desde que me formaba en el conservatorio". 
Regresar a fondo, se refiere el pianista andaluz (Nerva, Huelva, 1978). A la raíz de lo que ha sido una de sus persistentes obsesiones desde los comienzos. Hasta ahora, en anteriores discos o programas, Perianes había abordado a Debussy fragmentado o en combinación con otros, como Chopin o Falla. 
De un recital suyo en el Patio de los Arrayanes de la Alhambra surgió ... les sons et les parfums, grabado en 2013. Nació como idea dentro de la fortaleza granadina, a la que el propio Debussy utilizó como lejana inspiración e incluso dedicó algunas piezas, iluminado por postales. "Decía que a falta de medios, bien venía cualquier fotografía para avivar la imaginación". Perianes ideó todo un diálogo entre Chopin y el francés, en una obra memorable para Harmonía Mundi, su sello habitual. "Esa conexión basada en la admiración que profesaba a Debussy su antecesor debía ser explorada".
Ahora los Preludios ahondan en esa búsqueda de la forma como fin en sí mismo. Como una puerta abierta más poética que narrativa. Justo la intención del músico, amante de Edgar Allan Poe y Baudelaire como faro del simbolismo que después desarrollan Mallarmé, Verlaine... El camino que comenzó Bach en las Variaciones Goldberg o El clave bien temperado y continuó Chopin, sobre todo con sus 24 preludios,aderezado por Debussy con una fuerte conexión literaria, que en sus predecesores no fue quizás tan evidente.
"La demostración de que Debussy confiaba en esa apertura formal es que no le ponía título hasta que los terminaba, no antes", cuenta Perianes. Por no hablar de la ambigüedad ilimitada de sus intenciones: "Para abordarlo debes perseguir el equilibrio entre lo ingrávido y lo preciso, entre lo diáfano y lo brumoso", asegura el pianista. Así trata Perianes de explicar ese tránsito emocional hacia lo invisible, como definía el propio compositor...
Jesús Ruíz Montilla. Babelia. El País, sábado 5 de enero de 2019. 

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