Fotograma de Van Gogh, a las puertas de la eternidad |
En una de las cientos de cartas que escribió a su hermano Theo, Vincent Van Gogh escribió: "Quién soy yo a los ojos de la mayoría ? Un don nadie, un excéntrico o alguien desagradable que no tiene ni tendrá sitio en la sociedad. En otras palabras, peor que la morralla. Muy bien, dando por hecho que eso sea cierto, entonces quisiera mostrar lo que hay en el corazón de ese excéntrico, de ese don nadie".
Hoy, casi 130 años después de su muerte, ese don nadie que murió en un cuartucho de Auvers-sur-Oise habiendo vendido un solo cuadro, ese excéntrico que a través del color y las perspectivas afiladas abrió la puerta al expresionismo, esa persona desagradable que atemorizaba durante sus brotes psicóticos a los vecinos de Arlés, es el pintor más cotizado del mercado del arte y uno de los más exprimidos por la cultura popular. Los episodios más oscuros de su vida, tales como su muerte o la automutilación de su oreja izquierda, continúan debatiéndose en ciclos y exposiciones. Los libros y las películas que abordan su vida no paran de aumentar...
En Van Gogh, a las puertas de la eternidad, Schnabel conecta de nuevo con su primera gran pasión. "El hecho de que yo mismo sea pintor es algo que probablemente conlleva que mi enfoque sea diferente . Es un tema muy personal. Es algo en lo que he estado reflexionando toda la vida", asegura.
La película arranca cuando Van Gogh decide en 1886 abandonar la niebla de París para instalarse en Arlés, una pequeña población del sur de Francia, en busca de una nueva luz para sus pinturas. Allí, la naturaleza le embriaga hasta el éxtasis y pinta la mayor parte de sus obras maestras, pero su salud mental se va deteriorando. La visita de Gauguin acaba con el famoso y trágico episodio de la oreja seccionada y Van Gogh empieza a pasar cada vez más tiempo en hospitales y sanatorios...
Javier Yuste. El cultural, 1-3-2019
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