viernes, 8 de marzo de 2019

Boris Vian, canciones sin corsé

Boris Vian
El editor y promotor musical Jacques Canetti, recordando su época de colaboración con Boris Vian (1920-1959), se quejaba de no haber sido lo bastante receptivo a las ideas del versátil creador. "Cuando vuelvo a leer las canciones que escribió, comprendo que se había adelantado a la sensibilidad de la gente". En la década de los años cincuenta del siglo XX, Canetti ejerce de director del sello Philips en Francia. Y el hermano del autor de Las voces de Marrakech suma a sus actividades artísticas la dirección del cabaret Les Trois Baudets, uno de los locales de moda del París existencialista de Saint-Germain -des-Prés. Sobre el escenario la figura de Boris Vian cantando Le Déserteur, una canción antimilitarista creada durante la guerra de Indochina, provoca toda clase de insultos. Entre los testigos se encuentran un todavía no muy conocido pianista Lucien Gainsbourg, para la canción y el escándalo Serge Gainsbourg. Décadas después, Gainsbourg, con su adaptación de La Marsellesa a ritmo reggae, volverá a levantar parecidas reacciones entre la clase más patriótica del hexágono. De Vian, el autor de Je t'aime, moi non plus, también asimilará sus ingeniosos juegos de palabras, deformaciones fonéticas, una actitud de indiferencia ante la dificultad de vivir, la ironía frente a la indignación. Una escritura que no renuncia a su voluntad de sumar sarcasmo y lirismo. 
Sesenta años después de su muerte, la figura y la obra de Boris Vian no han dejado de ensancharse en ese gran puzzle creativo donde se juntan el animador del París existencialista de posguerra; el amante -y practicante- de jazz; el escritor y su cara B,  Sullivan, el seudónimo con el firma algunas de sus "escandalosas" novelas; el autor de textos insolentes de canciones; el crítico musical; el ilustre miembro del Colegio de la Patafísica, una institución patrocinada por Alfred Jarry; el dandi flemático y distante sobre el escenario...El jazz y la canción serán sus dos grandes pasiones... A pesar de la incomodidad que producen sus textos transgresores, surrealistas, su repertorio poco a poco se abre entre entre algunos intérpretes, como el cantante franco-argelino Mouloudji, que convierte Le Déserteur en su canción emblema. Después de su muerte en 1959, voces como la del actor-cantante Serge Reggiani rescatan su repertorio produciéndole sucesivos renacimientos musicales. A las  puertas de la celebración, el próximo año, de su nacimiento, Boris Vian puede presumir de haber escrito una obra de la A a la Z.
Carles Gámez. Babelia. El País, sábado 16 de febrero de 2019 

No hay comentarios:

Publicar un comentario